Sixto Valdés, emprendedor y gestor cultural
Entrar a la sala de cine de The Oz para la entrevista con su propietario, el joven emprendedor Sixto Valdés, es sumergirse en el mundo de este ingeniero comercial que desde hace 12 años ha dado vida al centro de la cultura audiovisual más importante de Ñuble, lo que se puede apreciar en los diversos proyectos que ha desarrollado, Festival The Cortoz, Escuela de Cine Independiente, Calle Cinema, Cine Café y un nuevo proyecto para la formación de audiencias en el cine.
Al comienzo de la conversación, Sixto nos confiesa que todo lo vivido ha sido muy enriquecedor. “He aprendido muchas cosas, lo que me genera un profundo agradecimiento por las experiencias y las personas que he ido conociendo”.
¿Dónde estudiaste?
En la enseñanza media estudié en el Insuco (donde salí de contador) y en la enseñanza superior curse ingeniería comercial en la UBB además de un magíster en dirección de empresas. A pesar de que los números son los protagonistas de mi carrera, la cursé porque siempre me ha gustado la política y consideraba necesario tener fundamento económico en las cosas que no me parecían que ocurrían en la sociedad. La economía me gusta, pero por sobre todo me gusta el cine, que también es un importante “vehículo” social…
¿Cómo nace tu pasión por el cine?
Me gustó desde que me acuerdo porque es una de las actividades que hacía de niño con mi papá. Ver películas e ir a los partidos de Ñublense. Pero el mundo del cine siempre ha sido mágico para mí. Además, creo que también ha incidido el hecho que tengo una personalidad más bien retraída, no soy muy sociable pero el cine me permite conectarme con otras personas.
Cuéntanos más de tu gusto por lo social
Siempre me llamó la atención cómo se organizaba la ciudad, el país, cómo se tomaban las decisiones. Recuerdo que desde el Insuco me interesó la política desde lo social. Cuando crecí me interioricé de muchas cosas que despertaban mi interés y que me parecían incorrectas. De ahí surge mi interés y motivación por conocer más de economía y generar espacios para que la gente se juntara a conversar de cine. En relación a esto último, lo más cercano a mis alternativas financieras fue hacer un video club en el 2006, pero siempre pensado en un proyecto en expansión que también desarrollara el aspecto social…
¿Cuándo emprendiste?
Al salir de la universidad, recuerdo que entré a trabajar pero al poco andar me sentí agobiado por el tema de los tiempos. No tenía las instancias para hacer lo que a mí me gustaba (social). Al año renuncié y armé esta empresa en un par de meses, de eso hace doce años. Comencé con un socio, Robert Bestwick; ocho años después armamos Dorokiiro (Restaurant) y tuve otra socia, Miriam Vogel. De ahí se desprende el tema del emprendimiento que me interesa mucho.
¿Cómo te has ido diversificando?
The Oz nace justamente para generar espacios a la gente que gustaba del cine y que quería compartir sus experiencias. Por eso, desde su nacimiento en 2006, no pasó mucho tiempo para generar nuestra primera actividad anexa como fue el festival The Cortoz en 2008 (lleva 9 versiones). Esto fue pensando en brindar una instancia para que las personas que no están inmersas dentro del mundo del cine, pero que tuvieran la inquietud de hacer algo, se atrevieran como aficionados, ya que soy un convencido de que el miedo paraliza a las personas y no las deja creer en sus capacidades, en que si lo desean pueden hacer lo que quieran. Esa es la veta social que me preocupa, ya que nuestro sistema no permite soñar o creer en las propias capacidades.
Conversé la idea con varios amigos que venían al local y nos dimos manos a la obra. Después comenzamos a desarrollar distintas actividades relacionadas con el festival. Al año siguiente (2009) generamos la Escuela de Cine Independiente para entregar herramientas con el fin de fomentar el amor por el séptimo arte. Posteriormente, nace Calle Cinema, donde fuimos a poblaciones y barrios para exhibir cine de entretención. Queríamos generar recuerdos lindos en torno al cine. Finalmente, surgió Cine Café y hoy ya contamos con una cómoda sala de cine para contribuir al visionado de películas (largometrajes y documentales) alternativas e independientes del cine comercial establecido. Finalmente, está el proyecto que nos ganamos este año FOLIL (Formación de Audiencias en el Cine).
