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Hugo Zárate, bailarín y profesor de danza

Un caudal de arte

Lo dijo Pablo Neruda alguna vez, “muere lentamente quien evita una pasión y su remolino de emociones”, y claramente fue el verso que se me vino a la mente luego de conversar con Hugo Zárate en su academia. Y es que Hugo es un hombre lleno de pasión por la vida, esa que lo ha movido en todo momento y que lo hizo salir de su país natal para llegar a Santiago de Chile con los irrefrenables deseos de transformarse en lo que es hoy, un artista respetado, querido y admirado.

Fue una entrevista llena de sentimiento, donde el tiempo pareció detenerse y donde cada palabra de Hugo se transformó en uno de los tantos pasos de baile que elaboraban una coreografía única, esa que representa su vida.

¿Quién es Hugo Zárate?

Hugo ZarateSoy una persona que quiere entregar todo lo aprendido en mi vida, tanto a nivel profesional como también personal. Esto porque he sido muy feliz en el ambiente del ballet, donde las emociones se expresan libremente y con mayor intensidad. He trabajado con profesionales maravillosos y haberme alimentado de sus enseñanzas y verlos ser como personas fue un privilegio, y obviamente uno selecciona lo bueno y lo malo.

Cuéntanos sobre tu familia…

Está compuesta por mi mamá Elda (mi papá Carlos falleció hace un año y meses), somos cuatro hermanos (soy el tercero) más los sobrinos y sus hijos.  Somos de Santa Fe, después vivimos en Junín (provincia de Buenos Aires) y hoy mi mamá vive en Buenos Aires lo mismo que mis hermanos (a excepción de una hermana que vive en aquí en Santiago).

Siempre fuimos la típica familia argentina donde se viven las emociones a flor de piel, nos divertimos mucho, hablamos fuerte y nos expresamos el afecto, está en nuestro ADN.

¿Qué recuerdos tienes de infancia?

Los mejores son aquellos vinculados a lo que incidió a que terminara siendo bailarín. Por ejemplo, mi hermana mayor bailaba, nos gustaba mucho la música, cantar, yo tocaba el piano y la guitarra. Son recuerdos hermosos que marcaron mi niñez y mi juventud. Aunque al principio mis padres no me apoyaron, después terminaron siendo mis mejores fans.

¿Qué te decidió finalmente por la danza?

Tomé un curso de ballet en verano al Teatro Colón de Buenos Aires y me dijeron que tenía condiciones. Además, ya estudiaba teatro y música desde chico, al igual que ballet a escondidas.

En ese tiempo estaba estudiando Contador Auditor, hasta que se dio la posibilidad de tomar un curso de ballet en el Teatro Colón de Buenos Aires, donde me dijeron que tenía grandes condiciones. Eso me motivó para compaginar los estudios con el teatro y el ballet.

Después del curso me decidí a estudiar danza de manera profesional e ingresé al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón de Buenos Aires, consiguiendo también trabajo en una compañía naciente. La carrera de Contador Auditor no la terminé, pero aprovechando mis condiciones en las matemáticas saqué el título profesional de Ingeniero Comercial, que de una u otra forma se complementa con el ballet por su disciplina y responsabilidad.

Al principio llegaste a Santiago…

Así es. En 1988 se realizó una audición en el Teatro Colón donde buscaban varones y quedé en la compañía residente del Teatro Municipal de Santiago donde estuve más de 20 años, dejando de bailar a los 43 años, ya que sentí que había cumplido mi ciclo con una trayectoria sólida basada en un extenso repertorio. Pensé “es hora de dejarle el espacio a la gente joven”.

¿Cómo se dio este cambio de Santiago a Chillán?

A mí me encantaba Santiago por lo que significaba vivir en una gran ciudad y todo lo que ella ofrece además del carrete y todo eso, cuando eres joven, artista y tienes tu dinero, vives en una caja de cristal. Pero con madurez sabes que tienes que innovar y proyectarte hacia una nueva etapa. Por eso, años antes había hecho contactos para venir a hacer clases a Concepción y Chillán. Elegí esta ciudad porque es más tranquila, acorde con lo que buscaba. Acá vivo en una parcela, fuera de la ciudad, es un lugar ideal. Llegué en 2008 y en 2010 abrí el Estudio de Danza. Luego, y antes también, realicé estudios para poder desempeñarme en la enseñanza del ballet.

¿Cómo sentiste la recepción de la comunidad?

Si te refieres al tema de ser hombre y bailarín no tuve ningún problema, pero fue un “golpe positivo” para la danza local, porque venía un bailarín de trayectoria. Los dos años previos a instalarme en Chillán, mientras venía a dar clases, me sirvieron para darme a conocer y sentar las bases de lo que fue el resultado de mi Escuela de Danza, la que ha tenido grandes resultados.

