Acoso ¡Por una nueva sociedad!
Mucho se está hablando del acoso en todas sus formas. Tanto mujeres como hombres están siendo conscientes de una práctica que durante años se normalizó sin medir las consecuencias psicológicas al vernos expuestos a la agresión sexual, violencia, menoscabo y permisividad de un ejercicio de poder, que puede ser callejero como laboral. Así como estamos colocando sobre la mesa temas que antes eran tabú, es necesario abordar el acoso y su raíz por nuestro propio bienestar. La idea es evolucionar y mejorar nuestras relaciones interpersonales, con igualdad, respeto y comunicación, dejando de lado los comportamientos machistas que tanto daño nos han hecho.
Claudia (34) vivió en una familia donde siempre primaron los valores y el respeto, no sin dejos machistas, que hoy no solo es consciente del daño que produce el acoso, sino que se encarga de hacer ver a muchas mujeres de que no es “normal” exponerse a acosos de ninguna índole. “Recuerdo que cuando salí de la universidad, lo hice con toda la ilusión del mundo por comenzar a forjarme mi camino laboral, luego del sacrificio que realizaron mis padres. Pero todo se vio truncado debido a que al lugar donde llegué a trabajar por primera vez, siendo una joven de 22 años, me encontré con un jefe que estaba acostumbrado a decir “piropos” a las mujeres además de hacer invitaciones “insistentes” a salir a tomar “algo” por ahí, fuera del trabajo. Yo fui una más de ellas y desde un inicio me sentí pésimo. Toda la ilusión que tenía por hacer un buen trabajo pasó a segundo plano y lo único que quería era dejarlo todo, pero no lo hice porque pensaba que iba a ser una etapa pasajera. Pero no fue así. Hasta que llegó un punto en que él me abrazó a la fuerza y yo, al principio, paralizada, reaccioné furiosa y salí corriendo… Claramente fue un shock muy fuerte que me llevó a estar en tratamiento psicológico. Hice la denuncia respectiva, pero finalmente no pasó nada. Era su palabra contra la mía y sentí que nadie me creyó en realidad… Por eso hoy estoy muy feliz de que sea un tema que no solo se converse, sino que se encamine hacia una solución para que evitar que otras como yo, pasen por lo mismo”.
Psicología del acoso
Para la psicóloga y coach ontológico, Mónica Miquel, hay que partir por definir ¿qué es el acoso? “El Observatorio de Acoso Callejero de Chile define acoso como las prácticas de connotación sexual ejercidas por una persona desconocida, en espacios públicos como la calle, el transporte o espacios semipúblicos (mall, universidad, plazas, etc.); que suelen generar malestar en la víctima. Estas acciones son unidireccionales, es decir, no son consentidas por la víctima y quien acosa no tiene interés en entablar una comunicación real con la persona agredida.
Es por ello por lo que las prácticas de acoso sexual callejero son sufridas de manera sistemática, en especial por las mujeres, ocurriendo varias veces al día desde aproximadamente los 12 años, lo que genera traumatización no solo por hechos de acoso especialmente graves, sino por su recurrencia. Bordieu lo define como una expresión de violencia simbólica (que no modifica el hecho de que el acoso sexual callejero pueda ser físico) que se define como una acción racional en el contexto de asimetrías de género, que funciona para que estas asimetrías se mantengan”, asevera Miquel.
Tipos de acoso y sus consecuencias psicológicas
Existen tipos de acoso dentro de las que se encuentran:
- Miradas lascivas.
- “Piropos”.
- Silbidos, besos, bocinazos, jadeos y otros ruidos.
- Gestos obscenos.
- Comentarios sexuales, directos o indirectos al cuerpo.
- Fotografías y grabaciones del cuerpo, no consentidas y con connotación sexual.
- Tocaciones (“agarrones”, “manoseos”, “punteos”).
- Persecución y arrinconamiento.
- Masturbación con o sin eyaculación y exhibicionismo.
Dentro de las consecuencias que ocasiona el acoso, Miquel señala que “el acoso es una vulneración de derechos violenta que provoca consecuencias psicológicas como sensación de malestar, ligada a emociones de rabia, miedo, asco, vergüenza, que constituyen una experiencia dolorosa y que genera confusión y afecta la autoestima, disminuyendo la sensación de libertad y control de su entorno y limita el movimiento y apropiación de los espacios públicos”.
¿Qué reflejan las altas tasas de denuncias de acoso sexual callejero y laboral en Chile?
