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Madres siglo XXI: ¡Esa es mi mamá!

Con la llegada de los hijos, cada madre se las arregla como puede para sacar a los niños adelante. Lamentablemente, la maternidad es una caja de pandora,  los recién nacidos no vienen con un libro de instrucciones bajo el brazo y eso dificulta el trabajo de las mamás, sobre todo de las primerizas. A pesar de que hay tantos tipos de mamás como niños en el mundo, hay algunas actitudes que muchas de ellas tienen en común y que permiten identificar algunos “tipos de mamás” recurrentes en nuestra sociedad. Y tú ¿con cuál te identificas?

“Niño, deja de sacar eso”, dice el guardia de seguridad a Tomás (8). El niño lo mira desafiante y vuelve a sacar otro número de atención para clientes en un centro médico de Chillán. El guardia le vuelve a llamar la atención. “Ahí yo me paré y le dije que dejara tranquilo a mi hijo, que no le hacía daño a nadie sacando los numeritos, tomé a Tomy de la mano y lo llevé a sentar conmigo”, contó Francisca (28), una joven estudiante de Pedagogía en Inglés que ese día llevaba a su hijo al pediatra.

“Siento que la gente anda muy estresada, ¿en qué les afecta que el niño saque los números, si no está gritando ni haciendo mañas? Creo que a algunos se les olvida que fueron chicos”, señaló la joven.

Mientras tanto, en el mismo centro médico, otra mujer de unos 35 años, muy arreglada y con su celular en la mano conversa con su hijo de unos 15 años. “Ya po’ cuéntame, ¿le diste un beso a la Flo o no?, si me dijiste que te gustaba. Ya po’ dime”, decía la mujer, mientras el hijo reía. “Oye si no te voy a decir, eres ‘súper metía’, ¿te pregunto yo si te metiste o no con el viejo con el que sales?”, respondió el joven.

Más allá, una señora retaba a gritos a una niña de unos 13 años porque la habían suspendido, y otra alegaba en el mesón porque a “su niño” el médico no lo había atendido bien, mientras el joven agachaba la cabeza.

Y así miles de situaciones dan cuenta principalmente de dos cosas: uno, que criar a los hijos no es tarea fácil, y dos, que hay tantos tipos de mamás como niños en el mundo.

La psicóloga, Pía Burgos, asegura que la relación que se da entre una madre y su hijo es más bien conocida como apego y que esta relación afectiva es muy importante para el desarrollo de las personas. “Es un afecto que durará toda la vida, desde que uno nace y hasta la vida adulta. Lo importante es que esta relación sea constante y estable, porque muchas veces los niños están enojados, molestos, les duele algo, y el cómo la mamá enfrenta esa situación es lo que marcará la diferencia”, señaló la profesional, y agregó: “Por ejemplo, si el niño dice que no quiere ir al colegio y la mamá le grita y lo obliga a ir, no es la mejor forma de vincularse con su hijo, tal vez si le habla sin gritar y le pregunta a su hijo por qué no quiere ir, la relación pueda ser mucho mejor”.

Pero ¿cómo saber si lo estamos haciendo bien?, ¿cuáles son los límites entre ser, por ejemplo, una mamá estricta y una mamá relajada? Cada mujer aborda el rol de ser madre a su manera, pero muchas situaciones son comunes a todas. Para desmitificar todos esos roles que adquirimos, analizar todos esos sentimientos muchas veces contradictorios, para no caer en la trampa de la culpabilidad, analicemos cada tipo de mamá y veamos cuáles son las ventajas y desventajas de cada una.

Mamá amiga

En esta sociedad cada día más liberal, las mamás amigas son cada vez más comunes. Esa con la que puedes hablar de cualquier tema, que se fuma un cigarro contigo y que te cuenta cosas de su vida para que tú también le cuentes de la tuya.

Mariela Salgado (34) tiene una hija de 14 años y asegura que la relación entre ambas es de tú a tú, porque ella prefiere que su hija confíe en ella antes de imponerle las cosas.

“Con la ‘Espe’ siempre fue así, creo que es elección de cada mamá como cría a sus hijos y en mi caso yo soy súper relajada y converso de todo con ella”, señaló la mujer.

El psicólogo, José Parra, asegura que dentro de las ventajas que tiene ser una mamá amiga podemos encontrar que suelen cultivar la confianza y la comunicación con sus hijos. “Ellos sienten una confianza especial con ella, ya que ese tipo de mamá, por lo general, no juzga las decisiones de sus hijos, por el contrario, los apoyan y refuerzan”, señaló el profesional.

