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Pornografía a la carta femenina

Paula Bustos, psicóloga

Tradicionalmente, las mujeres, a diferencia de los hombres, no estimulamos el deseo sexual, pensando o hablando de pornografía, es decir, no vemos revistas, no frecuentamos páginas de Internet, o no descargamos películas de este género,  como el gran panorama para verlas a solas o en la pareja, y no hacemos llamadas a líneas eróticas, por lo tanto, no constituimos el mercado objetivo principal para la gran  industria pornográfica. Pero es necesario dejar en claro que el bajo consumo de este género, por parte de las mujeres, no se explica por la falta de fantasías o deseo sexual, sino por la presencia de un enfoque que esta industria “tradicional”  desconoce, sobre las preferencias y gustos de las féminas.

La pornografía es una palabra tan ruda, que si buscamos su significado etimológico en griego, quiere decir “descripción o ilustración de las prostitutas o prostitución”, que desde su génesis, se orienta a alimentar la imaginación de un público masculino, utilizando mujeres. Es así que la pornografía tradicional se caracteriza por atribuir roles determinados a los sujetos que representa, observándose unas relaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres, pues presenta al hombre como dominador y penetrador incansable, y a la mujer la degrada, al ser reducida y utilizada como objeto sexual para el disfrute masculino. En este punto, la pornografía presenta una visión muy sesgada de la sexualidad, distorsionando la realidad, pues se aleja de las prácticas sexuales realizables. Además, porque, “ojo”, no es lo que en la cama espera una mujer de un hombre.

 

Sin embargo, en la actualidad, la sexualidad femenina es más activa y abierta. Las mujeres estamos cada vez más interesadas en nutrir nuestras fantasías, pero claro está que no lo buscamos en la industria pornográfica para el hombre, ya que la mujer no se excita bajo las burdas imágenes de dominación.

De todas formas, es aquí donde se produce un quiebre con la pornografía masculina y se abre una nueva pornografía femenina, más sensual y sutil, ya que la mujer moderna es más inquieta, habla de sexo, habla de la cama, tiene la experiencia de haber tenido varias parejas sexuales, está dispuesta a explorar, de avanzar en el aprendizaje de su propia sexualidad e  identidad, y se exige tener claridad de lo que le agrada y lo que no. Cada vez, está más ávida de incorporar elementos que alimenten su fantasía y ve con buenos ojos la variedad de juguetes eróticos que ofrecen los sex shop, accediendo a ellos, con mayor naturalidad.

También, la literatura ha hecho su aporte y muchas mujeres han leído la trilogía de las 50 Sombras de Grey y se han dado cuenta que necesitan nutrir su erotismo interior. Ahora quieren más y están buscando qué les ofrece el mercado.

«Desde que eclosionó el fenómeno Grey, se venden más películas eróticas, se venden más juguetes eróticos en las tiendas y han empezado a salir muchos libros eróticos para mujeres», es lo que dijo en una entrevista la embajadora del porno para mujeres en España, Erika Lust.

Lust menciona que el porno para mujeres, a diferencia del tradicional, es siempre un guión escrito y dirigido por mujeres, donde los personajes principales son mujeres modernas y emancipadas, que ejercer un control sobre su sexualidad “no me abro de piernas sólo porque tú me lo pidas”. Algunas de sus películas son  The Good Girl (2004), Cinco historias para ellas (2007), Barcelona Sex Project (2008), Las esposas (2009) y Life Love Lust (2010) por si les interesa.

Paula Bustos

Psicóloga

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