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Moda sostenible

YO VISTO CONSCIENTE

Oponerse a la moda producida en grandes cantidades, apoyar a las pequeñas empresas, fomentar el reciclado de prendas y elegir ropa fabricada con materiales sostenibles son algunos de los mandamientos del “slow fashion” o moda sostenible, una tendencia que busca vestir de manera consciente.

¿Sabías que la industria textil es la segunda más contaminante del mundo después del petróleo? Tal y como lees. Y es que debido al material que utilizan las empresas para fabricar las telas y las cantidades indiscriminadas que se producen, posicionan a la industria textil en este lugar.

Por ejemplo, si revisas el etiquetado de tu ropa e indica que está fabricada con un alto porcentaje de fibra de poliéster, significa que utilizaron 70 millones de barriles de petróleo cada año para su confección, según detalla un informe publicado en la BBC. Si es de rayón, lyocell (tencel) o viscosa, su materia prima es la celulosa, por lo que se traduce en una tala de 70 millones de árboles cada año.

Si es producido por algodón, entonces se utiliza el 24 % de todos los insecticidas en el mundo y un 11 % de todos los pesticidas. Ahora, si llevas puesto tu jeans favorito, debes saber que utilizaron 7.500 litros de agua para fabricarlo.  

Las cifras son aún más preocupantes. Nuestro país es el mayor consumidor de ropa de Sudamérica, lo que se explica con el fenómeno denominado “fast fashion” o “moda rápida”, donde la industria ha bajado el precio de las prendas, vende a gran volumen, pero que tienen menor durabilidad, lo que conlleva a un tiempo limitado colgado en nuestro armario.

COMPAREMOS…

Este año la Organización de las Naciones Unidas (ONU) informó que la producción de ropa genera más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales del mundo juntos.

Cada segundo, son quemados o desechados textiles equivalentes a un camión de basura. Y, cada año, se utilizan 93 mil millones de metros cúbicos de agua para la fabricación de prendas, lo que permitiría abastecer a cinco millones de personas anualmente.

Son efectos devastadores del medioambiente. Sin embargo, no todo es negativo, pues frente a esta realidad nace el concepto de “slow fashion”, “moda lenta”, “moda ética” o “moda sostenible”, un modelo que se opone claramente al ya denominado “fast fashion”.

MODA SOSTENIBLE

Una moda justa y ecológica, esa es la consigna de la moda sostenible, que pese a que en nuestro país aún no se masifica, ya existen algunas tiendas de retail que venden este tipo de prendas. El sitio web Ecología Verde explica que algunas características de esta tendencia son:

  • Materiales ecológicos: Las materias primas con que se fabrican las prendas son respetuosas con el medioambiente, por ejemplo los tejidos, fibras y colorantes naturales. Es decir, materiales libres de tóxicos y químicos peligrosos.
  • Es durable: Se busca reducir la producción de basura textil, por lo que la ropa está hecha para durar y no hasta que pase de moda.
  • Calidad: Prendas a mayor calidad, que sean resistentes ya sea en uso y en tiempo.
  • Sueldos dignos: Porque no solo se trata de prendas, sino también de trato justo. En ese sentido, el “slow fashion” valora los recursos humanos y por ende los sueldos que se pagan a los trabajadores son mayores.

¿QUÉ DICEN LOS EXPERTOS?

Carolina Bocaz

Carolina BocazCarolina Bocaz es chillaneja, diseñadora de vestuario y textiles, y creadora de la marca Bo! Estampa, quien explica la concepción de este fenómeno: “Desde los noventa la moda comenzó a acelerarse, ya no eran cuatro colecciones anuales sino que 52, es decir, una semanal. Es la forma de tener al consumidor con la sensación de novedad, lo que te obliga a comprar, a estar a la moda, estar todos vestidos iguales porque se producen miles de prendas del mismo diseño”.

Es así como, cuenta Carolina, que nace en 2012 el concepto de “slow fashion”  que busca erradicar la moda masiva y con tres pilares fundamentales: equilibrio en lo social, económico y ecológico. “Es volver a lo que era antes, donde conocías a quien confeccionaba en tu barrio, a quien producía las telas y sabías toda la cadena de proceso”, detalla.

La diseñadora chillaneja confiesa que es difícil cumplir los tres pilares, pero que a través de su tienda aplica algunos de ellos: “Que no sea una producción en masa, en darle un trato justo a la persona que me ayuda y me gustaría ocupar telas de poliéster reciclado”.

Finalmente agrega que “en Chillán falta mucho incorporar esta moda, porque incluso somos pocos fabricadores. Sin embargo, la moda sostenible debería ir creciendo porque las nuevas generaciones nacen con la conciencia de lo sostenible, de que hay que cuidar el planeta, de reciclar y reutilizar. Creo que es importante que la gente sepa de dónde viene su ropa, quién la confeccionó y los procesos que tuvo”.

Luis Alberto Ramírez

Luis Alberto Ramírez“Reutilizar la moda antigua, los géneros, fibras, que ya se trabajaron y a partir de ella poder crear de nuevo. La idea es eliminar la nueva producción, con telas nuevas, puesto a que antes las prendas eran de muy buena calidad por ser naturales, pero esto cambió cuando apareció la moda económica que vende el retail de fibra sintética y que contamina el planeta”, así define el fenómeno Luis Alberto Ramírez, diseñador de vestuario, quien lleva 18 años en el rubro.