Este tipo de mamás tiene una mayor apertura para la contención emocional en tiempos de crisis, por ejemplo cada vez que el niño (a) esté atravesando por algún problema propio de la adolescencia, esta madre será capaz de ponerse en su lugar y entregar un consejo que tranquilice.

Sin embargo, Parra asegura que también hay aspectos negativos en una mamá así, ya que tienden a establecer normas y límites difusos, lo que quiere decir que al momento de poner las reglas no se hace de forma clara. “Muchas veces ser así suele ser un persecutor de sentimientos de culpa al verse superada por su hijo, donde ella no va a tener la autoridad frente a un preadolescente que, como la ve como una amiga, le va a rebatir sus ideas de tú a tú, en una relación lineal”, dijo el profesional, y agregó: “lo nocivo aquí es la falta de una figura de autoridad que a la larga generará desorientación en el niño”.

Mamá gallina

Este tipo de mamá es conocida por ser muy sobreprotectora, para que sus “pollitos” no vayan a correr ningún peligro.

Aquí tenemos nada más que una percepción positiva de una idea equivocada,  ya que la mamá suele tener alguna satisfacción porque piensa que está protegiendo a sus hijos. “Seguramente este origen sobreprotector también tiene una historia multifactorial en la mamá, pero si hablamos de los aspectos positivos la verdad es que no hay. El ser demasiado aprensivo con el hijo genera más problemas que beneficios”, señaló José Parra.

La inhibición de la autonomía del niño es el principal problema de tener una mamá así. La madre sobreprotectora es, por lo general, esa que le hace todo a su hijo o hija, no estimula su independencia, por lo tanto, el niño desde pequeño no va a cultivar sus libertades, que es fundamental para el desarrollo, considerando que la madre no va a estar toda la vida junto a él.

Parra manifiesta que tener una mamá demasiado sobreprotectora puede también provocar problemas en el autocuidado de la persona que desde pequeño protegieron sobremanera. “Existe una disminución en la confianza del hijo por la excesiva preocupación por parte de la madre, es decir, ella no va a confiar en las decisiones que tome su hijo lo que provocará en él inseguridad”, dijo el psicólogo.

Este tipo de mamá siempre querrá tomar ella las decisiones en la vida de su hijo o hija, creando una visión catastrófica del mundo. “Es decir, si la mamá todo el tiempo está diciendo lo peligroso que es irse caminando a la casa o recordando todos los accidentes que hay cuando los hijos van a fiestas, el niño no va a querer descubrir el mundo por sí solo, basándose en los temores de su madre”, concluyó Parra.

Mamá GPS

“Mi mamá me va a dejar a las fiestas a las 10 y me espera afuera hasta que salgo, generalmente no más allá de la una de la mañana. Cuando voy a la casa de alguna de mis amigas llama por teléfono cada media hora y si no contestan empieza a llamar a mis amigas. Es terrible”, cuenta Trinidad (15). Su mamá, Sonia (42), es madre soltera y asegura que aunque sabe que a veces puede ser demasiado sofocante y controladora, ella prefiere eso antes que le pase algo a su única hija.

“Yo sé que tal vez no soy la mejor mamá del mundo, pero con la Trini va a ser así, donde mis ojos te vean”, dijo Sonia haciendo un gesto con sus dedos mirando a su hija, lo que sacó una sonrisa en ambas.

Este tipo de mamá es bastante agobiante. De esas mamás que si pudieran poner un chip en tu cuello lo harían, para saber cada paso que das. Esta es de esas mamás que quiere tener tu clave de Facebook, conocer a todos tus amigos y que se sabe hasta la patente del auto de tu pololo.

Según el psicólogo José Parra, una mamá que tiene un mayor control sobre sus hijos está en la otra vereda de una mamá negligente, es decir, de alguna manera disminuye los riesgos del exterior que pudieran afectar a su hijo.

“Esto la muestra como una mamá preocupada, siempre y cuando sea en contextos razonables. Cuando se sobrepasa el límite y se cae en lo mismo que la sobreprotectora, se comienza a controlar demasiado al hijo, prohibiéndole o negándole la posibilidad de tener sus espacios, se vuelve irracional y por ende nocivo”, dijo el profesional.

Si uno lo piensa, está bien que la madre cuente con sus resguardos, que esté siempre atenta a lo que le pasa a su hijo, pero cultivando la confianza más que las restricciones, porque por mucho que se controle a un hijo, el niño o joven siempre va a encontrar la forma de hacer lo que quiera, entonces lo mejor en este caso antes de prohibir es orientar.

