Facultad de Psicología UTalca. ¿Cómo aprendemos nuestras reacciones emocionales a ciertos estímulos?
A través de un proyecto de investigación en Psicología Experimental financiado por Fondecyt, estudiamos la interacción entre factores racionales e irracionales en el aprendizaje emocional de las personas.
Imagine que usted lleva a su hija a almorzar pollo y papas fritas. Poco después de terminar de comer, su hija sufre de una severa reacción alérgica. Suponga que la niña nunca antes había comido papas fritas pero sí pollo. Si la niña hubiera tenido una historia de reacciones alérgicas al pollo, creería que la alergia la causó el pollo. Al contrario, si la niña hubiera comido pollo muchas veces antes, sin tener reacción, entonces usted creería que la alergia la causaron las papas fritas.
En el primer caso las papas fritas son irrelevantes para la predicción de la reacción alérgica; mientras que el segundo, las papas son sumamente informativas. En función de estos datos, usted no tendría mayor dificultad para determinar la causa más probable de la alergia de su hija. Esto se denomina aprendizaje selectivo puesto que no todos los estímulos que están presentes (por ejemplo pollo y papas fritas) cuando ocurre un evento relevante (por ejemplo reacción alérgica) se asocian con este, sino que solo aquellos que tienen un valor informacional.
¿Cómo llega usted y su hija a esta conclusión?
La respuesta más común es pensar que uno recuerda los eventos pasados y que realiza un proceso racional de tipo lógico para extraer la conclusión. Otra posibilidad, más simple, es considerar que estas conclusiones son el resultado de meras asociaciones previas entre alimentos y alergias. En este último caso, el razonamiento sería completamente innecesario, requiriéndose solamente de la puesta en marcha de automatismos adquiridos de manera irreflexiva.
Una idea bastante aceptada en Psicología es que cuando los seres vivos aprenden -particularmente los humanos- no lo hacen a través de un mecanismo único, sino que a través de un pool de mecanismos o estrategias de diversa complejidad. Daniel Kahneman, ganador del premio Nobel en 2002, señaló que la gente funciona con al menos 2 sistemas cognitivos de aprendizaje: El sistema 1, caracterizado por operar en forma rápida, automática, involuntaria y sin gran esfuerzo; y el sistema 2, que operaría de manera lenta, controlada, voluntaria y con esfuerzo cognitivo.
El sistema 1 es, quizás, la estrategia de aprendizaje más simple y primitiva, se adquiere de manera automática, implícita e inconsciente y resulta fundamental para la supervivencia. A través de esta estrategia automática e inconsciente los seres vivos adquieren una primera herramienta conductual que les permite formarse una representación rápida de la estructura causal del ambiente, lo cual a su vez, los faculta para predecir los eventos y comportarse de manera eficiente. Por medio de estos procesos de aprendizaje se adquieren los componentes esenciales que dan lugar a gustos, preferencias, emociones secundarias, fobias y hábitos, entre otros. De este modo, los animales cuentan con una herramienta fundamental para detectar señales que les indican cuando su conducta debe prepararse rápidamente para el apareamiento, forrajeo, ataque o huida, entre otras.
El sistema 2 o racional probablemente apareció en etapas más tardías de la evolución y se correlaciona con el desarrollo de lenguaje en los humanos. Este tipo de aprendizaje ha adquirido tal preponderancia en la adaptación a nuestra vida social, que muchas veces creemos que todos nuestros comportamientos están determinados por estos procesos racionales olvidándonos del impacto que tiene sistema 1 en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, nuestra conducta parece estar mucho más contralada por procesos irracionales-automáticos de lo que creemos. Esto es lo que estamos investigando actualmente en la Universidad de Talca.
Investigación experimental de la respuesta de temor
En nuestro laboratorio de la Facultad de Psicología de la Universidad de Talca intentamos investigar la influencia de estos dos procesos en el aprendizaje de las respuestas de ansiedad o temor en las personas. Las respuestas de temor, ansiedad o miedo son críticas para la supervivencia de cualquier animal. La mayoría de estas respuestas están innatamente controladas por ciertos estímulos. Por ejemplo, la mayoría de los primates, incluidos los humanos, nacen con una predisposición a experimentar miedo ante la vista de una araña o serpiente o al escuchar un fuerte y abrupto sonido. Sin embargo, también aprendemos a reaccionar con miedo a estímulos inocuos para los cuales no estábamos predispuestos de manera congénita.
Investigación en neurociencia ha determinado que la amígdala, estructura cerebral ubicada en el interior del lóbulo temporal, es la estructura responsable de las reacciones de miedo aprendidas e innatas. Estas neuronas se encuentran conectadas con sistemas de respuestas característicos del miedo, tales como la respiración, ritmo cardiaco y la activación de reacciones neurovegetativas.
