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Celos sin control

Emociones destructivas

¿Cuántas veces hemos sentido celos en nuestra vida?, en la infancia cuando la atención de nuestros padres iba hacia otros hermanos, en la adolescencia cuando otra persona conquistaba el corazón de la joven que nos gustaba, en la adultez cuando nuestra pareja le presta atención a un desconocido o incluso en el mundo laboral cuando otro colega brilla más que nosotros… pero, ¿es normal sentir esa emoción?, ¿dónde está el equilibrio entre lo adecuado y lo patológico?…

Buscando diversas definiciones para los celos entre un sinnúmero de profesionales de la materia, podemos concluir que estos son emociones intensas que vamos experimentando a lo largo de cada etapa de nuestra vida y que es normal y hasta natural que se presenten como una forma de fijar nuestra afectividad sobre otras personas y nuestro entorno sociocultural.

Es por ello que es imposible obviar este tema o circunscribirlo solo a un tema de pareja. Los celos están presentes en los niños, adolescentes y adultos, en diferentes formas e intensidades, dependiendo de cómo se haya ido construyendo nuestra propia historia emocional y cómo hayamos enfrentado cada uno de los vínculos de apego que hemos ido experimentando en nuestra existencia.

En este punto de partida es donde la figura clásica de Sigmund Freud, a principios del siglo XX, sobresale a través del método del psicoanálisis, desde donde abordó los celos cuando éstos pasan a convertirse en un fenómeno patológico denominado celotipia que es cuando el nivel o grado de dicha emoción supera los límites de normalidad y donde surge la idea absoluta de desear e intentar establecer una relación de posesión con el objeto amado, con ribetes de obsesión por el temor de perderlo. El individuo que padece celotipia observa y siente al otro como un objeto de deseo, lo que va cercando la vida de esa persona a través de un control enfermizo que puede ocasión episodios de violencia psicológica y física, y que no sólo afecta a quien la padece y a su pareja, sino que también al entorno familiar.

Según Freud, y para ir entendiendo la esencia de los celos, hay que establecer una combinación de diversos elementos que dan como resultado la celotipia. Por un lado, tenemos el duelo por la pérdida real o no del amor del ser querido, lo que genera una angustia por no sentirse correspondido; a los ojos de quien la padece, el amor de la otra persona no desaparece sino que es “robado” por un tercero, hiriendo su amor propio y autoestima; se establecen cuadros de agresividad en contra de quienes circunden a la pareja, por cuando se ve en ellos una posible amenaza o competencia y existe una nula autocrítica respecto de reconocer alguna responsabilidad personal en cualquier acontecimiento negativo.

Sobre este fundamento, Freud clasificó los celos según su intensidad.

Celos normales: Se refiere a aquellos celos naturales que se presentan en algunas ocasiones y son momentáneos.

Celos proyectados: Es cuando se deposita en el mundo exterior procesos inconscientes propios. Vale decir, es todo aquello que proyectamos hacia los demás que estamos realizando o tenemos impulsos internos de hacer y lo reprimimos. Ejemplo clásico es la infidelidad.

Celos delirantes: Aquí no solo la persona que padece celotipia experimenta emociones de temor por perder el amor del ser querido, sino que es capaz de visualizar y vivir el acto mismo de infidelidad. Es una vivencia en carne propia que grafica el nivel crónico con que algunos pacientes manifiestan sus celos enfermizos.

Celos normales v/s obsesión

El Dr. Mario Quijada, psiquiatra, explicó que según su experiencia, los celos son parte propia de la personalidad, incluso esto es normal. Solo cuando los celos avanzan en intensidad y salen de la calificación “normal” se está frente a una persona afectada por un cuadro de celopatía, la que puede alcanzar niveles de obsesión, y hasta de sicopatía.

Los celos, en cierto modo, en el grado de lo normal, son buenos para la estabilidad de la pareja, pero cuando estos salen de esos márgenes, y por el contrario, son demasiados y entorpecen la vida de pareja, es que estamos frente a celos anormales, es decir frente a un grado de celopatía.

Así lo expone el Dr. Quijada, quien indica que las causas de una celopatía está en la personalidad del ser, y están condicionadas por una serie de factores. “Entre estos, el resultado de la herencia familiar- genética, y luego de un montón de situaciones que le han ido ocurriendo al ser en su vida”, agrega el facultativo.

Sin culpa

“A veces los celos hablan de una anormalidad en la persona, de los cuales el sujeto en el fondo no tienen la culpa, ya que esos celos son el resultado de las circunstancias de su vida, de herencia, de lo que le ha pasado en su existencia, que incluso pudiesen ser celos normales, en una dosis adecuada, siempre y cuando no excedan lo normal”, agregó el especialista.

El profesional indicó que cuando los celos afectan la normalidad de la pareja, y ello es complementado con la agresión, ya sea psicológica o física, se está ante un cuadro celópata, cuya calificación depende de la intensidad, es decir cuando todo se transforma en una obsesión, tenemos delante una celopatía extrema, afirmó Quijada.