Si lo pienso fríamente, creo que el nivel de calidad se ha incrementado desde que llegué. Lo bueno es que acá hay muchas academias de danza lo que ha hecho que el público logre apreciar y aprender más de lo que sabía.

¿Cómo te proyectas?

Mi idea es profesionalizar la danza, vale decir, sentar las bases para que en Chillán exista una realidad como la que se vive en el Teatro Municipal de Santiago, que se formen tanto bailarines como docentes y estos puedan enseñar mejor y dar buenas bases.

Además, me gustaría realizar otros proyectos, similares al que hago desde hace cuatro años en Los Ángeles, donde soy el director de la compañía del Ballet Municipal que depende de la Corporación Cultural Municipal de Los Ángeles, es un trabajo súper grato que me llena de muchas satisfacciones también.

Zárate íntimo

¿Cuáles son tus pasatiempos en vacaciones?

La verdad es que mi trabajo es muy demandante, pero cuando tengo tiempo libre o vacaciones lo destino a descansar y ver series de televisión. Me encantan. Mi parcela es el mejor lugar para vacacionar. No soy tan buen lector, solo leo lo que me llama la atención y es algo muy variado. También aprovecho tocar el piano, sigo estudiando francés que gusta mucho y de hacer actividad física… Aunque me encanta comer, es uno de mis pecados capitales, como buen argentino (descendiente de italiano) me encantan las pastas, los panes, las facturas, las medialunas, los pasteles, etc.

¿Muchos o pocos amigos?

Soy de pocos amigos, cuando estaba en la compañía de ballet ellos eran mis amigos. Con el tiempo me di cuenta que comencé a restar amigos y a quedarme solo con los que son de confianza, los leales y ellos están mayoritariamente en Santiago.

¿Qué valoras en el ser humano?

La lealtad es clave. La valoro mucho, no romper códigos, cuidar las reglas de amistad, eso hace crecer y mejorar la relación.

¿Pasional o racional?

Absolutamente pasional, la emoción me domina… Con el tiempo uno debería aprender a controlar las emociones, pero siempre seré un eterno aprendiz. Siempre fui de carácter fuerte, temperamental… Tengo que contar hasta 10 a veces, pero me gusta ser así, porque mi vida la he construido de esta manera y soy feliz.

¿En qué crees?

Creo en el karma. Pasé por una época, en la infancia, donde estuve ligado a la institución católica por los colegios donde estudiaba, pero al crecer me di cuenta que no iba por ahí mi fe. Creo que hay algo superior que se manifiesta a través del resultado de nuestras obras, por eso soy un convencido de que hacer el bien se devuelve. Es mejor entregar y proyectar energías positivas para recibirlas de vuelta. Lo que siembras cosechas…

Tu mayor alegría y profunda pena…

Mis mayores alegrías son el nacimiento de mi último sobrino y como segunda cosa mi última función en 2008 y la despedida que me hicieron mis amigos y compañeros del ballet. Fue una fiesta sorpresa, me tiraron pétalos de flores en el escenario, llevaron a toda mi familia… fue un momento de enorme felicidad ya que sentí lo que significaba para mis compañeros y amigos, lo guardo en mi corazón. De esa forma, no lo volvieron a hacer con nadie, por lo mismo tiene un gran valor para mí.

Y la pena más profunda fue la despedida de mi papá porque él estaba enfermo desde hace tiempo. Recuerdo que cuando viajé poco antes de su fallecimiento supe que iba a ser la última vez que lo iba a ver. Es un momento potente porque te lleva a reflexionar sobre la vida… Lo lindo es que a pesar de que al principio se opuso a que fuera bailarín, después ese hecho fue un motivo de orgullo para él.

¿Qué te emociona?

Trabajo con las emociones. Me emociona todo. Cada persona o historia que observo en mi día a día me brindan emociones fuertes. También una canción, una película… Por ejemplo, la música romántica tanto en inglés como español de los ochenta… En cuanto a películas mi favorita es “Romeo y Julieta” de Franco Zeffirelli que me llega al alma, soy muy romántico, es una historia muy potente e intensa como yo (se ríe).

¿Hay algo de lo que te arrepientas?

A veces por ser emocional he dicho cosas que no debí. Palabras innecesarias que luego de analizarlas profundamente no fueron las más acertadas. Pero lo importante es darme cuenta de ello y no volver a repetirlo.

¿Cómo te gustaría que te recordaran?

Como un hombre apasionado que lucho por ser feliz cada día y que entregó todo lo que recibió a quienes quisieron aprenderlos. Creo que eso refleja la generosidad que me mueve y que mis cercanos conocen muy bien.

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