Entrevista

Cristina Bravo, consejera regional del Maule

Con el corazón puesto en Curicó y en el servicio público

Asistente Social de profesión, la actual representante de la provincia de Curicó en el Consejo Regional (CORE) repasa cómo los primeros años de universidad fueron marcando fuertemente su vocación de servicio y su interés por apoyar a los más necesitados. Valora las lealtades, el trabajo en equipo, la humildad y la familia, su pilar fundamental en todo lo que ha emprendido como desafíos profesionales y personales.

¿Cuál es el origen familiar de Cristina Bravo?

“Nací en Talca, no tengo hermanos del matrimonio de mis papás, pero sí tengo un hermano que mi papá tenía antes de casarse con mi mamá. Estudié toda la básica y media en Talca, pero mi vida ha sido itinerante en la región, es por eso que si bien no nací en Curicó, he estado toda mi vida ligada a esta amada ciudad, desde niña y luego como estudiante y profesional.

¿Qué recuerdos tienes de la infancia y adolescencia?

Cristina Bravo, consejera regional del Maule“Fue una etapa en que compartía harto con mis primos, porque tengo muchos por ambos lados, materno y paterno; mi mamá tiene 10 hermanos y mi papá 10, así es que era una familia grande y tengo buenos recuerdos de mi infancia, de juntarnos todos los domingos y los fines de semana porque siempre almorzábamos con toda la familia extendida, muchas veces en la casa de una hermana de mi mamá, igual que para Navidad y Fiestas Patrias. Además, tengo grandes amigos que todavía me quedan del colegio, entonces era en general una vida tranquila, de compartir en el colegio, con los amigos y con la familia. En el colegio me iba bien, salí con promedio 6,1 de la enseñanza media y siempre tuve claro lo que quería estudiar, no así lo que iba a hacer, pero Asistente Social era lo que me gustaba”.

 

¿Y siempre te llamó la atención esa profesión?

“Me llamó la atención porque la mamá de una compañera era asistente social del Ministerio de Obras Públicas, yo iba a su casa y le preguntaba qué hacía, eso desde muy pequeña, entonces luego me fui a Curicó por el trabajo de mi papá, funcionario de Gendarmería, y porque la carrera la tenía la Universidad Católica del Maule en esa ciudad, que fue donde finalmente me establecí, me quedé trabajando, me casé en Curicó y sigo viviendo”.

¿De dónde fue surgiendo la orientación por el servicio público?

“Eso fue porque en la universidad empecé a trabajar con el vicario de la época en Curicó, trabajando con la Pastoral de la universidad en los campamentos de la ciudad. Había uno muy conocido que se llamaba Campamento Alameda Sur que estaba ubicado en el puente viejo de Los Niches y ahí empezamos a trabajar junto a un equipo de profesionales de distintas carreras, labor que se extendió por harto tiempo hasta que logramos erradicar a la gente de ahí para que tuviera su casa propia. Se hizo un trabajo social importante al alero del vicario de esa época”.

¿Y cómo te comienzas a interesar por la política?

“Mi relación con la política fue casi nula cuando era más chica. Solo sabía que el ex intendente de Talca en 1973, Germán Castro, fue familiar de mi mamá. Eso fue lo más cercano a algún hecho político que tuve o escuché, porque de esa etapa nunca tuve idea principalmente porque mis papás no hablaban de esos temas en la casa. Recuerdo que en el colegio me preguntaron una vez qué significaba el 11 de septiembre de 1973 para el país y ahí escuché distintas opiniones, lo que gatilló una curiosidad por saber más de esos hechos, pero en mi familia nunca se habló, aun cuando mis papás me dieron su versión de las cosas. Y ya en la universidad el hecho fue más evidente, creo que el trabajo que hicimos en el campamento fue clave”.

Después de la época universitaria, ¿qué rumbo tomas profesionalmente?

“Empiezo a trabajar en el Fosis como profesional en las comunas de Teno, Romeral y Rauco levantando proyectos sociales con la comunidad, porque en ese tiempo la institución tenía algunos recursos para que se trabajara en iniciativas con las comunidades. Después estuve en la Fundación Crate en algunos de los dispositivos de la institución como, por ejemplo, en el hospital de día para pacientes esquizofrénicos, luego en el Hogar Padre Hurtado y más tarde en el Servicio Nacional de la Mujer, en ese tiempo, ahora Sernameg, como coordinadora regional del Programa de Violencia Intrafamiliar donde estuve un par de años hasta que asumí como directora regional del Servicio de Registro Civil e Identificación por seis años y medio. Posterior a eso, en la Superintendencia de Pensiones cuando se estaba abriendo la agencia en Talca y luego como Gobernadora de Curicó hasta agosto de 2017, cuando renuncié para postular al Consejo Regional que actualmente integro”.

¿Fue muy difícil dejar el cargo en la Gobernación?