Enumeró que pueden darse celos entre hermanos, hijos- padres, compañeros, “pero sin duda que los más notorios son los que se producen en la pareja, en donde puede llegar la obsesión del uno en torno al otro, en que hay una interpretación errónea muchas veces de la realidad, en que el sujeto supone y da por hecho lo que supone”.

Explicó que en términos generales, “el grado máximo de anormalidad en la personalidad son los sicópatas, quienes no son enfermos, sino que son individuos que tienen una forma errónea de pensar, y dentro de esta condición, están los celópatas”, precisa Quijada, reconociendo que los celos en la persona pudiesen ser anormales, pero no llegar a la enfermedad, más aun si son tratados profesional y clínicamente.

¿Cuándo los celos son dañinos?

“Cuando una emoción es enfermiza, pasa el umbral de la normalidad y deja de ser  un fenómeno aislado, una idea ocasional, una imagen pasajera y pasa a ser cualitativamente distinto, se torna, más bien, persistente, repetitiva, a veces permanente y condiciona y tiñe toda la vida”, nos cuenta el psiquiatra Claudio Espejo.

Para el facultativo, hay celos normales frente a personas que pudieran ser objeto de interés para nuestra pareja, por que puede ser atractiva desde diferentes puntos de vistas, eso puede generar un tipo de celos razonables, pero a veces,    los celos, al margen de que tengan matices de más o menos violencia o más o menos repercusiones emocionales, tienen que ver también con el tiempo de la personas,  “muchas veces la persona dice que tiene celos por los tiempos que la pareja ocupa en actividades, trabajo o compartir con otras personas. Ahora, lo importante es que los celos patológicos tienen siempre una connotación peligrosa,   siempre tienen una asociación posible con delito, porque siempre están relacionados con control, con agresividad, con violencia, en ese sentido son  complejos. En la celopatía la persona sufre de “delirio”, que es una idea errada,   absoluta, que no necesita ser la conclusión de una argumentación lógica. Para el celópata es evidente que una boleta significa que el engaño se produjo, la persona atrapada en los celos lo afirma categóricamente, sin razones comprensibles para el resto  y, por supuesto, lo hace actuar en concordancia con lo que a él le parece que merece ese hecho. Por ejemplo, él puede pensar que si una mujer lo engaña,   debe morir y puede movilizarlo hasta matarla”, argumenta.

Para el Dr. Espejo es una emoción muy dañina que persistente en el tiempo puede generar cambios en la fisiología de la persona, produciendo patologías médicas agregadas, es decir,   hipertensión, cambios metabólicos por aumento del cortisol, resistencia a la insulina, diabetes, enfermedades autoinmunes como alopecia, etc.

Como conclusión, el profesional indica que es necesario abordar el tema desde la personalidad y la biografía de estas personas, desde los traumas, desde los duelos o desde algunas situaciones de burlas sufridas, etc. “Una dificultad extra en la terapia es que muchas veces la persona no está consciente de que está mal y no siente que necesita ayuda. Por esto, muchas veces, el tratamiento es en un momento de crisis. Por ejemplo, cuando una persona celosa ha incurrido en violencia y la justicia de una forma coercitiva lo empuja a que acuda a una consulta, este es un momento muy especial para ayudar a que  la persona entienda que con ese grado de violencia necesita de todas maneras ayuda”, asevera.

Una historia desde la infancia

Carolina Mora, psicóloga, experta en terapia familiar y de pareja, nos cuenta que hay que hacer una diferenciación entre los celos y la celotipia, puesto que los primeros son una emoción normal y que está presente en cualquier persona como el amor, el odio, etc. “Es el miedo de un individuo por perder algo que es amado y puede darse entre hermanos, amigos, padres, pareja, entre otros roles. Pero la celotipia es algo patológico donde se traspasan todos los límites y el otro pasa a ser un objeto de posesión. Además, generalmente está asociada a otras patologías mentales”, aclara la profesional.

En cuanto a los celos, estos se manifiestan a partir de los 3 a 4 años y están relacionados con la llegada de un nuevo integrante a la familia, puesto que el amor a la madre es el primer objeto de amor de cada persona. Por lo anterior, es importante que cada niño participe en todos los procesos, desde el embarazo hasta la decoración de la habitación del bebé. “La integración del menor es fundamental. De esta forma, se cultivarán sanamente los lazos afectivos y el crecimiento y desarrollo del menor será en un ambiente adecuado. Ahora, ¿cuándo se sobrepasa el límite del celo natural?, se da cuando las consecuencias del mismo son importantes e interfieren en la familia y en el colegio, lo que amerita una evaluación y tratamiento. Por eso el rol de los padres es esencial para prevenir el nacimiento y desarrollo de una problemática en la adultez”, asegura.

