Heinrich Männle, enólogo “Me gustaría que mis hijos continúen el crecimiento innovador de la viña”
En 1987 llega a Chile, desde Alemania, el enólogo Heinrich Männle trayendo consigo la tradición de una familia ligada a la actividad vitivinícola. Al cabo de unos años, nace Viña Männle, en el sector El Naranjal camino a Portezuelo, siguiendo la línea forjada allá en su ciudad natal Durbach.
Con un sólido crecimiento tras el cual hay mucho trabajo y sacrificio, esta empresa familiar ofrece actualmente su auténtica calidad en una amplia gama de cepas, entre ellas se encuentan: Cabernet Sauvignon, Carmenere, Merlot, Syrah, Chardonnay, Sauvignon Blanc y Moscatel, donde el 90% es exportado a países como Alemania, China y México.
Hoy, consolidada en el sector de la comuna de Bulnes, con una planta de 1000 metros cuadrados, Viña Männle se transformó en una empresa de prestigio, distribuyendo sus vinos desde Ñuble al resto de las regiones. La viña cuenta con una bodega que posee maquinarias importadas de última tecnología, estanques de acero inoxidable, una sala de barricas de roble francés para observar el proceso de maduración del vino, sala de degustación, una línea propia de envasado y etiquetado, entre otras características.
¿Quién es Heinrich Männle?
“Soy un enólogo alemán, hijo de una familia de viñateros que cuenta con una larga trayectoria en el rubro del vino. Mi familia de Durbach, está compuesta por mi padre Andreas, mi madre Hildegard y mis 5 hermanos”.
Pero la historia de Heinrich es bien particular, ya que en 1985 pisa por primera vez el suelo chileno cuando viene a realizar una práctica profesional con 27 años en Curicó, esto a sugerencia de un gran amigo, Mario Montero, con el que había estudiado en Inglaterra. Aquí además conoció a una chilena con la cual se casó, lo que hizo que se quedara en nuestro país de forma definitiva en 1987.
“Al principio, me desempeñé en innovación para los destilados de frutas exportables y a partir del 2000 me cambié al área vitivinícola, trabajando y centrándome fuertemente en la producción del vino”.
¿Qué le pareció el país?
“Lo encontré bonito, económico y con mucho futuro en mi rubro, a pesar de que en un principio no pensé en disponer una viña, ya que contábamos con una en Alemania. Pero mi hermano quedó a la cabeza de esa viña familiar y tuve la inquietud como también la posibilidad de hacerlo.
Recuerdo que llegué a Ñuble con un estudio que hice a fines de los ochenta, el cual indicaba que Ñuble tenía un gran potencial de una fruta que se llamaba “la pera roja”, muy apetecida en Europa y por eso nos instalamos aquí. Por otro lado, Chillán era una ciudad que tenía un colegio alemán por lo que la zona me pareció atractiva”.
¿Quiénes componen su familia actual?
“Mi pareja María Troncoso y mis 4 hijos, tres hombres y una mujer. El mayor Christian vivé en Santiago, luego vienen Andreas y Heinrich Martin, quien también es enólogo (ambos trabajan conmigo) y la menor, Heidi, que comenzará a estudiar el próximo año”.
¿Cómo ha sido el crecimiento de la viña?
Tenemos una historia bastante larga, con altos y bajos, pero con un franco crecimiento y desarrollo, aun cuando es una producción muy lenta. Los frutos se ven después de más de 20 años de duro trabajo, es ahí donde se llega a una estabilidad firme. De todas maneras, hemos crecido en exportaciones y en el enoturismo, pero quedan muchos objetivos que concretar”.
¿Cuáles son las cepas que trabaja Viña Männle?
“Tengo contratos con diferentes agricultores de la zona aquí en Bulnes, Quillón, Coelemu, Huape, entre otras localidades, con cepas antiguas como País, Malbec, Pinot Noir, Moscatel, Cinsault, Syrah, Carmenere, Sauvignon Blanc, Cabernet Sauvignon, entre otras. Yo compro calidad y eso es un factor de nuestro prestigio. Además, siempre estamos en constante innovación, por ejemplo, estamos incursionando con vinos de berrries como arándanos, cerezas, frambuesas, entre otras, que tienen una cierta demanda en el mercado nacional”.
