Pilar Espinoza, emprendedora talquina
“Mi visión es llevar la danza a mujeres que están en la búsqueda de un tiempo para ellas”
Esta talquina apasionada por la danza árabe describe este baile oriental como terapéutico y liberador. Por lo menos así ha sido para ella en términos personales, lo que le ha permitido sacar lo mejor de esta experiencia y orientarla para poder transmitir a otras mujeres los beneficios de esta actividad. “La danza modela tu cuerpo y tu alma, porque te ayuda liberar, a sacar, a mover todo eso que te afecta y eso lo he podido compartir con otras mujeres. Ha sido súper inspirador”, explica Pilar con especial sensibilidad.
¿Cómo te autodefines?
“En lo personal soy muy femenina y preocupada de mi bienestar personal y de mi entorno. Me gusta organizar actividades, emprender desde cero, tengo mucho tesón, soy muy esforzada y lucho por mis objetivos hasta que lo logro, soy muy perseverante y constante.
Soy muy amistosa y amorosa. Muy allegada a mi familia, a mis padres, hermanas y sobrinos, a quienes adoro y que junto a mi pareja son mi centro.
Me interesan las terapias alternativas, me preocupo de estar y sentirme bien, física y anímicamente tanto para mí como para mi entorno, y para eso he ido buscando algunas terapias, practicando reiki y aromaterapia, por ejemplo.
Soy muy aplicada, si quiero hacer algo, busco, leo, me informo. He sido una gran lectora desde pequeña. Soy muy responsable”.
¿Cómo fue tu vida familiar?
“Soy la mayor de cuatro hermanas. Somos de Talca, pero vivimos de pequeñas entre el campo y la ciudad debido a que mi papá administraba un campo y, a la vez, él tenía su propio campo, así es que mi infancia estuvo ligada a ese paisaje. Recuerdo que con mis hermanas salíamos a pasear a caballo todo el día, desde temprano mi papá mandaba que estuvieran ensillados los cuatro caballos o bien a veces nos mandaba a nosotras porque había que aprender, y eso fue un aspecto muy importante porque mi padre nos decía que fuéramos útiles, pero no de manera pesada sino de forma práctica, para aprender a hacer las cosas. Crecí con una madre presente y muy preocupada por nosotras, ella es y ha sido mi gran apoyo”.
¿Y qué recuerdos tienes del colegio?
“Yo llegué interna al colegio, primero, luego vino mi segunda hermana, ya que somos muy seguidas, y después mi mamá decidió que era más práctico que viviéramos en la ciudad por nuestros estudios. La educación media la cursé en el Liceo de Niñas de Talca, donde tengo muy buenos recuerdos. De hecho, hace un par de años nos juntamos varias de las integrantes de ese curso para recordar todas las aventuras, vivencias, las fiestas que se hacían con los internos del Liceo de Hombres, todos bellos recuerdos”.
¿Y qué camino sigues cuando terminas la enseñanza media?
“Decidí estudiar secretariado bilingüe, me inspiró el trabajo de oficina que realizaba mi papá, que llevaba registros en unos tremendos libros contables donde escribía con su letra preciosa, así es que estudié en un centro de formación técnica. Además, he seguido estudiando inglés e italiano”.
¿Recuerdas cómo fue tu primer trabajo?
“Mi primer trabajo fue como bibliotecaria en la Corporación Santo Tomás donde estuve un año cumpliendo esa función y luego trabajé durante algunos años en la Dirección Académica de la institución. Hoy trabajo en una empresa de servicios a la que derivé porque estando en la corporación surgió la idea de querer hacer algo más con mi vida, estudiar algo diferente, entonces quise cambiar, con la intención de crecer y así llegué a esta empresa donde fui secretaria de gerencia por 11 años y luego he ido cambiando en distintos cargos y labores, que también me han permitido crecer personal y profesionalmente en un área muy técnica”.
¿Y cómo llegas a la danza?