Mora nos indica que, generalmente, las patologías de la adultez tiene una relación importante con nuestras primeras experiencias de infancia. Cuando existe una inestabilidad maternal se puede presentar una carencia afectivo-emocional. “Los primeros vínculos son imprescindibles para saber cómo nos comportaremos a futuro en nuestra familia y nuestra pareja”, asevera.

Asimismo se manifiesta en la adolescencia, donde los pares comienzan a ser importantes en la construcción de identidad. “A partir de esta etapa, se producen celos por diferentes motivos y además puede presentarse la envidia, que apunta a querer poseer lo que posee el otro y conlleva una agresión que es destructiva para quien la padece como para quien la sufre. La envidia empobrece. Como contraparte, la envidia sana sería la admiración donde se aprecian las cualidades de otro y se coloca como modelo a seguir. Esto último también está presente en la adultez, por ejemplo, dentro del ámbito laboral donde el celo se traduce más bien como una envidia tóxica”, dice.

Posesión infernal

Así como hemos abordado los celos, destacando su normalidad pero también sus riesgos, es que llegamos a la celotipia, que es cuando las emociones son peligrosas y contaminan a quien las sufre y a su entorno generando sufrimiento y acoso mal entendido, muchas veces como preocupación o amor.

“Por ningún motivo la celotipia es sinónimo de querer. El celópata tiene la creencia que la pareja lo está engañando o lo puede engañar. Va a tratar que todas sus percepciones se ajusten a esa idea. Por ejemplo, si ve en la TV una mujer infiel piensa que todas las mujeres son infieles”, cuenta.

¿Cuáles son los indicativos más recurrentes?

  • Control absoluto sobre ti.
  • Revisar tu teléfono, Facebook y demás redes sociales.
  • Estar atento cómo te vistes, con quién sales y dónde vas.
  • Llegar, por ello, a justificar la violencia física y psicológica (incluso algunos casos llegan a femicidio).
  • Cuando te llaman todo el día (no es amor, sino control).
  • Revisar e incluso oler tu ropa interior.

Hay que tener claro que además, para quien padece celopatía es necesario ser consciente de que tiene la enfermedad para hacer algo al respecto (tratamiento) con una mayor probabilidad de buenos efectos. “El o ella deben percatarse de que si sufren por amor y pasan más tiempo angustiados hay algo que chequear”.

Tratamientos y resultados

Según la profesional, el tratamiento es difícil, ya que primero se debe hacer una evaluación individual del caso y, con toda seguridad, se  requerirá del complemento psiquiátrico a través de fármacos que vayan a equilibrar al paciente. “Además es necesario dejar en claro que la celopatía puede estar presente en distintos trastornos psiquiátricos como el trastorno de personalidad paranoide, límite o delirante. Eso indicará el tipo de tratamiento individual, de pareja y familiar que se llevará a cabo”.

Además es preciso señalar que cada tratamiento no tiene una duración determinada. “En general no se trabaja con tiempos porque cada caso es distinto, pero es importante que las personas comprendan que cualquier tratamiento psicológico y psiquiátrico no es rápido, ya que son procesos largos que implican el tomar consciencia, hacer cambios y hacer conexiones con otras situaciones internas del propio paciente. Ahí también es bueno evaluar el posible riesgo de la persona que sufre al celópata”, subraya.

Consultada por lo positivo de los resultados, Mora nos asegura que, en general, el éxito depende de la consciencia que tome el paciente de su realidad, lo que muchas veces hace difícil que desarrolle un estado equilibrado para apreciar los acontecimientos de manera más imparcial.

“Hay un porcentaje importante de casos pero no consultan directamente los que tienen el problema, sino que la pareja que sufren con dinámicas de violencia que tienen a la pareja al borde de la separación. En general son más hombres que mujeres, y dentro de las causales que se pueden apreciar están:

  • Crecer en un hogar con situaciones extramaritales.
  • Desarrollar una autoestima baja y tener una actitud insegura frente a la vida.
  • Lo desechables y expuestas de las relaciones en la actualidad.
  • El consumo de drogas o alcohol que disminuyen la represión de diversas conductas sexualizadas que pueden derivar en celotipia.

Finalmente, la profesional hace un llamado a todas las parejas que estén pasando por una situación similar para que pidan ayuda profesional a tiempo y no pasen por alto todos estos detalles que pueden ser la antesala de una celotipia con graves consecuencias.

Las relaciones de pareja son una oportunidad maravillosa de compartir la felicidad que brinda cada aspecto de la vida, siempre alimentándola con energía positiva para fortalecer los lazos de comunicación y confianza, ya que cuando nos dejamos contaminar por energía tóxica o negativa, exponemos ese mundo de amor a situaciones como los celos extremos que son siempre el instrumento certero que destruye la libertad interior y la felicidad que podemos entregar a quienes más queremos.

@psicocaromora

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