¿Cómo ha sido la recepción de la comunidad?
Buena, aunque nos falta mucho para darnos a conocer. Pero la idea es seguir por el camino de responder al interés creciente de las personas por participar y crear, desde los jóvenes a las personas mayores. Queremos seguir profundizando en forjar caminos para que las comunidades descubran en el arte una forma de expresarse con libertad.
¿Cuál es la proyección de ese crecimiento?
The Cortoz, ahora que estamos con Bólido Rojo trabajando en la organización, queremos que se transforme en un festival que tenga presencia en diferentes ciudades de Chile, ya que nos llegan cortos de muchas regiones. Además, en el mediano plazo, queremos internacionalizarlo (en 2011 hicimos una primera versión en Uruguay). Respecto a la Escuela de Cine, esta se fundió con el nuevo proyecto FOLIL (de 2 años), ya que este último es un compendio de nuestra experiencia de más de diez años. Ahí hacemos una investigación respecto de la audiencia en cine, lo que se transforma en un documento donde planteamos quiénes son los públicos, sus intereses y cómo se puede trabajar con ellos. Por eso generamos tres formas de trabajar: talleres de creación, talleres de apreciación cinematográfica y tertulias cinematográficas donde se aborden tópicos y temas utilizando herramientas de cine. En resumen, queremos trabajar con 2 mil personas aproximadamente entre el 2018 y 2019.
¿Qué consejo les darías a los jóvenes emprendedores?
Esencialmente que hagan lo que les nazca del corazón, si hacen algo que lo hagan desde lo que sienten, desde lo que los apasiona, porque la pasión es el motor de la vida y los ayudará a afrontar las dificultades. La pasión hace que uno persevere.
¿Cuál es tu género favorito?
La ciencia ficción, la película que recuerdo y me tocó mucho fue Interstellar, porque me gustó el planteamiento científico y el aspecto no científico (emocional) que se superpone a todo, donde lo más importante es la relación afectiva entre el padre y su hija. Ahora, para entretenerme y con la que moriría viéndola por siempre, sería “Volver al futuro” ya que siempre me ha gustado, además que juega con el tema del viaje en el tiempo, es liviana y no es pretenciosa.
¿Hay algo a lo que le tengas miedo?
Hay una cosa… me da miedo la ignorancia, el temor a no saber, por eso que me gusta estar constantemente aprendiendo.
¿Qué te hace reír?
Mis desgracias, eso me genera risas.
¿Qué te emociona?
Los temas que tienen que ver con la familia y los romances (amores imposibles que terminan siendo posibles), además historias donde existe injusticia, eso me conecta con las personas.
¿Cuáles son tus pasatiempos?
El cine, las series, aprender sobre lo que estudié (temas de economía) para relacionarlos con lo que hago.
¿A quién admiras?
Aunque suene cliché, a mi padre, y sobre todo después que murió (hace 5 años a los 69 años), ya que falleció de cáncer gástrico, que es muy doloroso. Recuerdo que le gustaba “La vida es bella” por el mensaje de amor del padre hacia su hijo, donde le evitó el sufrimiento y le hizo vivir una vida positiva y alegre. Y eso fue lo que él hizo en sus últimas semanas de vida con nosotros. Era un hombre muy fuerte, honesto y con honor.
¿Cuán importante es la amistad en tu vida?
Los amigos son la base de la vida, así como la familia. Gracias a mi trabajo he conocido muchas personas. Me gustaría nombrar a Robert y Miriam que fueron mis socios, ya que lo que es The OZ hoy, es también gracias a ellos y a todos quienes han trabajado en la empresa, es algo que no olvido y lo tengo presente siempre. En general, soy de pocas amistades, ya que no soy muy sociable, pero valoro las incondicionales que se brindan con sinceridad.
¿Algún sueño por cumplir?
Tengo hartos sueños y bien estructurados… en lo personal, tener una familia pero ir viendo lo que suceda en el camino, dejar que la vida me sorprenda; y en lo profesional hay muchos pero prefiero no detallarlos ya que espero que vayan concretando poco a poco.