Dra. Ximena González Brignardello: La historia de una mujer inquieta
Santiaguina de nacimiento y talquina por adopción, esta profesional del área de la salud fue construyendo su vida personal y profesional con claridad y perseverancia, apuntando a un objetivo pensado en cómo quería hacer las cosas. Hoy maneja un laboratorio clínico que le permite vincularse con los aspectos profesionales que más le llenan y que le deja tiempo para disfrutar de cosas simples donde la amistad juega un rol fundamental.
“Yo y toda mi familia somos de Santiago, donde viví mi infancia y juventud, en la comuna de La Reina. Tengo dos hermanas menores y asistí desde primero básico al Liceo Manuel de Salas, colegio de donde egresé de cuarto medio. Mi padre fue arquitecto y trabajó en el Serviu toda su vida, y mi mamá, siendo muy inteligente, no siguió estudiando luego de casarse, pero trabajaba en algunas cosas en la casa para aportar con dinero, por ejemplo, haciendo tejidos, e incluso se compró una máquina de tejer industrial, siempre estaba haciendo cosas y aun trabaja conmigo en asuntos administrativos”.
Es la presentación que hace Ximena González Brignardello, médico de profesión y dueña del laboratorio clínico que lleva su nombre en Talca, una empresa que comenzó a construir luego de apostar su proyecto personal en esta zona. De personalidad alegre e inquieta, González repasa los mejores momentos de su vida.
¿Qué recuerdos tiene de su infancia?
“Buenos recuerdos. Es que nosotros vivíamos en La Reina en una calle pequeña que estaba cerrada por un lado y ahí vivían casi solo familias de Serviu, entonces éramos todos conocidos, casi todos de la misma edad y jugábamos todo el día, andábamos en bicicleta, en patines, al pillarse, a la escondida, entonces tengo muy buenos recuerdos de esa época. Y el colegio me quedaba relativamente cerca, pero yo era muy tímida, y eso me generaba problemas, pero de alguna forma los profesores lo pasaban por alto porque tenía muy buenas notas, además que el Liceo Manuel de Salas se caracteriza por ser un colegio muy participativo y los alumnos teníamos mucho que investigar y presentar los trabajos, entonces de a poco me fueron quitando la timidez y empecé a desarrollar algunas habilidades que no tenía. Incluso recuerdo que participamos un año en una competencia de colegios para un canal de televisión, entonces nos juntábamos todos los compañeros en mi casa y mi mamá nos preparaba comidas ricas. El concurso era sobre Chile y mi mamá nos incentivaba que si pasábamos las etapas nos iba cocinando lo que quisiéramos. Me acuerdo de haber estado en un estudio de televisión con otro colegio y debíamos responder preguntas, igual nos eliminaron en la segunda oportunidad, pero fue una experiencia muy enriquecedora”.
¿Alguna experiencia que la haya marcado en la adolescencia?
“Sí. Me gustaba mucho el francés antes de salir del colegio y en esa época empezaron unos viajes de intercambio a Tahití. Postulé con varios de mis compañeros y mis papás hicieron un gran esfuerzo para poder enviarme. Estuvimos casi dos meses allí y eso fue para mí como un despertar, dejé de ser tan tímida porque me di cuenta de otras cosas, otras culturas, otras formas de ser, otras formas de relacionarse, de amistad. Ahí me di cuenta que no era el patito feo que yo pensaba y eso significó de alguna forma que fui perdiendo la timidez”.
¿Y cómo recuerda esa experiencia?
“Tenía unos 16 años y creamos muchos lazos de amistad con los compañeros chilenos y tahitianos que antes habían venido a nuestras casas. Mi familia tahitiana vivía a media cuadra del colegio, pero al tercer día decidimos que era mejor ir de paseo y como ellos se movilizan en motos, partíamos todos juntos a la playa y ahí nos quedábamos debajo de las palmeras, comíamos frutos del árbol del pan y nos bañábamos todo el día. Mi papá tahitiano era el secretario del alcalde, Napoleón era su nombre, mi querido papá que fue el culpable de hacerme adicta al chocolate, ya que llegaba con cajas y cajas de chocolates suizos. Con él íbamos a diferentes actividades, incluso estuvimos en primera fila en una competencia de boxeo. Son cosas que yo nunca había hecho, así es que fue una muy linda experiencia, que atesoro en el fondo de mi corazón”.
Y luego la medicina, ¿por qué esa profesión?
“Entré a la escuela con un buen puntaje y quedé en Medicina en el Hospital El Salvador, porque en ese tiempo ya estaba dividida la facultad. Éramos un curso pequeño, de unos 45 a 50 alumnos, y ahí hice todos mis estudios. Desde pequeña me interesé en la medicina, aunque no había nadie en mi familia con esa profesión. El único acercamiento que tuve con la medicina antes de la universidad fue que mi madre hacía cólicos renales frecuentes y mi padre le ponía las inyecciones, pero cuando él no estaba, por ser la mayor de las hermanas, tuve que aprender”.
¿Y cómo fue desarrollando esa carrera?
