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¿Por qué los jóvenes delinquen?

Mg. Cristian Sepúlveda F. - Psicólogo Clínico

Durante el año 2022 el Servicio Nacional de Menores, en el área de justicia y reinserción juvenil atendió a un total de 8.489 adolescentes y jóvenes de los cuales el 9,8 % corresponde a mujeres y el 90,2 % a hombres.

El 7% de estos adolescentes y jóvenes, tenían entre 14 o 15 años, El 27% entre 16 y 17 años, y un 66% 18 años y más.

Del total de jóvenes atendidos el 58% fue sancionado, un 10% se decretó una salida alternativa y en un 32% se decretaron medidas cautelares.

En relación con las sanciones el 82,5% fue sancionado de acuerdo con la ley 20.084 a programas en el medio libre.

En la Región de Ñuble, durante el año 2022 hubo un total de 759 causas que implicaban imputados menores de 18 años y durante 2021 un total de 627 casos que implicaban imputados con edades entre 14 y 18 años, lo anterior, configura un aumento del 21 % en la participación de menores de 18 años en hechos constitutivos de delitos,  entre los  años 2021 y 2022.

Basados en la revisión de la literatura y el estado del arte en torno al tema, se han  presentado distintas explicaciones respecto  al por qué los jóvenes delinquen: Partiré señalando algunas explicaciones que se han dado tanto desde la psicología cómo desde la neuropsicología para finalmente aportar con una integración conceptual y explicación comprensiva  actualizada en relación a la pregunta.

“La delincuencia se aprende”, basada en la teoría del aprendizaje social, la cual es considerada en la actualidad la explicación más completa de la conducta delictiva, el modelo más conocido es el de Bandura: El cual realza el papel de la imitación y diferencia entre el momento de adquisición de un comportamiento y su posterior ejecución y mantenimiento. El modelo dominante es el formulado por Ronald Akers (2006) “Teoría del aprendizaje social de la criminología”. Sostiene que los individuos aprenden a delinquir mediante la asociación con otras personas:

  • La asociación a personas que muestran hábitos y actitudes delictivas.
  • Adquisición de definiciones favorables al delito.
  • Reforzamiento diferencial de sus comportamientos delictivos.
  • La imitación de modelos

También se ha descrito la existencia de rasgos y características individuales que predisponen al delito, la teoría de la personalidad de Eysenck, aporta sustento teórico que respalda esta explicación.

La investigación en biopsicología, sobre diferencias individuales y delincuencia refieren la presencia de: Lesiones craneales, baja actividad del lóbulo frontal, baja activación del SNA (sistema nervioso autónomo), baja inteligencia, TDAH, alta impulsividad, propensión a la búsqueda de sensaciones y tendencia al riesgo, baja empatía, alta extroversión y locus de control externo.

Los delitos constituyen reacciones a vivencias individuales de estrés y tensión, una secuencia explicativa de la relación entre estrés y delito: ( Andrews y Bonta 2006). Diversas fuentes de tensión pueden afectar al individuo; la imposibilidad de lograr objetivos sociales positivos, ser privado de gratificaciones que posee o espera, ser sometido a situaciones aversivas, como resultado de las anteriores tensiones, generarían en el sujeto acciones que se manifiestan en conductas delictivas.

Y, por último, la implicación en actividades delictivas es el resultado de la ruptura de los vínculos sociales, teoría de los vínculos sociales de Hirschi (1969), la familia, la escuela, el grupo de amigos, actividades deportivas, recreativas, culturales, se presenta una ruptura de mecanismos de vinculación de los anteriores.

Sin embargo, durante la última década la evidencia ha dado a entender que la participación de jóvenes en hechos que constituyen delitos está asociada a componentes multifactoriales y evolutivos, en los cuales encontramos características personales del desarrollo evolutivo, donde vemos  la tendencia natural del o la adolescente a presentar conductas disruptivas y que muchas de ellas se configuran en conductas de transgresión a la ley,  estos tipos de delincuencia también denominada delincuencia común,  son procesos que el adolescente o joven de manera natural integra en el transcurso de su desarrollo evolutivo, no presentando una cristalización de estas conductas y al mismo tiempo un número menor de adolescentes presenta de manera persistente (delincuencia persistente) la participación en hechos que constituyen un delito. Haciendo referencia a un fenómeno contextual concebido por la criminología evolutiva, planteado por Terri Moffit (1993), donde el fenómeno delincuencial se concibe desde un aspecto multicausal, debiendo considerar aspectos biológicos, el desarrollo infantil, el contexto familiar y el entorno comunitario, por lo tanto, no es posible atribuir la aparición de estas conductas solo a la pobreza o contextos violentos, sino que es parte de procesos mucho más complejos.

