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Pablo Prieto Lorca. Diputado Región del Maule

Apodado “el gran capitán” por su paso como futbolista profesional en Rangers de Talca, este talquino de tomo y lomo, hoy en el Congreso representando a la Región del Maule, recuerda con alegría su niñez. Y aunque de pequeño quiso ser carabinero y boxeador, fue el fútbol el que lo atrapó, le formó el carácter y le permitió conocer distintas realidades, despertando el deseo de ser siempre un aporte a la sociedad desde cada lugar donde la vida lo puso.

¿Quién es Pablo Prieto Lorca?

Un talquino de toda la vida. De 58 años, hijo de Eduardo Prieto, que falleció hace cuatro meses, y de Ana María Lorca. El cuarto de seis hermanos. Casado con una talquina, Verónica Meyer, con quien tenemos dos hijos: Pablo, abogado de 33 años, y Valentina, diseñadora de 30 años. Además, acabo de ser abuelo por primera vez hace pocos días de una niña, Sara.

¿Cómo fue su vida familiar de niño?, ¿qué recuerdos especiales tiene de esa época?

Muchos recuerdos porque nosotros vivíamos en el campo, a 20 kilómetros de Talca, en San Clemente, donde mis primeros pasos los di en la Escuela La Hormiga. Iba a caballo al colegio y nos entreteníamos mucho. Y allí empecé en todo, jugaba en San Jorge Norte, por La Posada, y a los 15 años tocaba acordeón con los evangélicos, tenía un acordeón e incluso se lo vendí a un integrante de la iglesia. Luego, en 1975, me fui con una de estas becas de intercambio a Estados Unidos y después me dediqué al fútbol porque me llamaron de la selección chilena juvenil, fui a un Sudamericano en Venezuela y el año 1977 me fui a Cobreloa cuando el club del norte nace en el fútbol profesional, pasando a formar parte del plantel inmediatamente porque no tenían serie menores. Mi debut lo hice en el profesionalismo cuando Cobreloa juega su primer partido en Primera División el año 1978 contra Deportes Concepción.

¿Y por qué eligió dedicarse al fútbol?

Cuando chico quería ser carabinero y boxeador, eso era lo que me gustaba, y después cuando quise estudiar, quería Hotelería y Turismo, pero no existía en Chile. Me dediqué al fútbol porque la oferta era muy buena y a los 17 años ganar lo que me ofrecían era impensado hacerlo en otro lado. Yo había vivido en Estados Unidos y allá había trabajado, y sin gustarme mucho la plata, me entusiasmó trabajar y arreglármelas solo. En definitiva, desde los 15 años que me fui de la casa empecé a formar mi propio destino.

¿Cómo considera que desarrolló esta profesión?

Siempre la desarrollé con mucha dedicación, mucho profesionalismo y más que nada amor a la profesión, que es de las cosas más importantes. La responsabilidad ayuda cuando uno quiere lograr un objetivo y ser alguien en la vida.

¿Qué recuerdos tiene de eso?

En general, el fútbol me ayudó en mi vida personal y laboral, sobre todo en el tema de la responsabilidad, la disciplina y tratar de hacer las cosas bien, porque cuando estás en el fútbol son muchos los ojos que te están mirando, por lo tanto, uno tiene que ser súper respetuoso, especialmente cuando la gente paga su entrada para ir a ver un espectáculo de buen nivel. Uno puede ganar o perder, pero siempre debe existir una entrega total.

Esto de cómo enfrentar una profesión que exige responsabilidad, disciplina y preocupación, ¿lo prepara y empuja luego a desarrollar una actividad pública como la que hoy tiene?

Claro, porque si bien el fútbol es una actividad netamente deportiva, también es una actividad social, y depende cómo uno quiera actuar: entregando y tratando de servir y ayudar a los demás o en beneficio propio. Yo elegí siempre tratar de entregar una imagen y una ayuda a la gente que más lo necesitaba, y por eso muchas veces desarrollamos campañas solidarias. El hecho de ser una persona pública te permite encontrarte con mucha gente y conocer muchas realidades que te van tocando el corazón.

Y, además, en su caso, con una importante cuota de identificación con Rangers de Talca…

Sí, de todas maneras. Mi papá en el año 1952 jugó cuando pasa Rangers al profesionalismo, posteriormente en los años 70 juega mi hermano mayor también. Hay un arraigo de más de 40 años, porque todos jugamos por Rangers. Creo que por ahí nace un poco el tema.

¿Y usted cree que por eso la gente lo identifica con el apodo de “gran capitán”, algo que parece que no tiene que ver solamente con su identificación con Rangers sino más bien con su arraigo con la ciudad y con la región?, ¿lo siente así?

