¿Persona CON discapacidad o EN situación de discapacidad?
Cuando hablamos de persona con discapacidad qué es lo que realmente entendemos por ello, ¿personas que no pueden acceder a ciertos puestos laborales por una condición determinada?, o ¿realizar las mismas actividades que las personas “normales”?. La OMS define la discapacidad como un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias (físicas, mentales, intelectuales o sensoriales) a largo plazo y las barreras debidas a la actitud y al entorno, que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás. Nadie discute que existen ciertas deficiencias que impiden realizar determinadas actividades pero qué pasaría si el entorno fuese el que se adaptara a aquellas deficiencias para así incluirnos a todos dentro de la misma comunidad. Hoy en día existen profesionales idóneos que se ponen al servicio de ello, a través del concepto de accesibilidad universal, la cual se encarga de adaptar los entornos públicos para poder permitir el acceso a todos por igual; pero desde el área cognitiva afortunadamente la educación y salud se han encargado de apoyar a todos los usuarios que presenten una alteración cognitiva, ya sea por una alteración del neurodesarrollo (Espectro autista, trastornos específicos del lenguaje o discapacidad intelectual) o por daño cerebral adquirido (Accidentes cerebro vasculares o traumatismo encefalocraneano), mediante los colegios con proyecto de integración o programas de salud estatales que facilitarían la habilitación y rehabilitación de estos, respectivamente.
Como profesionales técnicos en el área, nuestro aporte, desde la fonoaudiología, por ejemplo, sería apoyar en actividades vitales para el humano, comunicar, escuchar y comer, existiendo diversos sistemas de comunicación alternativos que van más allá de la verbalización de un mensaje, sino más bien una comunicación basada en señas, imágenes o software, al igual que dispositivos auditivos que permitirían una amplificación de la señal ante una pérdida auditiva o alimentación mediante sondas o por vía oral pero con consistencias modificadas; pero también no debemos dejar de lado la responsabilidad social que esto implica, recordando que todos somos uno, trabajando de forma colaborativa. Aún la sociedad voltea en la vía pública a mirar a esa persona “diferente”, discrimina cuando hablan distinto o simplemente no apoya en aspectos laborales cuando se da cuenta que presenta algún déficit cognitivo. A pesar de que hoy existe una ley que obliga a contratar a personas en situación de discapacidad, aún no es suficiente. Es tarea de todos avanzar en esta materia, respetando con aspectos tan básicos como: no ocupar estacionamientos o asientos para personas en situación de discapacidad, utilizar un lenguaje adecuado para referirse a ellos, educar a sus hijos no solo de forma verbal sino con el acto. Recuerde como dice Eduardo Massa: “Incluir no es dejar pasar, sino dar la bienvenida”.
Gabriela Mora González; Mg (cs) en Neurorehabilitación; Fonoaudióloga Clínica Chillán
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