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Guillermo García, gerente general Coexca S.A., poeta, bibliófilo y maulino ligado a la cultura

“Me encanta que no puedan encasillarme”

“Mi papá soñaba con que yo fuera fotógrafo de la revista National Geographic. En esos primeros años de la década de los noventa él se había suscrito y todos los meses le llegaba un sobre amarillo de papel kraft que contenía la citada revista. Me lo propuso cuando yo estaba por salir del colegio, ese colegio donde él había estudiado y donde también lo hizo luego mi hermano Ricardo. No tuvo éxito, aunque hace algunos años, con mi padre ya muerto de cáncer al pulmón, publiqué junto a Héctor Labarca Rocco un libro de imágenes de la ciudad de Phnom Penh el cual fue impreso por una editorial camboyana. Junto a la princesa Sita, nieta del rey Norodom Sihanouk, nos fumamos un puro cubano en su honor. Supongo hubiese estado contento de aquello”, nos confiesa Guillermo García, un hombre multifacético que se mostró completamente en esta entrevista con NOS Magazine.

¿Quiénes componen tu familia?

Mi mujer María y mis hijos Delia y Nicanor.  Mi madre y hermanos en Santiago y aquí en la ciudad una familia adoptada que son los Vilas Carrión.

¿Cuánto tiempo llevas viviendo en la Región del Maule?

Resido, hace quince años, en Talca. La ácida, la árida Talca, la lluviosa ciudad negra, seria, fea y atribulada de Pablo de Rokha. Espero en algún momento retribuirla y escribir sobre ella mi propia versión de El Asco de Castellanos Moya. No poseo su inteligencia ni menos su prosa, pero el barrio que rodea a la estación de trenes y rodoviario, es probablemente más horroroso que lo peor de San Salvador.

¿Cómo te podrías definir políticamente?

¿Para qué? Me cargan las definiciones. Poseo un W.C. de Augusto Pinochet y otro de Pedro Lemebel en mi casa. Los mismos donde ellos pasaron muchas horas de sus vidas. La gente no entiende aquello y he recibido duras críticas tanto de mis amigos de derecha como de los de izquierda. Para los primeros –más de los que quisiera- yo soy un tipo perdido y sin valores y para los segundos un RN disfrazado. Debo confesar que me encanta que no puedan encasillarme. Todo ser humano tiene múltiples caras, múltiples facetas. Me cuido, al igual que mi maestro Nicanor Parra, de los hombres de un solo libro, de esos que leen la Biblia, el Corán o el Tao Te Ching.

El mar cambia de color y de temperatura. Las aves migran y algunos árboles dejan caer sus hojas.

¿Cuál es la clave del éxito de Coexca S.A.?

Lo más trascendental en Coexca S.A. no son las máquinas, sino nuestros trabajadores. ¡Y no es un discurso! En términos de capacitación, por ejemplo, tenemos trabajadores haciendo programas de magíster, algunos en la Universidad de Talca, otros en universidades de Santiago. También poseemos una gran cantidad de trabajadores cursando programas de diplomado y algunos que no tenían estudios universitarios ahora los están cursando. Todo eso financiado 100% por la empresa, porque creemos que al tener trabajadores más capacitados, conseguimos un mejor clima laboral, gente más motivada, gente mucho más comprometida y con mejores competencias técnicas y organizacionales.

El empresario chileno –y diría que en el mundo agrícola aún más– es bastante feudalista, en el sentido de querer hacerlo todo, de desconfiar del vecino, de tener a veces temor a asociarse. Nosotros, por la escala que teníamos y que tenemos, estamos obligados a tener sinergias y a asociarnos con distintas personas y empresas. Por ejemplo, nos asociamos con un productor de vacuno, el grupo Carnes Ñuble, una compañía bastante grande en su rubro, para montar una planta que procesara nuestros residuos, y hoy hacemos harinas de carne y hueso como asimismo sebos para abastecer a la industria de las mascotas. Ahí vendemos a Nestlé, Master Dog, Iansa y otras empresas.

Esa sinergia comenzó para solucionar un problema: la escala que teníamos no nos permitía tener una planta eficiente para realizar ese proceso. Por ello nos asociamos con este productor de vacuno y creamos una empresa llamada Ecofood S.A, hoy muy exitosa, que está procesando los residuos no solo de Carnes Ñuble y de Coexca S.A., sino también de varios mataderos y compañías locales.