“Un tipo de mamá así siempre va a generar en el niño problemas de ansiedad, irritabilidad o incluso miedo, lo que aumenta las mentiras y engaños, el niño se comienza a condicionar con las mentiras lo que no es saludable para el niño ni bueno para la madre, o sea, por tratar de evitar algunos factores de riesgo la madre se expone al factor más peligroso que son las mentiras”, dijo Parra.

Mamá prusiana

Es esa que piensa que un error puede costar la vida. Perfeccionista y metódica, con ella si vas a hacer algo procura hacerlo bien, porque si no caerán las 7 plagas sobre ti.

Dentro de las cosas positivas en este tipo de mamás, encontramos altos niveles de cuidado integral, adecuados al desarrollo del hijo, esto quiere decir que esta mamá no solo va a mirar a un niño que tiene que ser perfecto, sino que ella también se asume como perfecta, estimulando positivamente a su hijo. “Este tipo de mamá tiene una sola ventaja y es el estímulo, lo que ayuda a la superación personal del niño”, indicó Parra.

Sin embargo, los aspectos negativos son contundentes. Con una mamá demasiado perfeccionista se genera en el niño frustración y ansiedad por no cumplir las expectativas que tiene la madre sobre él, lo que finalmente entorpece el desarrollo emocional y cognitivo de los hijos. “Esto de que la madre siempre busque el perfeccionismo, invita de forma implícita al niño a que  oculte información principalmente en relación con su rendimiento, ya sea en el colegio u otra actividad, lo que le genera angustia, tomando todo como un fracaso”, agregó el psicólogo.

Esta mamá está lejos de aceptar los fracasos, dejando de ser una contención para su hijo, por lo que el niño no entenderá que el fracaso es parte de la vida, sino que lo tomará como algo de vida o muerte. Esto podría terminar de todas maneras en un joven con baja autoestima.

Mamá trabajólica

Esta mamá trabaja tanto que es capaz de dar muchos gustos a sus hijos, pues cuenta con el respaldo económico, administra sus recursos lo que de una u otra forma pone felices a los hijos. Demuestra autonomía y da un ejemplo de autosuficiencia a los niños, lo cual es muy positivo para su futuro como adultos responsables y comprometidos con su labor.

Sin embargo, Parra asegura que hay que diferenciarla de la mamá trabajadora. “La trabajólica es esa que no sabe administrar los tiempos, no sabe distribuir tiempo para la familia y el trabajo. Está superbién que las madres, al igual que los padres, trabajen, porque eso fortalece su autoestima y autonomía, sin embargo, existe un problema que se da comúnmente con este tipo de mamá, que es la falta de comunicación y retroalimentación en la parte afectiva, fundamental en la relación madre-hijo”, dijo el profesional.

Otro aspecto negativo es que también existen sentimientos de culpa, cuando ella se da cuenta de que en realidad no pasa tiempo con sus hijos, lo que puede ocasionar problemáticas emocionales en ella.

Mamá hippie

“Mi mamá es seca, igual a veces quiero comer salchichas, pero bueno, supongo que es mejor para mí”, asegura Víctor (17). Su mamá, Lorena (38) es amante de las cosas naturales, todo sin azúcar, sin preservantes, no existen los embutidos en su casa y el yoga ya se volvió un estilo de vida.

“Creo que no es exagerado vivir de manera más saludable, creo que mis hijos están bien. Víctor y la María Ignacia (7) no tienen menos defensas ni son niños mal alimentados, todo lo contrario. Y con la educación es lo mismo, si ellos quieren ser mimos cuando salgan del colegio, yo les digo que está bien, pero que sean felices”, señaló Lorena.

José Parra explica que situaciones así de todas maneras son positivas, pero que hay que hacer algunas apreciaciones. Ser relajada no es lo mismo que ser negligente. Una mamá hippie lleva un estilo de vida más saludable, trata de usar cosas orgánicas, siempre buscando lo más natural y eso siempre será positivo. Estimulan a sus hijos a realizar actividades al aire libre, paseos y además mantienen un respeto integral, hacia las personas, hacia el medioambiente y hacia sí mismos.

“Este tipo de mamá suele ser un poco más liberal que las demás, pero tampoco cae en la negligencia, es preocupada, pero no en exceso, y eso es muy bueno”, señaló Parra, pero agregó: “Ahora, si se va al extremo, puede ser muy perjudicial. Si se le prohíbe al niño comer carne por ejemplo, que le entrega proteínas, se le está haciendo un daño al niño. También si este relajo llega al nivel de convertirse en una mamá permisiva, también puede haber problemas, pues los niños necesitan normas por las cuales regirse”.