Ahora bien, es necesario precisar , que es altamente probable que estás conductas transgresoras aparezcan en la etapa de la adolescencia y que sean parte del curso de la vida y en este contexto también debemos tener en cuenta que hay factores predisponentes.  Como evidencia de lo anterior, estudios internacionales (West y Farrington 1977; Farrington 1995; Moffit 1993-2006, entre otros)  han establecido las siguientes conclusiones:

  • En relación al concepto de carrera delictiva, se establece que aquellos adolescentes con inicio temprano en la conducta delictiva (menor a 13 años) presentan mayor riesgo de reincidencia (Farrington).
  • Los estudios de seguimiento de las trayectorias delictivas demuestran que entre un 5% y  10% persisten en el comportamiento delictivo y estos serían responsables del 50% y 60% de la comisión de delitos graves.
  • El inicio precoz de la carrera delictiva, anterior a la adolescencia, muestran trayectorias delictivas persistentes (Moffit), pudiendo demostrar con esto la evolución de diferentes trayectorias a lo largo de la vida (común o persistente).
  • Por lo tanto, se deben considerar diferentes parámetros para intervenir de una manera diferenciada la delincuencia común, concentrándose en este caso la gran mayoría de los jóvenes, aproximadamente entre un 90% al 95% de los adolescentes varones que presentan conductas pasajeras asociada a lo delictual no requieren un tratamiento especializado, luego nos encontramos con el restante 5% a 10% de los adolescentes que se ubican en un tipo de delincuencia persistente,  presentando conductas criminales abundantes y heterogéneas con baja capacidad de respuesta frente a las intervenciones. 

Es en este último grupo donde debemos poner el foco,  y para ello el modelo de criminología aplicada de riesgo, necesidad y capacidad  de respuesta (RNR),  desarrollado en Canadá en la década del 80, basado en una teoría general de personalidad y la teoría cognitiva del aprendizaje social aplicado al comportamiento delictivo (Andrews & Bonta; 2006), permite efectuar una aproximación en términos de la evaluación, pronóstico e intervención con jóvenes que han ingresado al sistema de justicia y de reinserción. Desde esta aproximación se comprende que la conducta delictiva es producto de circunstancias vitales. El riesgo de reincidencia no determina el potencial de cambio de los y las jóvenes. La intervención y específicamente la intervención basada en evidencia promueve cambios positivos en la vida de los y las jóvenes. La reincidencia,  reinserción social y el desistimiento deben ser indicadores para evaluar el impacto de una adecuada intervención.

Por lo anterior,  en la aparición de conductas transgresoras en la adolescencia existen factores predisponentes y protectores, que operan en forma diferenciada para cada caso, de acuerdo,  a las características y experiencia del adolescente y/o joven, lo cual es posible de explicar a través del modelo RNR ,  que prueba lo que es efectivo, lo que funciona, a través de 3 principios que identifican los factores más relevantes que predicen la reincidencia delictiva , y además, diseñan una forma de intervenir a través de la gestión de riesgos.

Los riesgos criminógenos que se identifican son los factores estáticos (los que no cambian, “la historia delictual”) y los factores dinámicos (en los que podemos intervenir), siendo estos últimos los siguientes: 

  1. Delitos y medidas judiciales pasadas y actuales.
  2. Circunstancias de la familia y los padres.
  3. Educación formal / empleo.
  4. Relación con su grupo de pares.
  5. Consumo de sustancias.
  6. Uso inadecuado del tiempo libre.
  7. Patrón de personalidad antisocial.
  8. Actitudes y pensamiento antisocial.

Este enfoque de riesgo se relaciona a su vez con la desistencia, donde la criminología evolutiva nos dice que hay un grupo de jóvenes que simplemente transgreden la norma porque es parte de su proceso evolutivo propio de la adolescencia, así como hay otros que van a persistir.

El enfoque de desistencia fue desarrollado por Maruna (2001), éste   explica por qué las personas dejan de delinquir, nos ayuda a comprender el proceso de desistencia.  Se define como una “abstinencia a largo plazo del delito”. Estos estudios refieren que la actividad delictual no es lineal, sino, que es un proceso oscilante, que va cambiando a lo largo de la vida. Este proceso de desistencia va ligado estrechamente con la madurez (edad), con los eventos de vida relevantes, que van abriendo una ventana en que se va cambiando el relato y proyecto de vida en una línea más prosocial, también considera el sentido de autoeficacia del joven infractor.

Finalmente, se hace necesario mencionar algo importante, todo diseño de política pública debe considerar los enfoques basados en evidencia donde se puedan tomar decisiones en base al conocimiento científico, especialmente en nuestro país donde tenemos un presupuesto reducido en materia de justicia juvenil que implica una responsabilidad de varios sectores (justicia, educación, salud, economía, poblaciones vulnerables, etc.).

Las investigaciones que tenemos sobre el perfil de los adolescentes infractores identifican los principales factores de riesgo a nivel individual, familiar, social, educativo, comunitario, asociado a comportamientos como el consumo de drogas, el patrón más frecuente es la desigualdad social y la necesidad de brindar soluciones a todo nivel. 

Mg. Cristian Sepúlveda F.

Psicólogo Clínico 

Especialista en Terapia Cognitiva Post-Racionalista

Supervisor Clínico

Dr.(c) Psicología Clínica  

+56 9 88197655

Encargado técnico de los programas de justicia juvenil Corporación Llequén , Región de Ñuble y Maule.

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