Y es que la crisis social y medioambiental que conlleva la industria de la moda es preocupante: “La moda está muy ligada a la esclavitud infantil en India, por ejemplo, donde vemos que grandes marcas pagan una mísera cantidad por jeans que después venden a miles de dólares. La contaminación de los suelos es también preocupante, con la generación de vertederos clandestinos. O hay que ver cómo han quedado países como la India donde los ríos están llenos de metros de basura y no solo plástica, sino también de telas, fibras, que no se degradan en más de seiscientos años”, señala Luis.

Pero una alternativa para erradicar esta problemática es la moda sostenible. El diseñador chillanejo es enfático en señalar que la idea es detener las fábricas de telas sintéticas y que hay que darle un sentido de pertenencia a la prenda, “amar una prenda”, es decir, que uno pueda guardarla o regalarla, pero no botarla.  

Respecto a la llegada de este fenómeno a la región señala que “es poco, yo he tratado de hacer trabajo en moda sostenible pero la gente no se anima a reutilizarlas y prefieren comprar algo muy barato, lo que para nosotros diseñadores ha sido difícil competir con modas chinas, por ejemplo, con las ventas de Internet. Chile tampoco es un país que tenga fábrica de telas”.

“Además, el mayor drama de los chilenos es que le encuentran más peso a una marca siendo que no es de calidad, cuesta entender la exclusividad de poder tener algo distinto y que tiene un valor agregado”. Sin embargo, rescata la moda hippie, donde se utilizan la fibra de la lana, tejidos, linos naturales, tiñen ropa de manera natural: “La idea es que podamos universalizar la moda sostenible”, finaliza.

Michelle Piffaut

Michelle PiffautDesde que se recibió de Diseño en la Universidad Católica de Temuco, Michelle Piffaut, angelina, está ligada a la moda. Comenzó diseñando para Casa García de Los Ángeles y luego se independizó, formando su propia marca que lleva su nombre, con estilos elegantes, femeninos, telas exclusivas y con un sello personal.

De acuerdo a la moda sustentable, Michelle comenta que “es una opción fantástica ya sea por la reutilización de ropa ya confeccionada o por la utilización de materiales menos dañinos para el medioambiente. Esto nos obliga como diseñadores a experimentar y crear nuevas alternativas”.

Es así como, hace cuatro meses, le surgió la oportunidad de generar un diseño sustentable para Laura de la Fuente, hija de Angélica Castro: “Su interés por el medioambiente y reciclar nos llevó a confeccionar un prototipo de jeans el cual tuviera el requisito de ser reciclado. Dentro de sus seguidores causó mucho furor y seguimos desarrollando esta idea, la cual tiene mucha acogida, sobre todo en los jóvenes”, cuenta.

Su proyección para esta moda sostenible, tanto en Chile como en Los Ángeles, tiene que ver con generar más conciencia en la utilización de los recursos: “Cada uno tiene que poner de su parte y así lograr disminuir la contaminación y la huella de carbono que cada empresa genera”, concluye.

SÍ AL “SLOW FASHION”

Oponerse a la moda producida en grandes cantidades, apoyar a las pequeñas empresas, fomentar el reciclado de prendas comprando ropa de segunda mano o vintage, donar las que ya no utilicemos, elegir ropa hecha con materiales sostenibles y producidos éticamente.

Esos son algunos mandamientos del “slow fashion” y que Fernanda González, joven talquina, hace parte de su vida. “No compro casi nada en las tiendas, sobre todo en retail, busco marcas que sean de personas que fabriquen la ropa, voy a la modista o a la americana, porque prefiero encontrar algo ahí y arreglarlo yo misma”, dice.

Su decisión nace a partir de la preocupante contaminación que produce la ropa a nivel mundial: “De esta forma, podemos ayudar al planeta y no es difícil, ya que existen hartas opciones aparte de las tiendas de retail. Pienso que es bueno darle una segunda vuelta, ver si realmente necesito lo que quiero y que no sea solo para el verano, porque muchas veces se compra solo por la tendencia de moda”.

Por último, agrega que las tiendas sostenibles tienen otro valor, son telas hechas a mano, exclusivas, las personas diseñan de acuerdo a tu talla: “A veces vale la pena pagar un poco más, pero por una prenda que realmente te va a durar”.

YO RECICLO

“Además de comprar ropa de segunda mano, reciclo, no consumo carne, compro alimentos a granel y trato de no utilizar plásticos de un solo uso”, cuenta Fernanda Figueroa, joven chillaneja que es un claro ejemplo de ser consciente y seguir el modelo de sostenibilidad.

Generalmente, compra en la ropa americana y evita adquirir prendas en tiendas de retail: “No es difícil encontrar prendas sostenibles, en Chillán hay mucha variedad de locales con ropa de segunda mano donde se puede encontrar prendas de buena calidad a un bajo precio. Hay que entender que la ropa de retail se produce a gran escala y es de bajo precio, pero no es de calidad y termina siendo desechable”, cuenta.

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