Mamá sufrida

El drama hecho mujer. Esa mamá que siempre le duele algo, siempre está cansada y siente que nadie la valora.

“Acuérdate que yo te traje al mundo”, “Mal agradecido, ni la mesa me tienes puesta”, “Me duele la cabeza y tú ni siquiera hiciste tu cama”, “¿por qué no me abrazas? Es porque no me quieres”, son frases recurrentes de estas madres que siempre están sufriendo por algo.

“Mi mamá como que compite conmigo para ver quién está peor, si me duele la guata, a ella le duele más, si estoy cansada, ella está más cansada, si tengo que trabajar, ella siempre tiene más trabajo, y si no la atiendo o la consuelo dice que no la quiero. Es como una niña chica”, cuenta Josefina (22), una joven estudiante de derecho en la Udec, que asegura que su mamá siempre tiene algo porque quejarse.

Aquí tenemos a una mamá que tiene una valoración o idealización de lo que es el trabajo de una madre, que en nuestra cultura cumple muchos roles y esto ocurre muchas veces cuando la madre recuerda a la suya como una mamá esforzada o sufrida.

“Esta mamá es la que era capaz de dejar el pedazo de pollo más rico para el hijo y ella comerse los huesos, pero siempre espera que se le agradezca por eso. Esto genera para la madre un sentimiento de frustración por no ser valorada, y de ansiedad y agobio para el niño por los requerimientos de valoración que le hace la madre”, señaló el psicólogo.

Mamá cíclica

Es esa que uno no sabe cómo va a reaccionar. A veces basta con una mirada para que sepas que tienes que esconderte debajo de la cama y no salir hasta que ella misma vaya a tu habitación, te haga cariño y te diga: mi amor, pero si no estoy enojada.

Son esas mamás que un día amanecen superpositivas, pero al regresar a casa está todo mal y generalmente los hijos tienen la culpa. Que está desordenada la casa, no está puesta la mesa, no sacaron a pasear al perro, etc. Con una mamá así, más vale ir desde ya al psiquiatra!

Mamá ideal

Superhero mother and daughter playing on city rooftop

No hay receta para ser una mamá ideal, muchas madres tienen una fortaleza increíble, otras son más cariñosas que otras, algunas más estrictas, pero esto es un aprendizaje, lleno de altos y bajos, es un proceso complejo, en el cual todos aprenden.

También la relación con los hijos depende mucho de la edad que estos tengan, muchas madres pueden pasar de ser aprensivas a relajadas o viceversa.  Acá lo primordial es cultivar la confianza manteniendo la autoridad, tener una disciplina positiva, basada en valores y predicando con el ejemplo más que con el discurso.

La psicóloga Pía Burgos asegura que la relación que un niño o niña pueda tener con su madre, de una u otra forma, repercutirá en cómo este se desenvuelva más adelante en su entorno, con pareja, trabajo o amistades.

“La relación que se da entre el hijo y la madre, dependerá de la forma en que la madre responde a las necesidades de el niño o la niña. Una buena relación con la madre ayuda a la autonomía, autoestima y estabilidad emocional de los hijos para desarrollar una adolescencia tranquila y una adultez constante y adecuada”, aseguró la profesional.

Tips de la buena mamá

Pía Burgos señaló que si bien no hay una receta mágica para tener una buena relación con los hijos, existen algunos tips para no irse a los extremos y generar un vínculo positivo con los hijos.

  • Siempre poner atención al hijo, donde la mamá pueda intentar ser parte de su problema, estar siempre presente.
  • Generar confianza y estabilidad en el hijo.
  • Empatizar y comprender lo que pasa con el hijo, no retarlo porque llora, sino que tratar de entender por qué lo hace.
  • Evitar las críticas.
  • Tener automentalización, es decir, entender lo que me pasa a mí como mamá cuando los niños expresan un malestar, conocerme y entenderme.
  • No perder el control, estar tranquila cuando el hijo presente algún problema. Los gritos son el peor enemigo.

Solo podemos decir que efectivamente mamá hay una sola, pero tipos de mamás hay por montón, identifícate con alguna y ve que tan exagerada, permisiva o controladora puedes ser. Siempre es posible ser mejor para amar, cuidar y formar seres humanos felices, que es el fin último que deseamos como madres.

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