La tecnología es clave para la innovación…
“Así es, en ese aspecto somos una de las plantas más modernas del valle del Itata. Todo lo que es maquinaria proviene de Europa, específicamente de la viña familiar en Alemania”.
Además, el enoturismo es un área que han venido trabajando fuertemente…
“Hoy en día, es un factor muy importante. Por este motivo es que nos hemos incorporado a la ruta del vino en el valle del Itata, con buenos resultados. Tenemos siempre visitas de diferentes empresas que quieren conocer y saber de vinos. Más aún contamos con tours programados y damos charlas con degustaciones donde las personas conocen el proceso del vino. Es un trabajo muy minucioso”.
¿A qué países están exportando?
“En estos momentos estamos presentes en Alemania, China (Taiwán) y México. Paralelamente estamos sondeando otros mercados, pero con mesura”.
¿Cuáles son los objetivos a mediano plazo?
“Uno siempre sigue soñando. Hay que ir paso a paso. Mucha gente que viene me sugiere tener un restaurante, un hotel…. Son proyectos que vienen a mediano plazo. Es algo que estamos evaluando ya que contamos con un lugar privilegiado. Lo importante es la retroalimentación con la gente”.
Ser Humano
¿Qué recuerdos tiene de su infancia en Alemania?
“Tuve una infancia bastante linda en mi pueblo (Durbach), crecimos en una familia armónica y unida. Nos levantábamos temprano para estudiar y trabajar en la viña. Todo bien disciplinado. Se me vienen a la mente los juegos con mis hermanos… Hay muchos recuerdos bonitos. También estuve en una banda de música folclórica donde pasé momentos muy agradables”.
¿Cómo ha cultivado la amistad en su vida?
“En Alemania uno tiene muchos conocidos, pero pocos amigos. Allá un amigo es una persona con la cual se tiene un vínculo más profundo, más familiar. Se tiene máximo dos verdaderos amigos. Recuerdo uno muy importante, Alois, quien ya falleció y otros tantos buenos conocidos en el club de fútbol y en la banda musical en la que participé. En Chile, puedo afirmar que tengo dos amigos entrañables, Mario Montero de Curicó que hoy vive en Santiago, con quién estudié en Inglaterra y me trajo a Chile, y Juan Astorga, también de Curicó. Igual destaco y valoro el cariño de muchas personas tanto en Chillán como en Bulnes…”.
¿Cuáles son sus pasatiempos?
“Leo mucho sobre mi profesión. Siempre me gusta seguir aprendiendo y profundizando lo que uno sabe. Son libros que tengo en todas partes de mi casa. Otras pasiones que practiqué son el fútbol (jugué en el conocido Club Deportivo Avance de Chillán) y hacer actividad física. Asimismo, también me gusta la música folclórica alemana y chilena, incluso me gusta bailar cueca…”.
¿Qué paralelo puede establecer entre la sociedad alemana y la chilena?
“Alemania está muy bien desarrollada, esto gracias a que la puntualidad es lo principal, no solo en lo formal sino también en lo informal. Aquí en Chile se trabaja 10 horas y las personas no se cansan como allá en 8 horas. Esto es porque no se administra de buena manera el tiempo.
Claro que acá se vive sin tanto estrés como en Alemania. Eso es una ventaja en Chile, sobre todo en relación con el vivir en regiones. Yo lo experimento incluso trabajando los 7 días de la semana”.
¿Qué lo emociona?
“Me emociona cuando uno tiene el reconocimiento de la gente. Es muy satisfactorio sentir el cariño de las personas. Lo otro que me motiva es la armonía que tengo con mi pareja y una familia que me apoya al 100%. Ese aspecto es fundamental para continuar creciendo con el proyecto de la viña”.
¿Admira a alguien?
“Hay varias personas que admiro, ya que supieron aprovechar las oportunidades. Algunos son ex trabajadores míos y hoy son empresarios muy exitosos. Me siento feliz de haber sido parte de ese apoyo que necesitaron en su momento para lograr crecer y consolidarse”.
¿Hay algún sueño de juventud que le falte por concretar?
“Creo que tengo casi todos mis sueños logrados, pero me gustaría que cuando me retire, la empresa esté sólida para que mis hijos continúen el trabajo de seguir creciendo (restaurante y hotel). Lo mismo que hizo mi padre, quien nos entregó la viña en óptimas condiciones para que hiciéramos algo mucho más profundo. En mi caso, aspiro a llegar al mismo nivel de mi papá”.