María Eugenia Martín. Presidenta ONG Luces del Futuro
UNA MUJER COMPROMETIDA Y ALTRUISTA
Es educadora de párvulo, esposa, madre y abuela. Apasionada por la ayuda social, cumplió su sueño de poder tener una institución no gubernamental para apoyar a mujeres que lo necesitan.
Nació en Chillán, vivió hasta los dos años en San Nicolás para volver a la capital regional de Ñuble. Es la menor de cinco hermanos, hija de Sergio Martín Álamos, quien fue muchos años alcalde de San Nicolás en el tiempo en que solo se recibía el honor de tener aquel cargo y no así salario, mientras que su madre, Carmen Jünemann Mardones, también fue alcaldesa y jueza suplente de San Nicolás.
Y es que María Eugenia Martín describe con orgullo, de manera pausada pero optimista, todos los momentos de su vida: “Los sueños siempre se pueden cumplir y nadie puede decirte que no. Uno debe luchar por ellos y si te comprometes a algo, debes cumplirlo”, comenta.
Vestida de delantal celeste y naranjo con el logo de la institución ONG Luces del Futuro, María Eugenia nos invita a pasar a su oficina cálida y acogedora, como los demás lugares que componen la Casa Hogar, para dar inicio a una conversación íntima sobre su vida, su familia, trayectoria, proyectos y sueños a futuro.
¿Qué recuerdos tiene de su infancia?
Muy alegre, compartiendo con mi familia, ayudando siempre, junto a mi hermana mayor, a nuestra mamá. Una infancia extraordinaria, no podría decir más.
¿Y su paso por el colegio?
Estudié en el colegio Instituto Santa María, ahí recuerdo que las “monjitas” siempre se preocupaban por mí, me sobreprotegían porque yo era muy delgada entonces siempre estaban atentas porque me querían mucho. Luego me cambié al colegio Padre Alberto Hurtado donde egresé de cuarto medio. Al igual que mi infancia, recuerdo esta etapa como maravillosa, tenía a mi grupo de amigas y participaba siempre de las actividades del colegio.
Y luego estudió educación de párvulo, ¿por qué esa profesión?
Estudié Educación de Párvulo cuando estaba la Universidad de Chile acá en Chillán, decidí esa carrera porque me gustaban y me siguen gustando muchos los niños, compartir con ellos y brindarles ciertas herramientas que les servirán a futuro.
¿Cómo fue desarrollando esa carrera?
Me habían pedido quedarme en la universidad trabajando pero me fui a Concepción junto a mi esposo. Trabajé dos años en un jardín infantil penquista, un año en sala cuna y luego armé un espacio en mi propio departamento para estar con bebés, sin embargo, tiempo después me dediqué a cuidar a mis hijos al 100%, volvimos a Chillán y formamos un trabajo familiar en Radio Alborada, me encanta porque se hace mucha labor social, pero sin duda la ONG Luces del Futuro es lo que me apasiona, te dedicas a ayudar y a trabajar con personas.
Súper familia
¿Quiénes constituyen su familia?
Mi esposo, Jorge Vaccaro, mis tres hijos Jorge Andrés, Pablo Eduardo y Eugenia Francisca y cinco nietos, cuatro mujeres y un solo hombre, el campeón (ríe). Tengo una familia bella, no tengo nada que decir, somos súper unidos, si podemos salir todos juntos, lo hacemos.
¿Y cuántos años de matrimonio?
Llevamos 42 años de matrimonio pero pololeamos 7 años antes, nos conocimos cuando éramos muy chicos y de verdad que ha sido maravilloso todo lo que hemos construido.
Pasión por lo social
¿Cómo se define?
Soy una persona entregada, capaz de dar todo para ayudar al otro, persistente, me gusta hacer las cosas bien y soy exigente conmigo misma. Lo que sí, que no sé si es bueno o malo, me duele mucho cuando la gente ataca a otra persona sin motivo, me cuesta un poco superarlo, no es que sea rencorosa pero lo ideal sería olvidarme, decir ya pasó y pasó, pero eso hay que trabajarlo.
¿De dónde nace este rol social?
