Taller para Padres

¿Cuál es nuestro rol como padres? El despertar sexual de nuestros hijos

Uno de los aspectos que muchos padres temen respecto a la crianza de sus hijos, es la transición de la niñez a la pubertad, por todas las concepciones asociadas a la etapa adolescente. Varias de aquellas ideas tienen que ver con que es un período difícil, donde mutan las características personales de los niños, dando paso a la rebeldía y desorganización en su funcionamiento.

La palabra adolescencia viene del latín “adolescere”, lo que significa “crecer, desarrollarse hacia la madurez”, esta definición aprecia la adolescencia como evolución, cambio, potencial de desarrollo; en ningún caso la falta de algo.

Carla Olate, psicóloga

Al respecto, la psicóloga Carla Olate manifestó que pensar que es una etapa de “carecer”, es una apreciación negativa, asumiendo la falta de aspectos que en realidad no se espera que estén desarrollados a esa edad. Por otro lado, desde la perspectiva evolutiva, la adolescencia “es una fase de acelerados cambios físicos, neuropsicológicos, cognitivos, emocionales y sociales que impactan el desarrollo psicológico, activando un proceso de individuación y autodefinición (identidad). Bajo estas perspectivas, se propone la existencia de “tipos” de adolescentes, inmersos en contextos particulares de desarrollo, pues este influye directamente en los cambios antes mencionados”, asegura Carla.

En este sentido, lo más sensato sería ir derribando los mitos respecto a esta etapa, y enfocarnos en el potencial, recursos personales y desarrollo de habilidades de los(as) hijos(as), lo que influirá en la formación de sus características de personalidad que gobernarán en la transición a la adultez joven.

Pero ¿cuáles son estos cambios? “Podemos encontrar varios aspectos del funcionamiento de los hijos que se ven sujetos a cambios en esta etapa, tales como: la madurez biológica, su desarrollo cognitivo, cambios emocionales y la sexualidad (erotización, identidad de género, integración de la sexualidad)”, indica la psicóloga, siendo este último un desafío importante para los padres, en relación a cómo conversarlo de manera adecuada con los hijos.

Prematuro amanecer

Como mencionábamos, la dimensión sexual suele ser de gran preocupación para los padres en la adolescencia; por diversas razones, para algunos padres es un tema incómodo de tratar con sus hijos, y para otros, es complejo controlar la conducta sexual de estos.

“Actualmente, los niños están bombardeados de mucho contenido sexual, por medio del acceso directo a las plataformas de internet, la televisión y las redes sociales virtuales, que para las generaciones actuales son de gran interés.  Dadas estas características, uno de los aspectos a contemplar en la pubertad es la sobre estimulación sexual presente en la sociedad. Por lo mismo, suele ser común hoy en día que el despertar sexual se de en la adolescencia temprana (11 a 14 años), a diferencia de generaciones anteriores, en que generalmente se daba en la adolescencia tardía (15 a 18 años). Por tanto, en el contexto actual, se torna necesario otorgar información pertinente de esta etapa a los(as) hijos(as), con el objetivo de reducir riesgos asociados a los cambios que se desarrollarán. Al inicio de la adolescencia temprana (11 años), sería oportuno transmitirles que experimentarán algunos cambios en su organismo que son parte de su crecimiento, que su cuerpo y extremidades irán creciendo gradualmente, así como sus intereses personales irán cambiando poco a poco. A medida de que en ellos(as) surjan dudas e inquietudes, ya sean manifestadas abiertamente o por medio de la observación, comentarles que se espera puedan sentirse atraídos por otras personas y pueden establecer lazos de amistad con alguien de su interés. De la mano con ello, si se da una conducta masturbatoria, aclararles que es algo natural y esperable a su edad, y educarle sobre los contextos en que pueden explorar en ello libremente (en la intimidad de su cuarto y en el baño de su hogar), resguardando su integridad física y emocional por sobre todo”, argumenta Carla.

Asimismo, explica que unos de los errores más comunes de los padres es creer que la sexualidad se limita solamente a la reproducción y la genitalidad, acentuándose el temor al embarazo o al contagio de infecciones de transmisión sexual. En este sentido, hablar de sexo en sí puede darse en un momento determinado, en una conversación espontánea con un adolescente; no obstante, la educación sexual es una tarea que debe estar presente a lo largo del desarrollo vital de los (las) hijos(as), pues comienza desde su nacimiento, detalla la profesional.

“Cuando hablamos de sexualidad, se deben contemplar varios aspectos, tales como el manejo emocional, la familia, la sociedad, la interacción con otros(as),  hasta la pareja que se escoja. Estos aspectos se van instruyendo desde temprana edad, a través de los valores inculcados; por ejemplo, favorecer el desarrollo de la solidaridad, así como ejercitar la empatía y el respeto por quienes le rodean, es darles las bases para las relaciones futuras. Otro elemento a tratar con los menores, es la toma de decisiones, contemplando las consecuencias de sus acciones y sus intenciones por sobre la presión de su grupo de pares; ante dudas y temores motivarlos(as) a que busquen la orientación de un adulto de apego”, asevera.

Normas y límites

Un aspecto muy importante para preparar el escenario de la sexualidad en la adolescencia, es marcar las normas y límites desde el inicio de la infancia, estos se deben establecer acorde a su edad, pero de manera constante. “Las normas y límites son fundamentales para que los(as) niños(as) ejerciten la autorregulación en la búsqueda de satisfacción inmediata. En este sentido, la excesiva permisividad genera que los y las menores obtengan la satisfacción de sus demandas de manera automática, y no generen herramientas para enfrentar la postergación de sus deseos, habilidad crucial para la vida. Cuando esto ocurre se puede extrapolar al plano de la sexualidad, donde los (las) adolescentes pueden buscar el placer por el placer, y ser intolerantes a las frustraciones en este plano; además de perderse de los múltiples aprendizajes del despertar sexual, que contribuirán en el desarrollo de sus características personales.