Según el primer sondeo del INJUV junto con el Observatorio Contra el Acoso Callejero (OCAC) en un universo de 1.114 jóvenes entre 15 y 29 años, el 68 % de las mujeres y el 25 % de los hombres afirmó haber sido víctima de acoso sexual callejero.
“De lo anterior se puede observar la magnitud del problema de la violencia de género y la necesidad de generar cambios culturales que garanticen la protección de los derechos de las personas a través de leyes y un enfoque educativo desde la familia, la sociedad y en los distintos espacios laborales, escolares y públicos”, dice la psicóloga.
¿Cómo detectar a un o una acosador/a?
“Existen algunas características que permiten identificar un perfil del acosador sexual entre las que destacan dificultad para controlar sus impulsos, baja empatía, dificultad para acatar normas y reglas, inmadurez psicológica o emocional, dificultad para establecer relaciones sociales, tendencia a manipular, baja autocrítica y uso del poder para obtener lo que quiere”.
¿Qué consejos pueden servir para su prevención?
“El mejor consejo preventivo es instalar la reflexión a través de la conversación en los distintos espacios, tanto privados como públicos, para ir generando conciencia respecto del tema y educación al respecto, sensibilizando a los agentes socializadores: padres y educadores que nos lleve a cambios en los paradigmas y en la construcción de una cultura del respeto.
Frente a situaciones de acoso siempre es importante exigir respeto, expresando el malestar a quien lo provoca, siempre que la situación no represente una amenaza a la integridad física, conversar la situación con otras personas, amigos y familia, para buscar apoyo emocional y no sentirse sola (o) y finalmente denunciar a los organismos competentes”.
Mónica Miquel Sepúlveda, psicóloga y coach ontológico
Postítulo en Mediación de conflictos familiares y escolares, Universidad de Chile.
¿Alcanzaremos a vivir la utopía de la equidad de género en Chile?
Para el psicólogo maulino Felipe Quezada, debido al revival feminista que Chile está experimentando y que estas últimas semanas ha acaparado con fuerza las calles, la prensa y la opinión pública, “considero que es menester detenernos a analizar esta temática en nuestro país. La violencia de diversa índole hacia las mujeres presenta aún una alta tasa de prevalencia en Chile, donde las cifras hablan por sí solas. Según la encuesta realizada por OCAC en la Región Metropolitana durante el 2015 a 800 personas mediante un muestreo aleatorio, tres de cada cuatro personas han sufrido acoso sexual callejero en Chile en los últimos 12 meses de ese año. Es decir, un 75 % de la población. En el caso de las mujeres, la cifra llega al 85 % y de los hombres, al 55 %. Las mujeres jóvenes son el grupo más vulnerable, pues 97 % de ellas ha sufrido acoso en el último año, la mitad por lo menos una vez a la semana y dos de cada diez con frecuencia diaria. Sin embargo, el acoso es un fenómeno transversal, donde hombres y adultos y adultas mayores también lo han sufrido al menos una vez en el último año del 2015. En el 93 % de los casos, el acoso es perpetrado por un hombre. Del total de víctimas, 99 % de las mujeres y 50 % de los hombres han sido acosadas/os por un hombre o un grupo de ellos. Dentro de la expresión más grave de violencia hacia la mujer, el femicidio, al 31 de diciembre de 2017, en Chile se registraron 44 femicidios consumados y 115 femicidios frustrados. En este año, al 22 de mayo, se registran 8 femicidios consumados y 51 femicidios frustrados, según datos del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, 2018”, afirmó.
Asimismo, el profesional aseveró que considera que esta lucha es por causa lógica, propia de las mujeres, donde nosotros (los hombres) debemos ser aliados, intentando deconstruir cotidianamente el estereotipo internalizado de «macho» que todos ejercemos de manera consciente o inconsciente, pero en ningún caso, sentirnos protagonistas del movimiento feminista. “Es cosa de ver en nuestro propio círculo cercano diferentes relatos testimoniales como:
- “Ustedes cuando salen, solo temen que los asalten, pero nosotras, tenemos miedo de que nos griten, nos sigan, nos asalten, nos abusen, nos violen, nos maten y quizás hasta nos desaparezcan”.
- “Es triste, pero absolutamente todas las mujeres que conozco han sufrido algún tipo de acoso (…) No nos gusta que opinen de nuestra forma de vestir, no nos gusta que nos piropeen… Nos llaman mañosas o difíciles, siendo que lo único que pedimos es respeto”.
