A veces nos sentimos presionados por la sociedad y por nuestros pares, queriendo responder a distintos patrones estéticos que son considerados como adecuados. En cuántas ocasiones habremos escuchado ese “si estuvieras un poco más delgada esa ropa te quedaría bien” o ese “nadie te va a querer si estás rellenita”. Es tanta la obsesión por alcanzar estos estándares que las personas comienzan a descuidar su salud sin importar las consecuencias.
Algunos dejan de comer, otros comienzan a hacerlo en exceso (luego vomitan), otro porcentaje se obsesiona por la ingesta de comida sana, sumándose además el impulso por hacer deporte de forma desmedida, entre otras acciones que vemos permanentemente. Lo cierto es que los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades de salud mental complejas, multicausadas, que afectan principalmente a adolescentes y mujeres jóvenes. Estos se definen como un comportamiento premeditado y persistente dirigido a adelgazar, preocupación por el peso corporal y la comida.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha ubicado a los TCA entre las enfermedades mentales de prioridad para los niños y adolescentes, dado el riesgo para la salud que conllevan. Siendo los adolescentes y jóvenes de sexo femenino quienes representan el 90 % de los casos. Sin embargo, en la última década, han aumentado, cada vez con mayor frecuencia, las atenciones de otros grupos etarios como niños y niñas de 10 años y menos e incluso hombres jóvenes.
Es necesario señalar que lo ideal es que sea un grupo multidisciplinario de profesionales (psiquiatra, psicólogo, terapeuta familiar y/o pareja, nutricionista) quienes guíen a quienes padecen de estos trastornos.
Definiendo algunos trastornos
Ortorexia: Se refiere a la obsesión por comer sano. Aquí, la persona lleva un control exhaustivo y cada vez más estricto de los componentes de los alimentos que va a consumir. Por lo general, esto comienza cuando la persona limita mucho su alimentación, por ejemplo, evitando la ingesta de carne roja, huevos, azúcares, lácteos y grasas.
Potomanía: Es un trastorno alimentario no especificado (TANE) que se define como el deseo de beber grandes cantidades de líquido, generalmente agua de manera compulsiva y sin que exista una sensación previa de sed. En un caso grave una persona puede beber entre 8 a 15 litros de agua al día.
Vigorexia: Es un trastorno en el cual la persona se preocupa por sentirse y verse demasiado pequeña y débil. Por lo mismo, quienes sufren este problema realizan mucho deporte orientado a aumentar la masa muscular y para ello, también consumen suplementos proteicos y anabólicos.
Anorexia: Por lo general, las personas que tienen anorexia están obsesionadas con su físico y lo único que buscan es verse cada vez más delgadas. Por lo mismo, dejan de comer, toman remedios para inhibir el apetito o laxantes para perder más peso de lo recomendado.
Manorexia: Es un trastorno alimentario que sufren los hombres y que tiene las mismas características que la anorexia en las mujeres. Los chicos que la padecen tienen pánico a engordar, y por eso realizan deporte de forma exagerada y constantemente están a dieta.
Bulimia: Se presenta con ataques de voracidad extrema, donde la persona come mucho alimento, sobre todo, productos calóricos, lo que es una de las señales que delata a una persona que tiene bulimia. Luego de esto y ante un sentimiento de culpa, el afectado se provoca vómitos para no engordar.
Factores Psicológicos: causas que provocan los trastornos en la alimentación
Alejandro Roco es psicólogo clínico experto en psicología social y nutricional y señala que existe una policausalidad a la base de los trastornos alimentarios y por lo tanto, no son constitutivos de un solo factor como muchas veces se cree. “Hay enfoques que consideran como factores predeterminantes las conductas ligadas a los hábitos alimenticios y a rasgos ansiosos de la personalidad, pero ciertamente hay que sumar los determinantes biológicos, psicológicos, factores emocionales, relaciones interpersonales, familia y contexto socioeconómico, entre otros. Además y por sobre todo, la forma en que la persona interpreta e integra toda esta información, elaborando una mirada de sí mismo y del mundo”, precisa.
Los determinantes biológicos se relacionan, según manifiesta Roco, con aspectos de constitución corporal; los factores psicológicos claves son la baja autoestima, la falta de control y manejo de su vida, la depresión y la ansiedad, el estrés y las emociones tales como la rabia o la soledad. En cuanto a los factores interpersonales relacionados, está la dificultad para expresar emociones, los estilos problemáticos de relación con los otros, el abuso y las ridiculizaciones por el peso y talla durante la niñez. Los factores familiares son aquellos relacionados con las disfunciones familiares, los niños y niñas enfrentados a altas exigencias para lograr expectativas de los padres como ser exitosos y/o cumplir sus sueños, entre otros, específica el profesional. Alejandro además agrega que “hoy en día los factores sociales, marcados por una definición globalizada de lo deseable y lo bello, juegan un rol fundamental en la aparición de estos trastornos. La idealización del cuerpo perfecto a través de la moda y una definición de belleza acotada a la apariencia estética y cosmética, reforzada por los medios de comunicación, es un claro factor de riesgo, que se debiera considerar con mayor seriedad en el seno familiar y a nivel de políticas públicas”, evalúa.
