Julieta Romero, directora regional de ProChile Maule
“Me siento muy iluminada y sé que donde esté puedo ejercer un liderazgo positivo”
Periodista y mamá de seis hijos, la vida de esta santiaguina radicada desde hace casi 20 años en Talca se divide entre su familia y el servicio público. Ambas actividades le apasionan y le dan la energía suficiente para continuar guiando, junto a su marido, a su familia, y aportar, desde el cargo que ostenta hoy, para mejorar las condiciones de la Región del Maule en el ámbito de la institución que representa.
Julieta Romero Valenzuela es la actual directora regional de ProChile en la Región del Maule, cargo al que llegó hace exactamente un año. Esta santiaguina se define primero que todo como mamá –tiene seis hijos de entre 7 y 20 años- y luego como periodista, título que obtuvo en la Universidad del Desarrollo en Concepción.
Llegó a Talca en el año 2000, ya con sus dos primeros hijos, y aunque la estadía pretendía ser corta, se ha extendido por 19 años, período en que Julieta se ha desempeñado en múltiples labores tanto en el aparato público como privado.
¿Cómo es tu familia?
“Tengo a mis papás que viven en Concepción. Soy la mayor de cuatro hermanos, la única mujer. Y somos una familia numerosa porque yo tengo seis hijos, uno de mis hermanos que vive en Punta Arenas también tiene seis niños, el que vive en Santiago tiene dos hijos y el menor que vive en Copiapó aporta con tres niñitas, así es que mis papás, con 68 años, tienen 17 nietos. Soy muy regalona de ellos y mis niños también, he tenido la suerte que mi mamá es muy cercana a mis hijos y es así porque a medida que los fui teniendo los mandaba de vacaciones una o dos semanas en invierno y verano a Concepción. Y con mi marido hacemos un gran equipo, somos iguales ante los niños y nos acompañamos y nos apoyamos mucho, lo que creo es un gran ejemplo que tenemos de nuestros padres porque mis papás tienen 46 años de matrimonio y mis suegros acaban de cumplir el año pasado 50 años de matrimonio, entonces son familias con matrimonios muy bien avenidos, que se quieren, que son cariñosos y que nos apoyan siempre en todo lo que hemos enfrentado en la vida”.
¿Y cómo fue tu vida en Santiago?, ¿hasta qué edad viviste allí?
“Hasta los 17 años viví en La Reina y estudié en el Colegio San Gabriel y mis hermanos en el Colegio La Salle. Mi niñez fue muy tranquila, muy de familia. Mi papá es periodista, trabajó en Enami en relaciones públicas y los últimos años del Gobierno Militar estuvo encargado de Dinacos, donde terminó luego del plebiscito de 1988, para después asesorar a Jaime Guzmán, con quien trabajó hasta que fue asesinado. Luego de ello Joaquín Lavín lo llevó a la Universidad del Desarrollo. Mi mamá, dueña de casa, muy presente. La verdad es que ambos fueron muy cómplices frente a la formación y educación de nosotros. No vivimos con lujos, pero nunca nos faltó nada, íbamos de vacaciones a la playa, nos juntábamos con primos de Santiago y Concepción. Una niñez y adolescencia muy feliz y con una vida familiar muy rica”.
¿Fue muy fuerte el cambio de Santiago a Concepción?
“Estaba pasando a cuarto medio cuando nos fuimos a Concepción, y la verdad es que siempre fui muy disciplinada y asumida con respecto de hacia dónde iba la familia. No fue un cambio muy fuerte porque nunca fui rebelde ni nada parecido. Además, en mi familia somos muy católicos, Jesús y la Virgen son nuestros pilares y en toda la vida que llevamos, nos amparamos mucho en lo que es ser católico, entonces el apoyo, la fortaleza y toda la base que te puede dar Jesús y la Virgen para nosotros es fundamental”.
¿La profesión de tu padre fue determinante para decidirte a estudiar Periodismo?
“Siempre quise estudiar periodismo, porque me formé en una familia donde había la posibilidad de conversar, de intercambiar opiniones, de conocer, de estudiar, de compartir vivencias. Éramos muy informados porque cuando mi papá estuvo en Dinacos le llegaban todos los diarios y tenía en una pieza como tres televisores donde monitoreaba los canales de televisión, y era muy entretenido comparar cómo se daban las noticias, entonces vivía en un mundo muy actualizado. Mi papá fundó la Escuela de Periodismo de la Universidad del Desarrollo en Concepción, así es que cuando salí de cuarto medio él era el jefe de carrera y yo, la verdad, no me sentía muy preparada para estudiar en la universidad donde mi padre tenía ese cargo, pero tampoco quería estudiar en la Universidad de Concepción, ni menos en la Universidad San Sebastián, así es que decidí estudiar secretariado en el Instituto Manpower y fue muy bueno porque es una carrera que dura un año, pero que te da muy buenas herramientas a mujeres que necesitan empezar a trabajar luego. Ahí conocí un mundo que me hizo salir un poco de la burbuja en que vivía y de conocer realidades de mujeres jóvenes que tenían hijos y que necesitaban salir al mercado laboral, entonces me encontré con una realidad diferente a la mía, pero igual muy valiosa. Luego de esa experiencia entré a Periodismo en la Universidad del Desarrollo, me esforcé mucho, egresé en 1997, hice mi práctica en Chilevisión, y en enero de 1998 me casé, con la idea de tener hijos muy pronto y así fue”.