“Hace varios años me diagnosticaron hipertiroidismo de Graves, que afecta la glándula tiroide con exoftalmia, que es la inflamación de los ojos. Luego de este diagnóstico supe que debía tratarme en Santiago, lo que me significó mucho tiempo viajando para controlarme y probando distintos tratamientos. A raíz de eso, pensé que lo único que quería era sanarme y estar bien, así es que empecé a leer y a buscar información de diferentes terapias.
Partí con el reiki y luego con una seguidilla de terapias que me hice en Talca y en Santiago. Así, en esta búsqueda me recomendaron tomar clases de danza árabe, que participara en estos grupos, y la recomendación no la tomé mucho en cuenta en ese momento ya que nunca había escuchado del tema. Luego de varios meses, providencialmente en el lugar donde practicaba yoga apareció un letrero que invitaba a clases de danza del vientre. Yo estaba con la autoestima muy baja debido a la enfermedad y otros temas, y la verdad es que partí con esas clases que fueron un regalo, y lo que hizo el enganche fue que la profesora nos propuso que hiciéramos nuestros propios trajes y ahí se abrió todo este mundo de la creatividad, porque salió todo lo que tenía adentro al crear, elegir colores, coser y bordar trajes, y a la vez, conocer y crear lazos con tantas mujeres diversas. Siempre pienso que cuando necesitas un cambio en tu vida la oportunidad llega y para mí la danza significó eso”.
Pero una cosa es participar y lo otro asumir la labor de enseñar, ¿cuándo sientes la necesidad de transmitir eso a otras mujeres?
“Ha sido un largo recorrido de aprendizajes. Pasé por distintos grupos, conociendo diferentes personas y creando lazos de amistad hasta hoy, pero siempre aquí en Talca. En una ocasión, junto a una compañera del grupo en el cual era alumna, fuimos al Festival Nacional de la Danza del Vientre, un encuentro que se hace en julio en la Región Metropolitana. Eso abrió toda una ventana porque es presenciar distintos tipos de danza, estilos, vestuario y puestas en escena y eso fue lo más lindo que me pudo pasar en ese momento porque ahí se afianzó el deseo de conocer y aprender de otros estilos y profesoras. Participé en dos agrupaciones con las cuales quisimos acercar la danza invitando a destacadas exponentes a dictar talleres a Talca. Me he preparado tomando clases con profesoras y profesores tanto nacionales como extranjeras, entre las que puedo destacar un diplomado en danza oriental dictado por una escuela de Santiago. Luego de hacer clases en el Club Árabe, me instalé en el actual lugar donde se ubica esta academia, que partió en 2012”.
¿Cuál es la idea detrás de este lugar?
“Mi planteamiento fue querer ayudar o compartir con otras mujeres lo que a mí me hizo bien. La misión y visión ha sido esa, llevar la danza a mujeres de toda edad que estén en búsqueda de un tiempo para ellas, como manejo del estrés diario, salir de la rutina de trabajos o estudios, en algunos casos exigentes y demandantes. Es un rato para ellas, que no es un cliché, porque eso es súper importante para alguien, por ejemplo, que está todo el día con los hijos o que trabaja. Quienes optan por esta vía llegan aquí y se conectan con otras mujeres que están buscando lo mismo. Así, en este lugar acogedor, reciben técnicas y fundamentos de las danzas árabes, desarrollan su lado artístico-creativo y valores como la solidaridad, compromiso y compañerismo”.
En lo personal, ¿la danza ha sido liberadora para ti?
“Sí, absolutamente. La danza modela tu cuerpo y tu alma, porque te ayuda liberar, a sacar, a mover todo eso que te afecta y eso lo he podido compartir con otras mujeres. Sentirte bien contigo misma te permite ser mejor persona”.
¿Te sientes mejor ahora?
“Sí. A la vuelta de todo este tiempo claro que me siento muy bien, súper empoderada y con una gran tranquilidad de lo que soy y del camino recorrido. Ahora, también es rico el trabajo realizado en la academia, el grupo de danza que he formado y que me sigue a todas las actividades culturales a las que nos invitan”.
¿Esta es tu vía de escape?
“Absolutamente. Es un catalizador, porque llegas acá a la academia y todo lo malo del día o las situaciones negativas, se diluyen bailando, o conversando, o riéndote con las alumnas de algún chascarro”.