Nace por un sentido social familiar. Herminda Martín Mieres fue una bisabuela mía, ella fue quien donó los terrenos para la construcción del Hospital Clínico que lleva su nombre en Chillán. Además, mi abuela Blanca Álamos Alarcón fue una de las fundadoras y presidenta de la institución chillaneja Gota de Leche hasta su fallecimiento. Me gusta esto, siempre pensaba ‘qué ganas de poder tener un hogar, me encantaría’ pero era una cosa lejana, hasta que llegó la oportunidad.
A veces pienso por qué no lo hice antes, pero quizás no era el momento. Sé que todavía puedo ofrecer harto, mientras esté vigente, con vida y entusiasmo se puede entregar mucho, la edad no es impedimento para nada, me siento como si tuviera treinta (ríe).
ONG Luces del Futuro
Luces del Futuro es una organización no gubernamental que brinda un hogar a madres e hijos vulnerados, otorgándoles también contención emocional y actividades recreativas, independiente de su condición económica. La Casa Hogar es un lugar cómodo y amplio, cuenta con un comedor, habitaciones amplias, sala para amamantar, cocina solo para manipular mamaderas, entre otros espacios. Actualmente viven siete mujeres, seis haitianas y una chilena, todas con sus hijos.
¿Cómo enfrentó el desafío de ser presidenta de la ONG Luces del Futuro?
Era y es un desafío tremendo, en sus inicios toqué muchas puertas para que la ONG pudiera funcionar. Empecé en 2010 para obtener la personalidad jurídica, buscando socios que quisieran colaborar con esta causa, perseveré mucho porque todo era protocolo y a largo plazo, pero nunca quise dejar esto, siempre pensé que lo iba a lograr y de a poco comenzamos a constituirnos.
¿Cuál es el sello de la ONG?
Yo quería hacer algo que fuera distinto, diferente, que entregara una propuesta donde las mujeres se sintieran valoradas y se sintieran como en casa, pienso que lo hemos logrado.
¿Por qué solo mujeres?
Porque las mujeres somos más golpeadas en todo sentido, son tremendamente violentadas, es mucho más duro para nosotras. Entonces cómo no ayudarlas, cómo decirles que valen, porque son únicas y deben valorizarse como mujer y persona. Esa es la idea de esta casa, que irradie amor y paz.
¿Cómo ha sido la experiencia?
Ha sido una experiencia maravillosa, es lo que realmente me gusta, ver los cambios que han tenido las mujeres de acá y darse cuenta de que cada ser humano tiene una historia tremenda. Cómo uno no va a dar gracias a Dios por todo lo que tiene y cómo no lo comparte, a veces las personas que menos tienen son los que más dan. Entonces creo que falta mucho compromiso, la parte cristiana, la gente es muy individualista y en el fondo no nos vamos a llevar nada. Cada uno viene con un propósito, por algo estamos acá.
¿Y cuál es su propósito de vida?
Definitivamente ayudar a los demás, ojalá haberlo notado cuando era más joven pero cuando uno es adolescente ni piensa en esto. No obstante, la vida pasa muy rápido, es un suspiro por lo que es fundamental preguntarnos a qué venimos y por qué estamos acá.
Pedir un deseo
¿Con qué sueña?
Si tuviera los medios para hacerlo, mi sueño sería poder ampliar la organización con el fin de recibir a más personas. Para eso necesitamos más socios que deseen cooperar, pueden visitar nuestra casa e informarse de la labor que hacemos. También me gustaría que nuevos profesionales se integraran a nuestra comunidad, por ejemplo psicólogos, técnicos de párvulo para estimular a los bebés, kinesiólogos, enfermeras para chequear a las mamitas y un pediatra, sería maravilloso.
Y segundo, me encantaría trabajar con adultos mayores también. Mi otro sueño sería que ellos puedan interactuar con los niños que tenemos en la Casa Hogar, les serviría de terapia despertando sentimientos de alegría y más vitalidad, pero necesito madurar la idea para concretarla.
Por último, ¿se siente feliz y satisfecha con todo lo que ha logrado?
Sí, completamente feliz porque formé una familia hermosa y también porque logré lo que quería, la ONG Luces del Futuro. Creo que lo material no te llena, tienes que buscar algo de corazón, estas acciones son desafíos y uno tiene que estar contenta con lo que uno está haciendo, yo particularmente lo estoy.