Jorge Vergara Castro, ingeniero agrónomo
Un pez que nada contracorriente por el mundo
Se define como un hombre curioso, sensible a las expresiones de la naturaleza, las comunidades, que ha buscado el sentido de lo que hace en lo personal y profesional. Y es que este Ingeniero Agrónomo maulino de la Universidad de Chile y doctor de la Universidad de París –Sorbonne, antes separaba ambos mundos, pero una amiga que trabajó con él le decía hace muchos años atrás (“La Sole Huerta”) que gastaba su tiempo y su energía en separarlos, pero que tenía que ver la riqueza de su mezcla constante y dinámica.
Es así como hoy se ha proyectado profesionalmente con un profundo sentido humano que refleja en su diario vivir.
¿Quiénes componen tu familia?
Mis padres (Margarita y Osvaldo), mi abuelita materna (María, QEPD), mi tío Pepe (QEPD), mis hijos (Emiliano, Idoïa, Oihan y Maiana), mi expareja, mis amigos (desde el colegio en adelante) y mis colegas (tengo el privilegio de trabajar junto a amigos).
¿Qué recuerdos de infancia más atesoras?
Tomar desayuno junto a la abuelita María: instalados en su cocina, tomar mate cortado con leche y marraqueta tostada con queso derretido en el brasero siempre encendido… Sobre un asiento de madera, que más bien era una caja, en la cual se guardaba la sal de mar comprada para el año. Ir muchas veces a comprar al almacén de Don René, cosas que le faltaban a la abuelita mientras preparaba el almuerzo. No había dinero, se compraba al día y fraccionado. La vida de barrio era dinámica y cotidiana, saliendo del colegio, llegar a jugar con los amigos más grandes y más chicos, se aprendía en conjunto a jugar, a conversar, garabatos, historias, desigualdades, se vivía la vida. Hoy es más difícil imaginarse la realidad, hay una desconexión alucinante con el hoy, el ahora y el vecino.
TRAYECTORIA PROFESIONAL
Desde hace años estás abocado a la asesoría de diferentes comunidades indígenas de nuestro país (patrimonio cultural y natural). ¿Qué ha significado eso para ti?
Lo desafiante, es que no es solo en Chile, hoy puedo decir que hace algunos años ya: “en América”. En lo profesional, el desafío más grande de mi vida, estar disponible para trabajar en situaciones incómodas para algunos e invisibles para otros. Estar a contracorriente. Estar en medio de los conflictos de diferente índole, la violencia soterrada ejercida por los gobiernos de turno, las empresas. Incidir. Ayudar a las comunidades con la entrega de opciones para que decidan autónoma e independientemente, es una tentación hablar por ellos, es el problema de muchas ONG “ambientalistas”: hablan por las comunidades… Yo estoy en el cambio de fórmula, siempre contrapelo, los procesos son más lentos, pero de largo plazo. Miro mis últimos 25 años de profesión y veo que “ohhhh”, los he dedicado a los demás, me mareo un poco por lo vertiginoso del camino recorrido, pero se me llena el alma. En lo personal, un gran esfuerzo, estar en permanente movimiento. Nunca he vivido en donde he tenido mi oficina, tanto en el INIA, el Ministerio de Agricultura, la ONU, ni menos ahora desde mi sociedad consultora y las fundaciones. Siempre en movimiento, es parte de mi cotidianeidad, a veces es desgastante, pero cuando llego a mi casa, me siento en el sillón de turno, tomo un libro y siento el silencio me digo: wow, que suerte tengo de trabajar en lo que me hace sentido.
Hoy en día me encuentro liderando dos proyectos que resumen gran parte de lo señalado, uno es Lurralde, el colectivo de profesionales que se ocupa de los asuntos “operativos” de nuestro trabajo con las comunidades. En Lurralde principalmente buscamos a través de la ciencia y la acción en terreno, apoyar el desarrollo de vínculos a largo plazo entre la economía y lo social de un territorio. Cuando vemos una problemática, nos disponemos a proponer soluciones integrales que abordan la complejidad del territorio y que beneficien a los diversos actores involucrados. El segundo proyecto, es “mi chiche”, la Fundación Diálogos para la Naturaleza, una organización que está en pleno nacimiento y cuyo principal objetivo es ser un espacio para el diálogo, la investigación y la educación sobre la naturaleza y los cambios territoriales en las Américas. Una mirada norte-sur y viceversa, que incorpora el saber indígena a través de la Transdisciplina, en donde esos saberes también son un espacio de creación de ciencia.
¿Cuáles son tus hobbies?
Muchos, depende de los años, no obstante los que perduran son: la música, lectura, viajar, la cocina/comida, los intercambios locales. Es dinámico, y cada vez les dedico más tiempo. El sentido de trabajar es tener tiempo para uno y la familia. Hay un filósofo sudcoreano, alojado en Alemania hace varios años, que habla sobre “la libertad ilusoria” (Byung-Chul Han), es decir, creemos que en la posmodernidad somos libres, pero el ejercicio de esas libertades está diezmado esencialmente por nuestro apego al trabajo, a los smartphones (que son más “nerd” que “Smart”).
¿Cuáles son tus virtudes y defectos?
A ratos impaciente, algunas veces no gestiono bien mis frustraciones. Muy crítico con quienes son importantes en mi vida. Sin embargo, con los años, me siento más lúcido y creativo. Hablar de mis virtudes, uffff, no me es fácil hacerlo, pero creo que la honestidad es una de ellas, en conjunto con la empatía. Destaco también que he logrado encontrar el valor de la calma, los tiempos, el manejo del miedo. El control de la ansiedad. Me gusta reír, y me gusta hacer amigos, es como la música, genera placer. Es como las historias de un libro, pero en primera persona.
¿Cuál es tu creencia espiritual?
Interesante pregunta: soy agnóstico en constante cuestionamiento, no por la duda sobre el apego a una religión en particular, nada de eso, más bien por la pregunta ¿qué significa ser agnóstico en la posmodernidad? Me atrae la definición del “gran arquitecto del universo”, tengo muchos amigos arquitectos, con diferentes visiones y ejercicios del mundo, no me gustan mucho los arquitectos de inmobiliaria masiva, sin embargo, me place la visión que representa “la construcción de la realidad”, y esa estética en la visión espiritual es interesante. Hoy en día me atrae la visión más ancestral de las cosas, el volver al origen. Por eso intento aprender cada día más sobre el Sumak Kawsay (Buen vivir), como acto cotidiano individual y colectivo del mundo Quechua. Sin embargo, también me atrae la visión individual japonesa del “Ikigai”, ese espacio espiritual (no es necesariamente un punto) que también parte de uno mismo (un poco antropocentrista) entre: “mi pasión”, “mi vocación”, “mi profesión” y “mi misión”. Eso sí, conjugándola con el sentido colectivo de la “naturaleza” (ese espacio que es de todos y de nadie a la vez).
¿Qué sueños te faltan por cumplir?
El de la noche próxima (el sentido de la dinámica permanente inagotable, en pleno movimiento). Muchos, adoro los desafíos, hacen que me mueva a diario, por lo tanto, estoy continuamente pensando e inventando nuevos sueños. Ahora concretamente, conocer junto a mis hijos lo que más pueda del mundo y de otras culturas con el fin de compartir con ellos miles de experiencias de vida.
Proyectos en lo personal y profesional
En lo profesional: incidir en América desde el sur. Un laboratorio colaborativo para ayudar al pensamiento crítico sobre la naturaleza a través de la combinación del arte, la ingeniería, las ciencias sociales y la tecnología. En lo personal: Conocer y cuidar mis raíces.