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¿Por qué cambiar el paradigma de la educación tradicional?

Pavel Ferrada Reyes, psicólogo educacional

En las últimas tres décadas, la educación tradicional ha sido cuestionada desde diferentes campos de estudio, y especialmente, desde la neurociencia. Este cuestionamiento radica en su enfoque principalmente cognitivo durante los procesos de enseñanza-aprendizaje y evaluativos, obstaculizando un área indispensable para el funcionamiento óptimo del ser humano: lo emocional.

Las investigaciones actuales en neurociencias han permitido demostrar que, para lograr un aprendizaje verdaderamente significativo, necesitamos generar emociones placenteras en los (as) estudiantes, puesto que, de esta forma, los procesos mentales fluyen, se focalizan y optimiza el funcionamiento de la memoria, haciendo del aprendizaje un proceso espontáneo, natural y de experiencias enriquecedoras. Todo lo contrario ocurre bajo la modalidad actual, donde niños (as) se encuentran en ambientes estáticos, atendiendo estímulos poco interesantes y displacenteros desde su percepción, lo cual, desmotiva y desnaturaliza el aprendizaje, transformándose en una imposición desde la escuela y sus familias para obtener las calificaciones que le permitan subir de nivel. Este es uno de los factores más dañinos para el bienestar emocional de los (as) alumnos (as), ya que, aprender se transmuta a periodos de estrés y ansiedad cada vez que un (a) niño (a) debe realizar tareas, someterse a evaluaciones o incluso por asistir al establecimiento.

Por otra parte, la educación centrada en aprendizajes socioemocionales permitirá disminuir ampliamente comportamientos de riesgo, como el ejercicio de diversas conductas violentas, consumo de sustancias dañinas, tendencias a la depresión y/o suicidio, u otras afecciones del estado mental, las que a largo plazo repercuten en la salud global de la persona y en quienes la rodean. Así, crea un estilo de vida basado en el autocuidado, respeto a su entorno, y potenciado en estrategias personales que le permitan afrontar adversidades de manera más eficaz.

No se debe obviar que, estos descubrimientos desde las ciencias de la educación son un llamado de atención a las políticas públicas para modificar las bases curriculares de la enseñanza tradicional que se efectúa en Chile. Un ejemplo de esto, es la consideración del Sistema de Aseguramiento de la Calidad de la Educación, que privilegia en un 67 % los aprendizajes obtenidos por el Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE), en comparación a un 33 % en actitudes del desarrollo social y personal que no se estiman como determinantes.

La educación debe centrarse en los procesos socioemocionales, es por esto que, al matricular a su hijo, hija o menor a cargo, considere establecimientos que fomenten este tipo de aprendizajes. Sin duda, será un paso fundamental para mejorar su calidad de vida.

Pavel Ferrada Reyes – Psicólogo educacional

Diplomado de Educación Emocional y Desarrollo Integral (c)

Colegio Veinte de Agosto, Chillán Viejo

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