¿Cuál es el perfil psicológico de las personas que presentan algún tipo de trastorno alimentario?
La baja autoestima, la inseguridad, la nula confianza en sí mismos y la búsqueda de aprobación del otro “mejorando la apariencia”, son elementos característicos de estas personas. En general, se frustran con facilidad, su voluntad es escasa y si a eso le sumamos una baja tolerancia a la espera, suelen aparecer conductas purgativas como el vómito o el uso de laxantes y diuréticos u otras dependiendo del TCA. A su vez, en la mayoría de los casos, prevalece la existencia de trastornos de ánimo como la depresión, además de la búsqueda de afecto que cuando no se encuentra, afloran otros mecanismos compensatorios como algunas conductas autodestructivas. Generalmente son personas muy influenciables y copian o se guían por modelos que tienen a mano y que por estos días, se los entrega la televisión o las redes sociales y que por cierto, algunos de ellos sufren alguno de estos trastornos.
Desde el ámbito psicológico se pretende:
- Lograr un patrón de alimentación normal.
- Lograr un peso normal.
- Eliminar Fobias Alimentarias.
- Corregir Distorsiones Cognitivas.
- Reducir la insatisfacción con la imagen corporal, entre otros.
Trastornos más frecuentes:
- Anorexia nerviosa y bulimia.
- Obsesión por comer sano (ortorexia)
- Actividad física en exceso (vigorexia)
- Temor a subir de peso en el embarazo (pregorexia)
- La persona obesa no se ve obesa (megarexia)
Mirada nutricional
Los trastornos de la conducta alimentaria, según detalla la nutricionista, Camila Zúñiga, constituyen alteraciones severas en la ingesta de los alimentos, en personas que presentan patrones distorsionados en el acto de comer en respuesta a un impulso psíquico. Este grupo de enfermedades engloba a varias entidades que varían grandemente, clasificándose en: anorexia nerviosa, trastornos de la conducta alimentaria no especificados y trastorno por atracón. Todas son más frecuentes en las mujeres e iniciándose generalmente durante la adolescencia, siendo enfermedades crónicas. El diagnóstico más frecuente durante esta etapa, según especifica Zúñiga, es el de Trastorno de la conducta alimentaria no especificado, seguido por el de anorexia nerviosa y bulimia nerviosa. Todos estos trastornos comparten síntomas tales como la preocupación excesiva por la comida, peso y/o figura corporal y el uso de medidas no saludables para controlar o reducir el peso corporal.
Señales que los padres deben estar atentos
Zúñiga detalla que existen varios indicios y síntomas diferentes de los trastornos alimenticios. Algunas veces son obvios, pero no siempre. Con frecuencia, una persona se esforzará por ocultar un trastorno alimenticio. Algunos de estos signos pueden ser:
- Comer grandes cantidades de alimentos en poco tiempo.
- Comer aun cuando no tiene hambre, comer hasta el punto de sentirse incómodo, sacar a escondidas los alimentos, ocultar la comida, comer solo.
- Sentirse disgustado, deprimido o culpable después de comer grandes cantidades de alimentos.
- Sensación de sobrepeso a pesar de ser muy delgado, tener miedo de subir de peso, obsesionarse con la comida.
- Hacer ejercicio en exceso.
- Tomar pastillas, diuréticos o laxantes.
- Las adolescentes no tienen sus períodos o tienen períodos irregulares, sensación de frío todo el tiempo, usar ropa holgada para ocultar la pérdida de peso.
- También es importante observar el entorno escolar de nuestros hijos, muchas veces el entorno los lleva a desarrollar acciones o pueden ser objeto de burlas por su imagen corporal lo que los guía a tomar malas decisiones.
Tratamientos
Es importante una detección precoz, ya que el inicio de tratamiento temprano mejora la respuesta y el pronóstico. El tratamiento médico, psicológico y nutricional se contempla siempre, independientemente de la severidad del cuadro.
En el ámbito nutricional se incluye la rehabilitación y consejo nutricionales, psicoterapia individual e intervenciones familiares, fundamentalmente psicoeducativas. Los aspectos dietético-nutricionales del tratamiento incluyen, según explica Camila, “la recuperación ponderal, plan dietético personalizado, corrección de la baja ingesta de alimentos y corrección de la percepción de los pacientes sobre lo que es una dieta saludable, siendo relevantes para ello el diagnóstico precoz y la intervención nutricional desde el comienzo”.
El plan dietético para la recuperación del peso comienza con una alimentación inicial (1 a 2 semana) que tiene como propósito mejorar el estado general y mejorar tolerancia a la ingesta, por lo cual esto será en forma paulatina y dependiendo de la gravedad y características de cada caso. Superada esta etapa se comienza con la alimentación para recuperar peso, donde se hace una distribución calórica de 30 a 40 kcal / kg de peso con el propósito de ir incrementando de 500 a 700 grs semanales, no más.
@camizugu