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Salud mental de la primera infancia en Chile

Pavel Ferrada Reyes, psicólogo educacional

Desde hace años, universidades, organizaciones y expertos (as) han instado a las autoridades de nuestro país (y sociedad en general) a legitimar la percepción que se posee sobre la salud mental, con el fin de psicoeducar a la población para eliminar estigmas, otorgar mayor accesibilidad al tratamiento de sintomatologías o patologías asociadas, y mejorar sustancialmente los sistemas de atención que existen actualmente para este tipo condiciones, a los cuales se avanza, pero en pasos demasiado sosegados. Por consecuencia, las personas soportan y evitan enfrentarse a las afecciones de su estado mental, desarrollando síndromes internalizantes, los que a futuro repercuten al momento de criar, descuidando (en ocasiones, gravemente) el sano desarrollo mental de niños y niñas, pensando que todo está bien.

Indiscutiblemente, niños y niñas de la primera infancia en Chile crecen en pésimas condiciones de salud mental. Esto se evidencia en múltiples estudios multiculturales en los cuales prevalecen índices negativos en cuanto al bienestar emocional de nuestros (as) infantes. En 2011, se publicó una investigación que situó a Chile en el primer lugar de 24 sociedades, superando a países con severas crisis políticas o en conflictos bélicos tales como Irán o Kosovo, en problemáticas conductuales y emocionales en niños(as) de etapa preescolar (Rescorla et al., 2011), primando altos índices de ansiedad, depresión, agresión, dificultades para dormir, para concentrarse, timidez y dificultades emocionales. Posteriormente, otra investigación que evaluó a niños (as) de entre 1 a 5 años en 15 países, determinó a Chile en el quinto lugar de similares problemáticas presentes (Rescorla et al., 2012). Cabe mencionar que, una figura destacada a nivel nacional en realizar estas aportaciones y resaltar la necesidad de preservar la salud mental de niños y niñas, es el doctor en psicología Felipe Lecannelier, quien se mantiene activamente desarrollando metodologías y propuestas que permitan mitigar esta urgencia. Este mismo investigador formó parte de un estudio que involucró a Chile, Estados Unidos, Corea del Sur y Polonia en la evaluación de infantes de 16 a 40 meses, reiterándose altos índices de malestar afectivo y emociones displacenteras como el miedo, frustración y timidez (Krassner et al., 2016). Una última evidencia científica de este severo problema fue publicada el año recién pasado, identificando a Chile con las peores cifras de salud mental y prácticas de crianza en niños (as) de 1 a 4 años, acompañado de Brasil y China (Garstein y Putnam, 2019).

La necesidad es urgente, citando a Lecannelier “estamos bajo una epidemia de salud mental” la cual debe ser atendida y controlada. Es por eso que, una de las exigencias que se solicita a las autoridades es aumentar el presupuesto de salud hacia el área mental, la cual según recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud debe alcanzar por lo menos un 6 %, y que en nuestro país se mantiene cercano a solo un 2 %. Esto demuestra que las medidas han sido poco eficientes y las discusiones eternas, mientras nuestros(as) niños(as) siguen sufriendo.

Pavel Ferrada Reyes – Psicólogo educacional – Colegio Veinte de Agosto / Chillán Viejo

Cursando diplomado de Educación Emocional y Desarrollo Integral

 

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