Interesantemente, la actividad de estas neuronas está modulada tanto por proyecciones que vienen de la corteza cerebral como por proyecciones subcorticales. Presumiblemente, las proyecciones corticales controlarían nuestras reacciones emocionales conscientes y voluntarias propias del sistema 2; las proyecciones subcorticales, a su vez, controlarían las respuestas automáticas inconscientes, propias del sistema 1 (ver figura).
Esta plasticidad en la significancia emocional de los estímulos que tiene lugar en la amígdala puede ser muy adaptativa, como ocurre cuando aprendemos que ciertas señales del ambiente nos avisan la inminencia de peligro y nos ayudan a huir oportunamente. No obstante, este tipo de aprendizaje también puede ser muy poco adaptativo como es el caso de las fobias o los trastornos de ansiedad. Estos últimos se observan en personas que presentan reacciones de miedo generalizadas a estímulos que no representan peligro alguno para la mayoría. El hecho que el miedo sea tan generalizado en estos pacientes podría indicar algún tipo de falencia en su capacidad para manifestar aprendizaje selectivo.
Esto abre algunas interrogantes: ¿De qué depende esta hiper-generalización de la respuesta de miedo presente en las personas que sufren de trastorno generalizado de ansiedad?, ¿la carencia de selectividad en los pacientes se debe a una disfunción en el sistema 1 o en el sistema 2?, ¿es tan frecuente la selectividad de las conductas de miedo en humanos como lo es en animales no-humanos donde predomina el sistema 1?
En un intento por comenzar a responder algunas de estas preguntas hemos establecido un procedimiento para investigar el aprendizaje selectivo de temor en personas normales. Para ello, ubicamos a personas en una habitación acondicionada (aislada de estimulación no deseada), donde les administramos diversos estímulos y registramos sus reacciones a través de una plataforma computacional con una interface analógico-digital que asegura un control preciso de los parámetros de estimulación (intensidad, duración, frecuencia, etc.) y una detallada caracterización de las respuestas (en términos de amplitud, frecuencia, forma, distribución, etc.). Las personas son expuestas a numerosos ensayos donde aparecen ciertos estímulos neutrales, tales como la aparición de una luz o un círculo rojo en la pantalla de un computador, en conjunto con un estímulo desagradable, tal como un fuerte sonido. En el diseño de los experimentos arreglamos las condiciones para que algunos de los estímulos neutrales sean informativos acerca de la aparición del estímulo desagradable y para que otros sean redundantes. Posteriormente, medimos distintos indicadores de miedo o ansiedad, tales como aceleración cardiaca o sobresalto, en la presencia de los estímulos informativos y redundantes. Los resultados preliminarmente nos sugieren que la selectividad en el aprendizaje emocional no es tan probable que ocurra en los humanos como se ha observado en no humanos y cuando ocurre pareciera requerir que los estímulos sean de muy corta duración y de ciertas características sensoriales muy específicas.
Nuestra sospecha es que hay una fuerte interacción entre ambos sistemas en las personas y que la activación del sistema 1 no es “por defecto” como se ha sostenido en algunos círculos científicos, sino que requiere de cierto nivel de activación o desactivación del sistema 2. Nuestros esfuerzos están dirigidos a profundizar en esta hipótesis. Si logramos establecer las variables que determinan cuando es más probable que ocurra selectividad en condiciones normales, estaremos en un mejor pie para examinar casos patológicos, como lo son por ejemplo los trastornos de ansiedad.
La figura describe de manera esquemática cual es el curso que sigue una respuesta emocional de miedo en el cerebro, de acuerdo a los trabajos de neurocientífico Joseph LeDeux de la Universidad de Nueva York. En el ejemplo, la información sensorial asociada a la aparición de una araña es procesada en primera instancia en el tálamo. A partir de ahí, la información sigue dos rutas para llegar a la amígdala: Una vía larga a través de la corteza sensorial visual y una vía corta directamente del tálamo a la amígdala. A través de la vía corta, la persona puede reaccionar rápida y automáticamente a la araña a partir de una representación rudimentaria de ésta. A través de la vía larga se produce una representación más rica y detallada de la araña; sin embargo, la respuesta es más lenta. De este modo, la amígdala controla la respuesta emocional de miedo y el complejo de conductas asociadas a través de dos posibles sistemas: el sistema 1, rápido y automático y el sistema 2, lento y controlado.
Edgar Vogel es psicólogo de la Universidad de Chile y doctor en neurociencia conductual de la Universidad Yale. Actualmente es profesor titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de Talca y preside el consejo superior de ciencias de Fondecyt. Sus áreas de trabajo se centran en la psicología experimental, aprendizaje asociativo y modelos matemáticos de aprendizaje. El presente texto está basado en los resultados del proyecto Fondecyt regular # 1160601.
Teléfono:(71) 2201567
Facebook: PsicologiaUtal
Twitter: @UTalca
Yotube: UTalca
Linkedin: Facultad de Psicología Utalca