- «El acoso callejero se vive desde chica en la calle, cuando aún no estás tan desarrollada física ni mentalmente para entender que hombres adultos, que muy probablemente son padres o abuelos de otras niñas, sean capaces de decirte asquerosidades (…) Creo que ahí es donde parte el rechazo a ese ‘hombre’, al que no le importa ni siquiera la edad de la persona».
- «Te parte el corazón pensar que eres madre de una mujer y aun cuando empoderes a tu hija de sus derechos y a no callar su opinión, la sociedad no está preparada para escuchar su voz, porque el machismo y la violencia hoy se disfraza de cura, iglesia, padres, madres y hasta de nuestro propio género que lo sigue permitiendo».
¿Qué viene a aportar el movimiento feminista al Chile actual?
“En primera instancia, el feminismo busca generar un impacto, poner el tema en la mesa, denunciar, e incluso para algunos, llegar a adoptar medidas radicales (sí, las tetas al aire), para así poder instalar sus demandas. Sobre esto último, no fueron pocos los congéneres que se escandalizaron al ver a algunas manifestantes a pecho descubierto en la calle, cuando sin embargo, no tienen conflictos al consumir pornografía en el ámbito de lo privado, donde si se analiza con altura de miras, las mujeres están abogando por una liberación del cuerpo y detener la cosificación y sexualización del pezón – que por cierto ambos sexos compartimos- dejando fuera de sus cuerpos el rosario y la política, alcanzando así la tierra prometida de la autodeterminación.
Ahora, es tiempo de interpelar a mis compañeros hombres… ¿Somos conscientes que vivimos en un mundo escrito, creado y dominado por y para hombres? ¿Somos conscientes de nuestros privilegios históricos solo por tener un falo entre las piernas?, ¿cuánto daño nos ha hecho el machismo que nos terminamos adaptando a él, al ser una zona de confort para el hombre?
Que los hombres no lloran, que solo se nos está permitido ser fuertes o tener rabia, pero no la expresión social de emociones más complejas como la tristeza o el miedo, que si le gusta alguna expresión artística es ‘maricón’, que si ejerce labores en algún área de salud y no es médico, de seguro también es ‘maricón’, que tenemos que pagar nosotros toda la cuenta de la cita, que no tenemos que usar rosado y un largo etcétera… Tal parece que en el mundo y sobre todo en esta curiosa amalgama cultural que denominamos Chile, la masculinidad continúa siendo frágil y tiende a sostenerse en quién levanta más peso en un gimnasio, quién tiene más pelos o quién tiene más encuentros sexuales, donde si eres hombre, te consideran un campeón.
Resulta evidente que estamos lejos de llegar a estándares internacionales al respecto, donde un factor no menor tiene que ver con nuestro escaso desarrollo histórico como cultura. Chile lleva solamente 208 años de vida independiente, en comparación a otros países desarrollados que llevan décadas discutiendo estos temas y ya tienen leyes y sistemas educativos no sexistas. Sin embargo, sugiero creer que la gran oportunidad de todo este momento histórico está en reflexionar, construir y deconstruir la utopía de la que ya nos hablaba Galeano… «La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”.
Dejemos de asumir que las mujeres necesitan un piropo para subir su autoestima, porque que un desconocido le diga a una mujer que «coma más ensalada para que conserve su linda silueta», también es acoso, ya que independiente de que no sea una sentencia soez, continúa siendo de carácter sexual implícito, es unidireccional y no solicitada, lo que llevó a que en Las Condes se cursara la primera multa por acoso callejero hace unos días.
Asumamos hoy la complejidad del ser, abracemos la equidad de los géneros y solo quizás, les heredemos a las siguientes generaciones de este país un espacio seguro y justo para transitar”, concluyó el psicólogo.
Felipe Quezada Concha, psicólogo
Mirada jurídica
Claramente, una cosa es la óptica psicológica y sus secuelas, pero ¿qué dice la ley? Al respecto conversamos con la abogada chillaneja Teresa Sanhueza, quien manifestó que “si nos enfrentamos a la pregunta ¿qué es el acoso?, desde el punto de vista normativo no tendríamos una respuesta, aquello acarrea una importante consecuencia, lo que no sabemos qué es, malamente podríamos buscar imponerle una sanción, mucho menos de la manera que lo desea el clamor social como lo es a través de la sanción penal.
