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Paolo Carrera Venegas, Presidente Cámara Chilena de la Construcción Talca

Un líder con pasión por lo que hace

Paolo Carrera Venegas, Presidente Cámara Chilena de la Construcción Talca

Este ingeniero civil de la Universidad de Concepción, nacido en la Región del Biobío pero ya maulino por adopción, asumió hace muy poco la dirigencia en el Maule de uno de los gremios más importantes y reconocidos a nivel nacional como es el de la construcción. Es un emprendedor joven, dinámico, con ganas de aportar al desarrollo de la zona que lo acogió profesionalmente y para el cual la fe y su familia, tienen un lugar muy especial en cada acción y decisión que ha tomado en su vida.

Paolo Carrera es desde agosto pasado el nuevo presidente regional en el Maule de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), cargo al que llega luego de haber participado de la mesa directiva que acaba de terminar su período en este importante gremio.

Paolo Carrera nació en Concepción y proviene de una familia oriunda de la actual Región de Ñuble, específicamente de Coelemu. Tiene dos hermanos con los cuales creció y estudió en la capital penquista, salvo un año que estuvo viviendo en Rancagua hasta donde llegó con su familia por el trabajo de su padre. Sin embargo, aclara que terminó sus estudios secundarios en el famoso Liceo de Hombres “Enrique Molina Garmendia” de Concepción. Es casado y tiene dos hijas de 13 y 3 años y un hijo de 11 años.

Paolo creció viendo cómo su padre trabajaba en una empresa constructora grande y eso marcó su interés por la parte vial. “Cuando tomé la decisión de estudiar analicé cuáles carreras me eran afines y opté por Ingeniería Civil en la Universidad de Concepción, aunque tenía intenciones de postular a la Universidad de Chile por su prestigio, pero me quedé y no me arrepiento porque fue una muy bonita experiencia mi vida universitaria”, recuerda Carrera.

 Y antes de eso, ¿qué recuerdos tiene de su infancia?

“En Concepción tuve la particularidad de pasar por varios colegios pero no por mal comportamiento. Por la situación de mi familia, la famosa crisis de los años 80 también nos afectó y pasamos de un colegio particular a un colegio subvencionado que marcó mucho mi vida, el Colegio San Ignacio, que en ese tiempo era administrado por sacerdotes jesuitas y cuyo principal lema es “Entramos para aprender, salimos para servir”. La fe cristiana ha marcado mucho mi camino”.

Y su paso por el Liceo Enrique Molina Garmendia, ¿cómo lo recuerda?

“Después de que estudié en el Colegio San Ignacio, donde llegué hasta octavo básico, mis papás hicieron un esfuerzo y pude ingresar al Colegio Instituto de Humanidades, un colegio particular que también es católico, con una muy buena base valórica y en el cual estuve en primero medio, luego en Rancagua cursé el segundo medio y en tercero volví a Concepción y entré al Liceo de Hombres. Recuerdo que lo que más me llamó la atención fue que llegué a un curso, que era un muy buen curso de formación científica, que tenía la letra Ñ. No sé cuántos terceros habían, pero ya en cuarto eso no fue tan traumático porque pasamos a ser el Cuarto E, período que fue muy entretenido porque participé en hartas actividades del liceo y aproveché también el preuniversitario que hacían los mismos profesores, lo que fue muy bueno para mí porque me fue bastante bien en la PAA y gracias a eso tuve una beca que me permitió pagar el 50% de la carrera, lo que ayudó a no tener deudas del crédito fiscal, una bendición que llegó en el momento preciso para poder ir armando mi vida”.

 ¿Y se orientó a la ingeniería al ver el trabajo en terreno que hacía su padre?

“Yo creo que ayudó bastante porque vi un mundo que me agradó. Vi que era una actividad bastante dinámica que siempre va a existir porque la conexión de los centros es necesaria a través de los caminos. Lo vi como una oportunidad y además que la carrera en sí me permitía hacer otras cosas, siempre pensando en administrar y llegar a puestos gerenciales”.

¿Ahí descubrió que esa era su vocación?

“Yo le digo mi pasión, porque me apasiona todo el rubro de infraestructura vial. Cuando me titulé en el año 2002 presenté una carta a varias empresas del rubro y una de ellas creo que valoró las ganas que tenía de aprender y a principios de octubre de ese año comencé a trabajar, formándome primero como profesional de obra, después como administrador de contratos y en 2007, luego de que la empresa comprara una instalación acá en la Región del Maule con la finalidad de posicionarse en el mercado en la zona, me ofrecen un puesto gerencia con la misión de establecer la presencia de esta empresa en la región como gerente zonal”.

Pero no conocía la Región del Maule…

“No, pero tenía las ganas de seguir creciendo. Lo vi como una oportunidad, como un verdadero desafío, como muchas cosas que me han pasado en la vida, y lo tomé más con ganas que con formación porque hasta ese momento tenía un perfil técnico más que de administración, pero ahí fui aprendiendo y en 2015 se dieron algunas circunstancias en esta empresa donde vi la oportunidad de emprender un rumbo distinto. Esperé hasta abril de 2016 a que llegara una persona que pudiera cubrir mi cargo en la región para poder materializar el sueño de emprender, una idea que para mí nació en forma muy tenue y se fue agrandando hasta que ya no lo pude contener. Obviamente tuve el apoyo de mi familia, la cual fue fundamental para poder tomar la decisión, especialmente de mi señora”.