No lo había pensado de esa forma, porque para mí el más grande capitán a nivel nacional es Elías Figueroa y en Rangers el “Pocholo” Azócar estuvo muchos años. Pero puede ser, porque independiente de haber dejado la actividad a los 30 años, seguí haciendo o liderando algunas campañas de toda índole, tanto sociales como deportivas. La última fue la campaña de los uniformes para los 600 niños de Santa Olga, pero antes había sido la del estadio para Talca. Creo que puede ser por ahí, porque me gusta dejar huella, tratar de dejar los mejores ejemplos posibles. Creo que con esfuerzo todos podemos lograr nuestros objetivos personales y colectivos, que es lo que necesita nuestra sociedad y lo que espera la gente de nosotros que somos un poco más públicos, de poder tener esa llegada para ayudar. Ahí siempre voy a estar disponible, pero con la verdad.

¿Y eso es lo que hoy le motiva?

Mi motivación está en responderle a la gente no tan solo con cariño y humildad, sino que también responderle en las necesidades que tienen. Ser el puente o la voz para tratar de solucionar o llegar a las personas que den la solución a mucha gente que no se le ha dado. Estoy hablando de niños, adultos mayores, trabajadores, deportistas, de todo. Con voluntad siempre se puede hacer algo por los demás y eso es una motivación personal que la desarrollé desde muy chico como deportista y hoy metido en la política me da mucha más fuerza de ocupar, con respeto, el cargo para la gente que más lo necesita.

¿Esos son los valores que considera importantes en los ámbitos en los que se ha desarrollado?

La actividad deportiva debe ser de las pocas que invita a la gente a caminar juntos, independiente de colores políticos o credos religiosos. Creo que es una actividad que a uno se le impregna y eso te permite, no sé si a todos, caminar por la vida por el sendero de la verdad, de la justicia, de la igualdad. Son cosas que se te fueron produciendo a través de los años y uno quiere tratar de transmitirlas y llevarlas a cabo con transparencia, porque me pueden encontrar pesado, o que fui malo para la pelota, o que soy un mal político, pero en mí no van a encontrar nunca un tipo que se aproveche de su cargo para tratar de influir. En ese sentido, no.

Ud. tiene una vida marcada por el deporte, ¿qué tan importante considera que es esa actividad para las personas y para el alma de un país?

Para mí el deporte es fundamental en la vida de una persona. Lo digo en forma personal, como experiencia, porque me ha servido en todos mis trabajos haber sido deportista. Yo llegaba 30 segundos tarde a un entrenamiento y el entrenador me mandaba para la casa, por eso siempre llegaba mucho antes. Creo que en la vida a uno le sirve mucho, un poco por todo lo que he mencionado, por la transparencia, por la honradez, por la humildad, por lo sano que es el deporte y por la obligación de cuidar tu vida personal. Uno se fue formando a través del aplauso o el silbido, y va aprendiendo cómo tiene que ser en la vida.

Tomando en cuenta esto del contexto valórico, ¿a quién admira?

A mis padres, a mi señora, a mis hijos. Muchas veces la gente no entiende el sacrificio personal. Me gusta lo que hago, pero también significa estar alejado de la familia, de los seres queridos y eso afecta y si no tienes una gran mujer es imposible que resulte esta convivencia del matrimonio. Con mi señora, Verónica Meyer, nos pusimos a pololear cuando ella tenía 16 y yo 19. Nos casamos a los pocos años y llevamos toda una vida juntos.

Hemos hablado de cómo le gusta que funcionen las cosas en el ámbito del trabajo, pero ¿cuáles son los gustos personales, con qué se entretiene o se relaja?

Me apasiona la cocina, lo que me pidan lo hago. La cocina es mi hobby, con decirte que a estas alturas prefiero cocinar antes que ver un partido de fútbol a pesar de que muchos encuentros los veo, pero la cocina me apasiona, inventar cosas, hacer distintas preparaciones. Me gusta mucho.

Finalmente, ¿cuáles son los sueños de Pablo Prieto en lo personal y en lo profesional?

Un sueño personal es que tengamos paz y salud en el mundo. Y profesionales, me gustaría que en este minuto que estoy de diputado, que todas las corrientes políticas pensáramos en la gente y trabajáramos por la gente, que se pasen las odiosidades de izquierda y de derecha y que pensemos que nosotros estamos llamados a lograr que cada uno tenga una mejor calidad de vida, que exista más justicia en todo orden de cosas, mayor igualdad.

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