Así nuestro legislador no la concibió al momento de elaborar la normativa del código penal. De tal forma se ha materializado a través de leyes especiales (normalmente creadas al alero de movimientos sociales) las que han ido introduciendo en forma parcializada y de manera asistemática la noción de acoso. Esto se ve reflejado en materia laboral en que mediante la Ley 20.607 se ha establecido un marco normativo al acoso, pero solo circunscrito al ámbito de las relaciones laborales, entendiéndolo como “toda conducta que constituya agresión u hostigamiento reiterado por cualquier medio que tenga como resultado el menoscabo, maltrato o humillación del afectado o bien amenace su situación laboral o de oportunidades en el empleo”.
Por su parte en el derecho penal, no existe una regulación específica y detallada, no se encuentra tipificado como delito, lo que nos lleva a hacer el esfuerzo interpretativo y tratar de incluir las conductas de “acoso” conocidas como piropos agresivos, agarrones, gestos obscenos, etc., en los tipos penales que actualmente si se encuentran descritos por el legislador, como lo son aquellos contemplados en el art. 373 y 494 nº5 del código penal.
El primero castiga a aquellos que de cualquier modo ofendieren el pudor o las buenas costumbres con hechos de grave escándalo o trascendencia, que no se encuentren comprendidos expresamente en otros tipos penales, así se harán merecedores de una pena que puede partir en los 61 días a los 3 años de privación de libertad. El problema de la disposición normativa salta a la vista, ¿qué debemos entender por buenas costumbres? sin duda en su interpretación se incorpora un importante elemento de carácter subjetivo, todos podríamos arribar a conclusiones diversas, lo que deriva en la dificultad de su aplicación. Igualmente hay una figura residual y que es solo es constitutiva de falta, así se indica que sufrirá la pena de multa de una a cuatro unidades tributarias mensuales, el que públicamente ofendiere al pudor con acciones o dichos deshonestos.
Así si se sufre alguna conducta que creemos pueda encuadrarse en tal disposición, debe realizarse la respectiva denuncia, lo que llevará al fiscal a diligenciar la investigación, teniendo en consideración que solo podrá llegar a judicializarse aquello que tenga la viabilidad de ser demostrado mediante pruebas en un juicio y que tenga la opción de culminar con una sentencia condenatoria”, dijo la profesional.
Situación actual
Conscientes de las carencias, en marzo del 2015 se presentó al congreso el proyecto de ley denominado “Respeto Callejero” a través del cual se buscaba sancionar aquellas actitudes cometidas en la vía pública que pueden considerarse como acoso sexual, el último movimiento legislativo antes de su estancamiento se efectuó el 12 de octubre de 2016.
“Recientemente, a través de ordenanzas municipales dictadas en las comunas de Recoleta y las Condes se ha buscado establecer un marco regulatorio, estableciendo definiciones conceptuales entorno al acoso, entendiéndolo como “aquellas prácticas de connotación sexual ejercidas por una persona desconocida, en espacios públicos o espacios semipúblicos que suelen generar malestar en la víctima y que no son consentidas por ella”, regulan por su parte un procedimiento específico seguido en los Juzgados de Policía Local, lo que deriva en la imposición de multas según el tipo de acoso, así: Actos no verbales una multa de 1 a 2 UTM, captación de imágenes o videos o cualquier registro audiovisual una multa de 2 a 4 UTM, abordajes intimidantes exhibicionismo o masturbación en público una multa de 3 a 5 UTM, actos que involucren el contacto corporal sexual 4 a 5 UTM.
A este respecto es importante efectuar precisiones, los delitos y sus sanciones solo pueden ser establecidas en abstracto por el legislador en respectivas leyes penales, por su parte la pena en concreto solo puede ser establecida por una sentencia que resulte de un proceso previo legalmente establecido y tramitado, de lo contrario se corre el riesgo que se estén infringiendo garantías establecidas en nuestra propia Constitución, el principio de legalidad y el debido proceso, lo que llevará a que en la práctica no se discuta si hubo o no una conducta constitutiva de acoso, sino que si la consagración y el procedimiento resulta o no legítimo.
Así estas ordenanzas demuestran la necesidad latente de tener que recoger la respectiva regulación en un texto legislativo, que nos puedan asegura el éxito en su aplicación, y así podamos superar la sensación de vacío legal que existe actualmente”, indica la abogada.
Teresa Sanhueza Paredes, abogada
Dpto. Derecho Penal UDEC.