En síntesis, como padres no hay que asumir que la sexualidad es solo sexo, sino un espectro mucho más grande de emociones, sensaciones, pensamientos y relaciones interpersonales. Como adultos(as) estamos llamados a ser un guía, un soporte equilibrado ante las emociones confusas, de un período de por sí inestable”, finaliza Carla.

Hablar de SEXO con mi hijo(a)

Gabriela Saavedra, psicóloga

“Es un gran desafío”, afirma la psicóloga Gabriela Saavedra, quien asegura que el despertar sexual que se da cuando nuestros niños pasan a la fase adolescente, lo que puede constituir una situación incómoda de abordar para los padres. En este punto probablemente muchos miedos y prejuicios pueden guiarnos a evitar el tema, pasando a ser un tabú en la familia.

“Sin embargo, ante estos miedos, es importantísimo cuestionarse un par de cosas, tales como: Si yo como progenitor, no oriento a mi hija(o) en este tema, ¿a quién acudirá cuando requiera orientación?, ¿a sus amistades?, ¿a foros de internet?, ¿qué ocurrirá cuando mi hijo(a) sea sexualmente activo?, ¿tomará la iniciativa de cuidarse utilizando un preservativo?

Es fundamental que como padres, aprovechemos el despertar sexual de nuestros adolescentes como una oportunidad para educar y orientar con información fidedigna y confiable, construir lazos de confianza, reforzar valores como el respeto y la responsabilidad, para que, en definitiva, se potencie la comunicación en la familia”, expone Gabriela.

Empatía comunicacional

Un pequeño acto de empatía puede reforzar nuestras incipientes iniciativas de acercarnos a hablar acerca de lo que nosotros mismos hemos convertido en un “complejo tema”… ¿Recuerdas tus primeros años de adolescencia?, ¿tuviste la oportunidad de hablar con tus padres sobre sexualidad?, ¿se acercaron a ti, para hablar sobre los cambios que iban a ocurrir paulatinamente en tu cuerpo y cerebro? o ¿quizás de las respuestas sexuales que podrías experimentar ante ciertos estímulos como un beso, una caricia o con la masturbación?

“Probablemente varios o la mayoría caerán en la cuenta de la escasa o nula educación sexual recibida. Y esto responde a la cultura y mentalidad que como sociedad se mantenía durante el tiempo en que fuimos criados. Una educación que buscaba prohibir por miedo a embarazos adolescentes, por miedo a los prejuicios y al qué dirán. Hoy en día, nuestra situación es diferente, basta con observar los comerciales y los programas de TV, los medios utilizan con bastante éxito el erotismo para comercializar sus productos, sin embargo,  detrás de las pantallas muchas veces hay niños sin compañía adulta, pequeños y pequeñas que tienen libre acceso a “googlear” absolutamente cualquier cosa. ¿Qué imagen tendrán de la MUJER y del HOMBRE?, ¿los verán como seres humanos válidos o los visualizarán como objetos sexuales?, ¿qué influencia tendrán estos modelos (muchas veces con una delgadez excesiva y/o musculatura excesiva) en la autoimagen de niños y niñas de 10 a 13 años?

Es IMPORTANTÍSIMO, asumir la responsabilidad parental de hablar sobre sexualidad, no en la adolescencia de mi hijo, sino desde sus primeros años de vida”, explica Gabriela.

¿Por qué desde tan pequeños?

  • Porque somos seres sexuados desde que definimos nuestro sexo en el vientre materno.
  • Porque el hecho de que mi hija/hijo de 3 años identifique las partes de su cuerpo y sepa el nombre correcto de sus genitales, es un factor protector ante posibles abusos sexuales.
  • El que nuestros pequeños sepan que hay ciertas partes de su cuerpo que son PRIVADAS, y que no pueden ser tocadas por otros (ya sean sus propios pares o adultos), ni por juego u obligación (salvo para ser higienizadas-aspecto que a medida que van creciendo deben manejar en pos de afianzar su autonomía), les permite desarrollar estrategias de autocuidado y les facilita el solicitar ayuda.
  • El hablar de sexualidad con nuestros adolescentes y niños(as), no debe reducirse a “embarazo adolescente” o “uso de preservativo”; la concientización debe ser valórica e informativa, la prohibición y el castigo no resuelven nada. Es más, estas últimas medidas solo favorecen una mayor ignorancia en los y las jóvenes. Es alarmante que hoy en día las cifras de VIH en la población de 20 a 29 años alcancen el 40,4% del total de los casos confirmados con este virus.
  • La educación sexual es la base para que niños y adolescentes logren conocerse a sí mismos, desde los aspectos biológicos, físicos hasta los confines de sus emociones y pensamientos. El autoconocimiento permite que cada uno se reconozca como un ser valioso con potencialidades ilimitadas de amar y ser amado. Este reconocimiento favorecería la posibilidad de cultivar valores tan importantes como el respeto por sí mismo como por los demás. Aspectos que debiesen sentar las bases de nuestras relaciones interpersonales.

Carla Olate, psicóloga

www.psicologacarlaolate.cl

https://www.facebook.com/PsicologaCarlaOlate

Gabriela Saavedra, psicóloga

gab.saav.m@gmail.com

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