¿Y cómo se fue dando el desarrollo laboral?
“La verdad es que para mí era más importante desarrollarme familiarmente, así es que cuando llegué a Talca en el año 2000, sin conocer a nadie, ya tenía a mis dos primeros hijos y la idea fue comenzar a buscar trabajo. Fue ahí cuando me ofrecieron asesorar al Colegio Médico como periodista, donde estuve seis años y fue muy entretenido. En ese período, además, nacieron mis otros tres hijos. Posterior a eso, me ofrecieron la gerencia de la Ruta del Vino, cargo en el que estuve tres años y que me permitió postular un proyecto a ProChile, que fue realizar la noche del carmenere en Nueva York, que finalmente fue un evento muy mediático. Luego vino el primero Gobierno de Sebastián Piñera y me ofrecieron asumir la dirección regional de Sernatur donde estuve hasta abril de 2014 y donde pudimos realizar una labor impresionante, de mucho terreno y trabajo con las comunidades, con las empresas y con las organizaciones, una pega muy entretenida y donde además quedé embarazada de mi sexto hijo. En abril de 2014 salí de Sernatur y me costó mucho encontrar trabajo, pero pude apoyar a la Corporación Activa Talca en la organización de una versión del Chancho Muerto y luego me ofrecieron la gerencia del Estadio Español de Talca donde estuve casi cuatro años. Al final llegamos a un acuerdo para partir, porque mi deseo era volver al servicio público y llegué a ProChile hace exactamente un año”.
¿Te gusta el servicio público?
“Sí, es bastante entretenido porque uno puede conectar con la gente dándole información. Siento que ser periodista me ha servido, porque el ser comunicadora, tener la capacidad de conectar, de comunicar, es vital. Vas con la información oportuna donde una persona y con eso puede tomar decisiones que pueden cambiarle la vida. Eso en el servicio público es muy valioso y de verdad me encanta, es apasionante”.
Pero también están tus hijos…
“Este año va a ser tremendo para nosotros debido a que se nos empieza a desgranar el grupo porque están creciendo muy rápido. El mayor tiene 20 años, es futbolista, se fue a los 16 años a la Unión Española, egresó de la parte formativa y no pasó al equipo profesional porque tuvo dos cortes de los ligamentos cruzados, pero volvió luego de las dos operaciones, empezó a mandar sus videos al extranjero y lo llamaron de un College de Utah, así es que se va a Salt Lake City a jugar fútbol y a estudiar, 100 por ciento becado. Mi segunda hija tiene 19 años y estuvo un año de intercambio en Canadá, lo que le dio muchas herramientas aparte del inglés, el año pasado dio la prueba, le fue muy bien y estudia Ingeniería Civil en la Universidad Católica, vive sola en Santiago y le fue muy bien este semestre, es brillante, inteligente y muy autónoma. La tercera tiene 16 años y también se va ahora a Austria de intercambio por un año gracias al Rotary Club, ella es muy líder, es la presidenta del Centro de Alumnos del Colegio Montessori. Después tengo tres hombres de 13, 11 y 7, así es que me voy a quedar con ellos este año y va a ser muy raro, va a haber un cambio familiar importante porque mis niños son muy apoyadores de sus hermanos”.
¿Cómo ha sido vivir con tantos hijos?
“Tener hartos niños me llena de energía, me encanta. Y aunque no es menor porque en cuanto al tema económico todo se hace poco, uno empieza a valorar poder darles las cosas que son importantes. Pero como digo, me llenan de energía y con mi marido nos creemos la muerte porque de verdad son maravillosos, muy inteligentes, deportistas, autónomos y son muy buenos alumnos. Pensamos que de alguna manera hemos logrado formar en nuestros hijos lo que recibimos de parte de nuestras familias, y en ese sentido, somos muy de piel, de harta comunicación y de escuchar mucho a los niños”.
¿Y con tanta actividad, queda tiempo para ti?
“Soy compradora compulsiva (ríe). La verdad es que con mi marido salimos harto porque ya los niños están grandes y se cuidan entre ellos, entonces somos como bien pololos, tenemos harto espacio de compinches, por ejemplo, el sábado en la mañana nos vamos a comprar las verduras juntos o a enmarcar algún cuadro o a tomar un café, es decir, tenemos como hartas instancias. Nunca fui tanto de tener amigas, tengo un par con las que nos juntamos unas dos veces al mes a almorzar, pero la verdad es que yo me realizo viendo a mis niños que están bien, que están sanos, que están teniendo sueños y que de alguna manera los están pudiendo alcanzar. Para mí eso es lo máximo de realización, y en la pega ver también que una es reconocida, que tienes grupos de trabajo en equipo, que vas avanzando. Me siento muy iluminada en el fondo y sé que donde esté puedo ejercer un liderazgo positivo”.