La resiliencia es el proceso de adaptarse a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes de trabajo, incluso financieras. Es esa capacidad emocional, cognitiva y conductual del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, aprender de ellas, superarlas e inclusive ser transformados por estas.
La psicología habló por primera vez de resiliencia en el año 1942, un artículo publicado en la revista americana de psiquiatría adopta el concepto que surge desde la física y hace referencia a la propiedad de algunos metales de doblarse y luego recuperar su forma, para describir la capacidad de algunas personas de sobreponerse a las condiciones adversas que les presenta la vida. Sin embargo, fue en los años 60 cuando el psiquiatra y psicoanalista Boris Cyrulnik retoma el concepto y lo desarrolla. Desde entonces, la resiliencia se convirtió en una capacidad altamente valorada por la psicología, especialmente por el enfoque de la psicología positiva impulsada por el psicólogo Martin Seligman. Según algunos estudios, no es solo algo con lo que se nace, sino que también se puede desarrollar. Se estima que esta capacidad está presente en el 50% de la población.
¿Qué tienen en común las personas resilientes?
Tolerancia a la frustración, autoestima alta o también llamada positiva, capacidad para hacer planes realistas y llevarlos a cabo, una fuerte sensación de control sobre sus destinos, el convencimiento de que lo bien o mal que nos va en la vida depende de cada persona, una visión positiva de sí mismos, confianza en sus fortalezas y debilidades, habilidades sociales y de resolución de problemas, y capacidad para identificar emociones presentes en cada una de nuestras vivencias.
Una combinación de factores contribuyen a desarrollar y fortalecer la resiliencia de una persona; muchos estudios demuestran que los factores más importantes son las relaciones vinculares expresadas en apegos seguros, relaciones de cariño y apoyo dentro y fuera de la familia, relaciones que provienen del amor y confianza, que proveen modelos a seguir, y que ofrecen estímulos y seguridad, enfocarse en las experiencias y en sus fuentes de fortaleza personal del pasado (aprender del pasado), le puede ayudar a identificar las estrategias para desarrollar resiliencia.
Explore las respuestas a las siguientes preguntas sobre sí mismo y sus reacciones a los retos durante el transcurso de su vida. Este ejercicio le puede ayudar a descubrir cómo responder efectivamente a eventos difíciles.
Considere lo siguiente:
- ¿Qué tipos de eventos le han resultado más difíciles?
- ¿Qué le han hecho sentir esos eventos difíciles?
- ¿Cómo le han afectado dichos eventos?
- ¿Cuándo se encuentra estresado, le ha sido de ayuda pensar en las personas importantes en su vida?
- ¿Cuándo se enfrenta a una experiencia difícil, a quién ha acudido para que le ayude?
- ¿Qué ha aprendido sobre sí mismo y sus interacciones con los demás durante momentos difíciles?
- ¿Ha podido superar los obstáculos, y si es así, cómo?
Finalmente, lo más significativo para desarrollar la resiliencia es buscar oportunidades para descubrirse a sí mismo; busque espacios de crecimiento personal, desarrolle un proceso de autoobservación que le permita hacer consciente su forma de ser, su forma de sentir y su forma de funcionar, esto permite ampliar la autoconsciencia de emociones y reconocer más tonalidades emotivas logrando un mejor nivel de salud mental.
Mg. Cristian Sepúlveda F. Psicólogo Clínico Especialista en Psicoterapia Cognitiva Postracionalista Supervisor Clínico Doctor(c) Psicología Clínica
@sepulcristian