Crisis de Pánico ¡Libérate de la angustia!
Muchas veces hemos escuchado este término asociado al miedo intenso y malestares somáticos que produce la angustia repentina en determinados contextos sociales. Quizás usted la ha experimentado sin saberlo, por eso en esta edición quisimos abordar y profundizar al respecto, con el fin de que descubra los síntomas, consecuencias y tratamientos.
Al respecto, la psicóloga talquina, Abigail Silva Carvajal, explicó que las crisis de pánico o de angustia se clasifican dentro de los Trastornos de ansiedad, y su configuración y diagnóstico se basan según el DSM-V (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría) o CIE-11 (Clasificación Internacional de Enfermedades).
A tener en cuenta
Para la profesional, los síntomas aparecen en un periodo corto de tiempo y de manera ocasional. “Se acompañan por una fuerte sensación de miedo o malestar intenso, se inicia de forma brusca y alcanza su máxima expresión en los primeros 10 minutos. Para poder identificar si estamos en presencia de una crisis se deben manifestar al menos cuatro de los siguientes síntomas:
- Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca
- Sudoración
- Temblores o sacudidas
- Sensación de ahogo o falta de aliento
- Sensación de atragantarse
- Opresión o malestar torácico
- Náuseas o molestias abdominales
- Inestabilidad, mareo o desmayo
- Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo)
- Miedo a perder el control o de “volverse loco”
- Miedo a morir
- Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo en las extremidades o cuello)
- Escalofríos o sofocaciones
Asimismo, se debe identificar si vienen o no acompañados con agorafobia, que es la aparición de ansiedad al encontrarse en lugares públicos o abiertos con mucha gente, donde escapar puede resultar difícil o embarazoso”, detalla Abigail.
¿A qué edades puede comenzar?
Los ataques de pánico pueden comenzar a manifestarse en la adolescencia tardía; de 17 a 20 años y de los 30 a 40 años, en promedio al final de la tercera década.
El trastorno de pánico sin agorafobia muestra una incidencia idéntica en ambos sexos. El trastorno con agorafobia es dos veces más frecuente en las mujeres y es mucho más común en personas con comorbilidad de otras patologías psiquiátricas.
¿Cómo se manifiesta el curso básico de este trastorno?
Consiste en la aparición de varios ataques consecutivos recurrentes, que tienden a atenuarse o desaparecer en la medida que la persona busca ayuda psicológica y médica. Al menos una de las crisis se acompaña por un mes de inquietud persistente ante la posibilidad de tener más crisis, existe una preocupación por las implicaciones de las mismas, sus consecuencias o cambios significativos en el comportamiento.
¿Cuáles son las causas de las crisis de pánico?
Según diversas investigaciones al respecto, las causas de este trastorno pueden ser múltiples, habiendo factores de riesgo que hacen más proclives a cierto tipo de personas, como tener personalidad ansiosa, sensible o insegura, factores genéticos, estar expuesto a altos niveles de estrés o derivado de un episodio traumático. Se ha demostrado comorbilidad con depresión y trastornos adaptativos. Por otro lado, se ha observado que aparecen en periodos de abstinencia en personas que intentan rehabilitarse del consumo de drogas, se ha aceptado también que el consumo de cannabis puede exacerbar la sintomatología en pacientes que sufren de crisis de pánico o incluso desencadenar estas crisis por primera vez en personas que sean vulnerables.
¿Existen tratamientos exitosos para superarla?
Los dos tratamientos más eficaces para el “Trastorno de Pánico” son el Programa de Tratamiento de Control de Pánico y el Programa de Terapia Cognitiva para el Trastorno de Pánico. En la práctica, estos dos enfoques de tratamiento resultan muy positivos, (psicoeducación, reestructuración cognitiva, exposición, etc.). En forma complementaria se deben utilizar tratamientos farmacológicos, los más empleados son los ansiolíticos y antidepresivos. A este respecto, existe con mucha frecuencia reticencia a la utilización de fármacos, principalmente por desconocimiento, miedo a volverse dependiente al fármaco o por temor a la excesiva sedación del mismo. En nuestro país, según el Ministerio de Salud, los trastornos de ansiedad tienen una alta prevalencia, seguidos por depresión mayor y trastornos por consumo de alcohol. Solo el 38,5 % de quienes han sido diagnosticados reciben algún tipo de servicio de salud mental, ya sea con un especialista o un médico de atención primaria.
Desde mi experiencia, he podido observar, reiteradamente, a adolescentes que presentan “crisis de ansiedad” desde temprana edad, encontrando factores de riesgo en común, tales como: uso excesivo de redes sociales, sobreexposición a artefactos electrónicos, ausencia de los padres, falta de comunicación y orientación parental, baja autoestima y alto nivel de agresividad en la relación sus pares y familia.
Abigail Ester Silva Carvajal, Psicóloga / abiester.silva@gmail.com
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