La Identidad de nuestros vinos
Estamos viviendo un interesante movimiento en torno al vino. Cepas nuevas, valles nuevos, terroir con grandes potenciales, en fin, condiciones favorables y únicas que le agregan más valor a este noble y exquisito producto que por años ha estado marcando pauta en nuestro país.
Un ejemplo de lo anterior es la creación de cuatro nuevas Denominaciones de Origen, D.O, como lo son Lo Abarca, en el Valle de San Antonio, Apalta y Los Lingues en el Valle de Colchagua y Licantén, en la séptima región y dos cepas como lo son Romano o Cesar Noir y Alicante Henri Bouschet o Alicante Bouchet.
Lo anterior demuestra la gran diversidad que poseemos como país viticultor y que generan grandes expectativas para un mercado que no ha sido fácil, pero que a fuerza de iniciativas privadas, creatividad y esfuerzo han ido mejorando un camino difícil de recorrer.
El vino es un producto vivo, y como tal hay que cuidarlo, mantenerlo y proyectarlo porque la competencia es ardua y exigente, más ahora que vivimos una era globalizada, tecnificada y tecnologizada que nos obliga a estar actualizados e informados cada vez con mayor precisión.
El esfuerzo empresarial realizado en este sentido ha permitido, por ejemplo, descubrir y redescubrir nuevos lugares con terroir únicos, suelos muy singulares y condiciones climáticas que entregan un producto de gran calidad, como por ejemplo, el Valle de Sagrada Familia, que es un sub valle dentro del gran valle de Curicó.
Estamos viviendo un interesante movimiento en torno al vino. Cepas nuevas, valles nuevos, terroir con grandes potenciales, en fin, condiciones favorables y únicas que le agregan más valor a este noble y exquisito producto que por años ha estado marcando pauta en nuestro país.
De ahí que la identidad del vino este ganando presencia a nivel mundial y nacional. Cada vez quienes prueban nuestros vinos quieren saber y conocer detalles exclusivos de los lugares donde se produce el vino que se está degustando y en este sentido, la labor es ardua para poder generar condiciones no sólo del empresario, en este caso, viñatero, sino que, también de los pequeños emprendimientos locales que ayudan al entorno donde se encuentra un determinado valle.
Si bien es cierto la unidad productiva es la viña, no es la única. Debemos conocer y potenciar nuestro entorno a modo de poner en valor nuestra cultura ligada al vino, el patrimonio histórico que poseemos como país vinífero, su gente, sus tradiciones y costumbres.
Todo involucra riesgos y desafíos, eso está claro, pero esa aventura en el vino va a permitir que tanto trabajadores, enólogos, viñateros, etcétera, produzcan vinos con una identidad inconfundible.
En esta aventura nadie sobra, todos estamos llamados a aportar, ya sea la empresa privada como la pública, desde el más grande hasta el más pequeño y créanme que ese riesgo valdrá la pena.
Consuelo Korta Bucarey
Ingeniera Comercial de la Universidad de Chile
Gerenta para el Mercado Nacional de Viñedos Korta Wines
Presidenta A.G. Valle de Sagrada Familia (D.O Sagrada Familia)