“En ese tiempo era muy difícil postular a becas y programas de formación y como me gustaba mucho la carrera ya en tercer año empecé a hacer turnos de urgencia como alumno. Ahí comencé a ayudar y a vivenciar la medicina, aprendiendo las bases de la anamnesis, el examen físico y el diagnóstico del servicio de urgencia, con un profesor al lado. Es una práctica que da mucha experiencia y seguridad, plantando las bases del futuro médico que uno será. Al recibirme, me gustaba mucho la oftalmología y la cirugía, pero finalmente tomé un cargo de médico general de zona en Villa Alegre donde estuve dos años y luego tres en el Hospital de San Javier. En ese tiempo tuve a mis dos hijos, César y Esteban, y cuando cumplí los cinco años de estadía en la zona, postulé a una beca de retorno en el área de laboratorio clínico, básicamente porque quería ser una madre presente para criar a mis hijos”.
¿Entonces su relación con el Maule parte con esa decisión de ocupar el cargo de médico general de zona?
“Así es, me casé con un compañero de curso y buscamos un lugar donde pudiéramos estar los dos ejerciendo la medicina. Así llegué a Villa Alegre y mi marido a Talca. Después de los cinco años volví a Santiago a hacer la formación en laboratorio, que era una beca que estaba empezando para los médicos porque antes los que se hacían cargo del laboratorio eran químicos y tecnólogos, pero no médicos. Y la idea era formar especialistas que pudieran relacionar ambos mundos que se han ido desarrollando aparte”.
¿Y cómo recuerda esa etapa?
“Fue difícil porque mi marido en ese entonces y mis hijos se quedaron en Talca y yo viajaba a Santiago. Al poco tiempo aparecieron los problemas porque mis hijos me extrañaban mucho y yo también a ellos, transformándose en un drama la partida el domingo en el tren. Me comencé a desesperar y pensé que no era capaz de seguir, pero después puse sangre fría y terminé porque no podía abandonar la oportunidad de formarme en lo que quería. Al terminar la beca ya estaba la familia reunida en Santiago y empecé a trabajar en distintos hospitales, primero en el Luis Calvo Mackenna contratada en el laboratorio de investigación de la Universidad de Chile donde estuve alrededor de 9 meses, luego me fui al Hospital Roberto del Río porque notaba que estaba débil en microbiología, luego postulé a un cargo en el Hospital San José y me contrataron como Médico Jefe de Laboratorio Central del Hospital. Por asuntos familiares, renuncié a ese cargo y me vine a la ciudad de Talca, quise entrar al Hospital Regional pero no fue posible y comencé a ver qué haría de mi vida, tenía algunos ahorros y me decidí por formar algo propio. Me demoré en encontrar un lugar, pero finalmente lo hallé en una galería en 2 Oriente entre 1 Sur y 1 Norte, un local muy pequeño donde inicié mis actividades de médico laboratorista clínico el 7 de agosto del año 1989. Después fui creciendo como laboratorio y nos cambiamos a la parte exterior de la galería, en la misma calle 2 Oriente. Luego nos trasladamos al edificio Plaza Centro donde me instalé en el segundo piso y finalmente llegamos a nuestras actuales dependencias en la calle 2 Poniente con 3 Norte, en el Edificio Médico Integral, en el tercer piso”.
El haber formado y desarrollado esta empresa, ¿qué le ha permitido?
“En términos generales me ha permitido desarrollarme como empresaria, como laboratorista clínico, como profesora ya que también estuve haciendo clases en la Universidad de Talca en la carrera de Medicina. Cuando estaba empezando hice un magíster en administración de empresas para potenciar cosas en las que uno está débil como manejo de personal y otras temáticas. Como profesional, me he desarrollado en mi especialidad, creciendo como laboratorista, tratando de aportar mi experiencia y mis conocimientos para el bienestar de los pacientes, intentando ayudarlos a solucionar los problemas que enfrentan en la parte laboratorio. Como médico general me ha permitido no perder la clínica, haciendo exámenes preventivos para algunas Isapres y mantener el contacto con los pacientes. Como mujer, me ha permitido desarrollarme integralmente”.
¿Está satisfecha con todo lo que ha logrado?
“Sí, muy satisfecha y muy agradecida de la región porque ha permitido mi desarrollo en muchas áreas y he logrado hacer todo lo que yo pretendí y lo que quería en la parte profesional. Me encanta mi trabajo y creo es valorado. Una de mis metas era que mis exámenes fueran reconocidos en Santiago, lo que ha sucedido. Además, me preocupo de ir mejorando la tecnología, renovando equipos y manteniendo un sistema de calidad, en este momento certificado en ISO 9001:2015. En la parte económica he logrado tener una estabilidad y puedo darme algunos gustos. Y en la parte personal, aun cuando el matrimonio no funcionó, hoy estoy divorciada y feliz con lo que da la vida”.
¿Con qué equilibra todo el peso del trabajo y llevar adelante esta empresa?, ¿con qué se entretiene?
“En este momento más que nada las amistades y mi familia, que está casi toda en Santiago: mis hijos y nietos, mi madre, hermana, sobrinos, y todo el familión de ascendencia italiana, entonces voy regularmente a Santiago. Tengo una hermana y sobrinos en España, que tampoco puedo dejar de visitar. En el verano me gusta salir a caminar, al gimnasio, me encanta leer, preocuparme de mi jardín, ver películas y compartir con amistades, todas cosas muy simples”.