En el ámbito de los fletes navieros también éramos muy pequeños, por lo que nos aliamos con otra compañía para juntar nuestro volumen y tener un mejor poder de negociación frente a las navieras. En distribución nacional trabajamos con Ariztía, productor de pollo, para distribuir en conjunto parte de nuestros cerdos en su red de mercado nacional. Nos asociamos con otros exportadores de cerdo para montar oficinas en Alemania y para importar los contenedores de manera conjunta. Vendemos filetes a una cadena de supermercado en Suecia, pero el volumen nuestro no nos permite cargar contenedores cada dos semanas, sino cada mes; en cambio, si nos asociamos y cargamos la mitad del contenedor cada uno, rotamos nuestro inventario en la mitad de tiempo, nos llegan los recursos antes y utilizamos menos espacios en las cámaras de congelados.

¿Cómo nació el proyecto?

Arrancamos hace 16 años con este proyecto desde cero: auténticamente lo que se llama un green field project. Lo primero que hicimos, fue sentarnos a pensar estratégicamente qué es lo que íbamos a hacer hacia adelante. Incluso, en ese momento, tuvimos en la Universidad de Talca una jornada de planificación estratégica, de donde salió nuestra visión, la cual plantea ser reconocidos como líderes en la industria alimentaria mundial.

Éramos una empresa que el primer año facturó 80 millones de pesos, el segundo año facturó 400 millones de pesos y el año pasado, después de 16 años, facturamos 100 millones de dólares. Y en cinco años más esperamos estar vendiendo 150 millones de dólares. De alguna manera, la empresa nace de una visión, de una idea, y creo que eso es muy relevante.

No detallaré el modelo de negocio, pero fundamentalmente lo que hacemos abarca la globalidad de la cadena: producción primaria de cerdo, fabricación de alimento, procesamiento, la comercialización y exportación de cortes. Inicialmente, era una estructura asociativa con productores que tenían producciones primarias pequeñas y que por su escala no podían acceder a los mercados internacionales. Competíamos contra grandes actores, el más grande en Chile es la empresa Agrosuper que controla más del 70% del mercado. Y los hemos desafiado, nos hemos podido desarrollar y les hemos ido quitando –y espero lo sigamos haciendo– participación.

¿Cuáles son los desafíos que tenemos como región para seguir por la senda del desarrollo y crecimiento?

Debemos pensar con un horizonte que no sea a cuatro años. Esa es la única forma. Necesitamos tener una visión a 20 años con metas y estrategias claras. Esta región tiene una aptitud infinita para ser potencia agroalimentaria. Pero para ello requerimos, por ejemplo, construir embalses que nos permitan regar más hectáreas del secano costero y esas son inversiones de largo plazo, que cuando se tiene un objetivo corto, no se hacen.

¿Qué opinas de la polémica del Bypass?

Me parece interesante que se discuta. Eso es pensar a largo plazo. Celebro que el alcalde Juan Carlos Díaz lo haya planteado con tanta fuerza. El problema no es en todo caso el bypass: todas las ciudades de tamaño intermedio lo tienen y es razonable que así sea también en Talca. En ese sentido yo apoyo el bypass. El dilema es lo que sucede con la carretera actual y el tremendo daño que provoca en la conectividad oriente-poniente de la ciudad. El alcalde ve en esta licitación –y tiene toda la razón- la oportunidad de resolver este desafío. Todos sabemos que en Chile los recursos son limitados y que si se hace el bypass probablemente no se abordarán completamente las soluciones viales que requiere con urgencia hoy Talca. De todas formas creo que es una lucha compleja porque el centralismo es total y las decisiones se hacen, muchas veces, desde un escritorio en Santiago. El peso político de la región es muy bajo.

¿Tendremos la fiesta costumbrista del Chancho Muerto este año 2019?

Por supuesto. Hoy en día esta no es la fiesta ni de Coexca ni de la Municipalidad ni de los chefs. Tampoco la del Gobierno Regional, una universidad o las empresas privadas.

Esta fiesta es hoy una celebración republicana esperada por la comunidad. Es una fiesta que todos hemos hecho propia. Es un claro ejemplo respecto a que el trabajo mancomunado entre el sector público y el sector privado es fundamental para el desarrollo de los territorios. Siempre se escucha ese objetivo, pero aquí en Talca, lo llevamos a la práctica.

Debemos estar orgullosos de tener una fiesta tan bella, tan bien producida y que además cumple once años de historia. Habitualmente estas fiestas parten bien y con el tiempo van decayendo. Son raras las que pasan las cinco o seis versiones. Lo digo para que valoremos lo que juntos hemos construido.

Esta es la fiesta de la cocina chilena también. Siempre asociamos el rescate del patrimonio en un contexto material, pero el patrimonio inmaterial es tanto o más valioso: lo que comemos, nuestra música, nuestros artesanos y nuestras tradiciones más ancestrales. Eso rescata y pone en valor este evento.