“Fue una decisión difícil de tomar porque si bien sabía que ser Gobernadora tenía un plazo que expiraba el 11 de marzo de 2018, igual fue complicado porque es salir de tu estado de confort. Yo estaba tranquila en la Gobernación, pero tomé la decisión motivada por la familia, que es muy importante, y por los amigos, de atreverme a ir de candidata a consejera regional, que era algo nuevo porque estar en campaña no es fácil. Afortunadamente me fue bien y me gusta el trabajo que hago desde el Consejo Regional, porque creo que uno puede aportar mucho más de lo que hacemos hoy, nos quedan muchas cosas por hacer porque el Maule es una zona que tiene todavía muchas carencias que si las abordamos correctamente, le iremos cambiando la calidad de vida a las personas, que es lo más relevante”.

¿Qué te ha enseñado esta trayectoria por el servicio público en términos profesionales y personales?

“Creo que, en términos personales, a valorar las lealtades, a tener muy claro quiénes son tus amigos. Además, la importancia del apoyo que te entrega la familia, eso es algo fundamental, en este caso de mi marido y los niños, que también me incentivaron a que me atreviera en esta aventura de la candidatura a consejera regional.  Y también, creo que ser muy humilde, la humildad es un tema fundamental sobre todo cuando uno está en cargos públicos, teniendo siempre los pies sobre la tierra, teniendo la claridad de que los cargos son pasajeros, y que los valores y las normas con las cuales fuiste criado en tu familia no hay que perderlas.

En el ámbito profesional, en todas las partes donde he trabajado es fundamental el equipo con el cual realizas tu gestión. Creo que, como jefe de servicio o director de alguna institución, los logros que se pueden obtener son gracias al trabajo de las distintas personas con las cuales trabajas; cualquier profesional que crea que logra cumplir metas solo en su trabajo, sobre todo cuando lideras un equipo, está equivocado porque para alcanzar las metas y objetivos de las instituciones, lo fundamental es el respeto y la valoración de la experiencia de la gente que trabaja en ella. Teniendo claro eso, creo que cometes menos errores. Y lo otro, es que la política es dura para las mujeres, porque los hombres no te ven de igual a igual, aunque este aspecto, desde un tiempo a esta parte, ha ido cambiando, eso se refleja en el alto porcentaje de mujeres jefas de hogar que tenemos en la región, por ejemplo, en la provincia de Curicó más del 85 por ciento de los presidentes o dirigentes de las distintas organizaciones son mujeres y son jefas de hogar, entonces creo que eso es un cambio tremendo porque nosotras tenemos capacidad de hacer muchas cosas y ejercer muchos roles haciéndolo bien”.

¿Cómo se conforma tu familia?

Cristina Bravo, consejera regional del Maule“Mi marido es Osvaldo Alcázar, curicano, ingeniero civil industrial, y mis niños son Florencia y Santiago, de 14 y 16 años, además de una hija de mi marido, Rosario de 22 años, que no vive con nosotros porque estudia en Santiago. Mi familia ha sido un pilar fundamental, sobre todo cuando estaba en campaña porque había momentos en que tenía reuniones muy tarde o en lugares apartados y ahí mi marido me apoyó mucho en el cuidado de los niños, pero eso ha sido desde siempre, apoyándonos mutuamente en las diferentes tareas”.

 

¿Cómo se produce ese apego y ese cariño que tienes por Curicó?

“Soy curicana por opción, me gusta vivir en Curicó, mi marido es curicano, mis hijos estudian en Curicó, me gusta la ciudad porque creo que hay mejor calidad de vida, las distancias son más cortas, se privilegia la vida familiar, el compartir con los amigos. Mi cariño por Curicó y la opción de vivir allá es porque mis estudios los cursé ahí, comencé en el servicio público y todo lo he hecho en Curicó, conozco a la gente, conozco el territorio, y me siento segura ahí, me siento como en mi casa”.

¿Con qué te desconectas de todo lo que implica tener un cargo de representación en el servicio público?

“Desconectarme es como difícil, pero cuando salimos de vacaciones me encanta ir a la costa de Curicó. En el diario vivir, desde hace cinco años aproximadamente, estoy practicando entrenamiento funcional, entonces voy tres o cuatro veces a la semana y eso me ayuda mucho por un tema de salud y porque permite reactivarme. Además, me gusta harto leer y compartir con mis hijos con los cuales hacemos actividades, vamos a entrenar en el verano, pasamos tiempo juntos y lo disfrutamos porque están en una edad en que los puedo entender porque afortunadamente soy una mamá joven y tenemos una relación de mucha confianza y cercanía”.

¿Con qué sueñas en términos personales, familiares y profesionales?

“En términos profesionales creo que a uno siempre le gusta crecer y mi idea es seguir trabajando en el servicio público porque me gusta mucho trabajar con la gente, en terreno, tratando, desde el ámbito en que me desarrollo, de contribuir a que las personas puedan mejorar su calidad de vida. Y, además, quiero lo que quiere todo el mundo, ser feliz, que tus hijos estén bien, que estén felices, que estén sanos, que cumplan sus sueños. Creo que uno siempre se pone techos, pero esos techos son invisibles y uno tiene que creer que es capaz de lograr todo lo que se propone y yo, cuando quiero algo realmente, me la juego hasta que lo logro. Eso es un poco lo que me define hoy y lo que quiero hacer”.

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