¿Y de dónde aparece esta orientación por el tema gremial?

“Creo que parte del colegio. Ese lema “Entramos para aprender, salimos para servir” me hizo dar cuenta de que la labor por los demás es fundamental para el desarrollo humano, y con el tiempo, en la medida que fui viendo que podía ser útil a los demás, se fueron dando ciertas actividades. Y en este gremio comencé porque en la empresa donde trabajé una de las principales tareas que le dio la gerencia general a las distintas gerencias zonales era que se participara activamente en el medio en el cual uno se desenvuelve y en la CChC tienes las instancias para interactuar con los actores relevantes en el mercado de la construcción e incluso con tu competencia, lo que permite tener un grado de interacción enriquecedor no tan solo para ti sino para la sociedad. Acá te das cuenta que la sinergia ayuda a esa dinámica que la ciudad o el territorio necesitan para que los habitantes tengamos una mejor calidad de vida”.

La actividad gremial y el emprendimiento son dos cosas para las cuales hay que tener mucha pasión, ¿se siente una persona apasionada en su vida?

“Al principio me hice esa pregunta y pensaba que no. Y cuando tomé la decisión de hacer mi propio proyecto me di cuenta que sí. Nunca pensé que iba a tener el coraje para tomar esa decisión y cuando llegó el momento me di cuenta que lo tenía, porque tenía lo esencial, mi familia, las ganas, mi trayectoria y de ahí en adelante vi que en la medida que me esforzara y me ordenara podía conseguir objetivos. También hay un fundamento que no es menor que es mi fe, eso me ha ayudado mucho. Y han pasado poco más de dos años y me he dado cuenta que el camino es bastante bonito, no es fácil porque hay muchos factores que afectan, pero al trazar la raya para la suma, son más los efectos positivos que los negativos”.

 ¿Y en este emprendimiento, imagino que está presente ese lema que lo marcó desde joven, esto de servir a la personas, en la idea de generar algo que aporte también al lugar donde está instalado?

“La empresa que creamos está relacionada a la parte vial. Hacemos y desarrollamos proyectos de ingeniería, pequeños y medianos, y a la vez también los construimos y postulamos a proyectos privados y públicos para poder materializarlos. La empresa se llama Etco Ingeniería y Construcción SPA, y Etco es un acrónimo que significa “en todos tus caminos”.

¿Qué le ha aportado participar de la actividad gremial?

“Que si no tenemos valores sólidos en nuestra forma de ser como personas, es muy difícil trabajar para los demás. Primero teniendo la convicción de que mi actuar esté acorde a estos valores, puedo poner en los demás lo que a mí me gustaría que pusieran a mi disposición. Y lo otro es que te encuentras con personas que piensan muy similar a ti y son personas que son dueños y ejecutivos de empresas con mucha más experiencia y la CChC los pone al mismo nivel, pone en la misma mesa a grandes empresarios con los más pequeños o más novatos como el caso mío”.

¿Qué espera obtener de esta experiencia?

“Lo que a mí me llenaría al cabo de estos próximos dos años es que las ciudades de nuestra región tengan una visión clara de para dónde queremos llevar a esta región, en el sentido de que nuestras ciudades tengan un correlato claro de qué es la Región del Maule, qué le entrega a sus habitantes y foráneos, y cómo aporta al desarrollo nacional, y eso de paso va a traer un enriquecimiento interno maravilloso para los que somos locales, porque yo ya me siento maulino, porque hice mi vida acá en la región. Tenemos que ser gestores del cambio e impulsar, entre todos, proyectos que sumen a nuestras ciudades, dando un ejemplo específico y potente la recuperación de nuestro casco histórico en Talca.

Y para complementar, que los empresarios de la construcción nos saquemos ese estigma de que somos personas que solamente buscamos un bien económico, o sea, si decidí ser empresario es porque efectivamente quiero darle un bienestar a mi familia, pero también hay otras familias a las cuales puedo dar bienestar y mi objetivo es que esas familias se sientan dichosas de pertenecer a una empresa que en sus valores los tenga a ellos por cabeza”.

Finalmente, ¿cómo se desconecta del trabajo de la empresa y de la actividad gremial?

“Soy amante de mi casa, me encanta estar en mi casa, llegar a mi casa, de hecho para mí los viernes es un día maravilloso porque puedo estar ahí con los niños y mi señora, nos fascina armar un picoteo o algo para compartir y si podemos invitar a algún amigo a hacer algo en la casa, mucho mejor. De hecho, para los niños es un panorama también porque cada vez que hacemos algo nos preguntan si pueden invitar a sus amigos. Somos aclanados y nos gusta reunirnos con la familia y los amigos de nuestros hijos. Nos gusta sentir vida en nuestra casa porque está hecha justamente para disfrutarla. También me encanta salir a la cordillera del Maule, no lo hago tanto pero cuando empieza el tiempo bueno nos damos una vuelta para hacer algún panorama con la familia y en la naturaleza”.

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