Acabamos de editar un libro de carácter muy gráfico que da cuenta de esta primera década. En él ustedes podrán observar en sus capítulos, de manera tangible, este rescate de tradiciones que menciono.

Estás muy vinculado al mundo cultural, cuéntanos de eso…

No se puede – o al menos yo no puedo- vivir sin arte, sin poesía. Es una vinculación esencial, por necesidad. El proyecto de la editorial Pequeño Dios Editores (www.pequeñodios.cl) lo arrancamos hace ya casi veinte años con mi  socio Pedro Montes. Hemos perdido plata todos los años –y presumo lo seguiremos haciendo- pero ha sido de una satisfacción enorme. Lo mismo sucede con D21 Editores (www.d21.cl/publicaciones), otro proyecto ya consolidado en ese ámbito.

¿Por qué crees que la figura del empresario se visualiza alejada del mundo de la cultura?

Eso está cambiando y seguirá cambiando, aunque me confieso bastante escéptico de la velocidad de aquello. Chile es un país pobre y tercermundista en términos culturales. En eso no ha existido mucho desarrollo en las últimas décadas. Pero me quedo con las excepciones que hay que celebrar.

¿Alguien que mencionar?

Muchos. Mira el aporte de Rodrigo Galilea en la recuperación de casas históricas en Vichuquén o el decidido apoyo que nos brindó en la materialización del mural Amanecer de Mandrágora de Susana Wald que instalamos en el acceso del edificio del Gobierno Regional. En Santiago Carlo Solari, presidente de Falabella, gran coleccionista de Eugenio Dittborn y que apoya el Centro de Estudios de Arte (CEdA), una fundación privada dedicada al estudio, promoción y difusión de prácticas artísticas contemporáneas.

¿Cuál es tu música favorita?

Me gusta Joaquín Sabina. Puedo escuchar en la mañana a Erik Satie y en la tarde a Zalo Reyes, o viceversa. Nunca tuve oído. Soy sordo como mi abuelo paterno, lo que puede ser también una bendición.

¿Algún libro para recomendar?

Acabo de terminar de leer Matadero Franklin. Un libro que narra los inicios del mítico Cabro Cabrera. Lo recomiendo totalmente. Una novela rápida que no te suelta. Los personajes son reales y están muy bien logrados. Seguro se hará una película o serie con esa historia.

Otro libro imperdible es Cuba, viaje al fin de la revolución de Patricio Fernández. Sin pecar de exagerado, pienso que puede ser el mejor relato de viaje escrito por un chileno. Si alguien está pensando ir a La Habana –o ha ido allí- me parece un deber hacerlo. Y compren Yo, yegua de Francisco Casas que reeditamos en Pequeño Dios Editores el 2017.

Tú viajas mucho. Te mueves. ¿Cómo manejas aquello?

Sun Axelsson decía a comienzos de la década del sesenta que se había acostado con la mitad de los hombres de Estocolmo y que pensaba hacerlo con la mitad faltante. Yo aspiro a lo mismo, claro que colecciono países y no orgasmos: a la fecha mi pasaporte tiene timbres de más de ochenta naciones y espero, al igual que la escritora sueca, llegar a las doscientas. Desde que descubrí la combinación de la melatonina con el Alprazolam, incluso la Birmania colonial de Neruda y Josie Bliss me parece a la vuelta de la esquina.

¿Cómo recomiendas viajar?

El mundo se conoce caminando, sobre todo en aquellas ciudades donde las veredas y los pasos de cebra son imaginarios. Quien deja de caminar muere. Y cómo bien dice el poeta Claudio Bertoni: varios perros culiados me hicieron cambiar de vereda.

Tu casa está colmada de obras de artes y ha aparecido en varias revistas. Algunos dicen que parece el departamento de André Bretón. ¿De dónde nace aquello?

Soy un coleccionista de objetos. Fernando Pessoa señalaba, en su bello libro del desasosiego, que los compradores de cosas inútiles son siempre más sabios de lo que se creen: compran pequeños sueños. Compran como niños.  Es muy distinto vivir con arte que vivir sin arte. Yo no podría de otra forma.

¿Alguna poesía de tu autoría que quisieras compartir con nosotros?

Mi amigo Piero Montebruno, en una entrevista reciente en el diario La Segunda, señaló que la poesía lírica está muerta. Casi lo mataron en redes sociales por aquello, pero yo a modo de homenaje, voy a usar su cuña para evitar compartir un poema con ustedes.

¿Cómo te gustaría que te recordaran cuando no estés?

Como alguien que vivió con pasión.

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