La dieta mediterránea es una forma de alimentación basada en un elevado consumo de cereales, frutas, verduras, hortalizas y legumbres, incluyendo los pescados, aceite de oliva y frutos secos como fuente principal de grasas y consumo mínimo de carnes y grasas saturadas, todo ello asociado a hábitos de vida saludable: actividad física y vida al aire libre, por lo tanto se caracteriza en ser alta en fibra dietética, grasas saludables, vitaminas y minerales quienes tienen un efecto positivo en nuestro organismo.
La dieta mediterránea es considerada un tipo de alimentación con más evidencia científica en cuanto a los beneficios que entrega a la salud humana siendo cada vez de mayor interés el estudio de su rol preventivo y como tratamiento en diversas enfermedades asociadas a inflamación crónica, como síndrome metabólico, diabetes, enfermedad cardiovascular, enfermedades neurodegenerativas y cáncer, entre otras.
Con respecto al cáncer, se ha postulado que la dieta mediterránea podría prevenir en un 25 % el cáncer de colon, un 10 a 15 % de cáncer de próstata y endometrio y un 15 a 20 % de cáncer de mama. Algunos de los factores dietarios que se postulan como responsables de esta asociación son el alto consumo de frutas, verduras y cereales integrales, el bajo consumo de carnes rojas, carbohidratos refinados y grasas saturadas junto con el elevado consumo de aceite de oliva, una alta adherencia al patrón mediterráneo es particularmente beneficiosa frente a los tumores malignos.
En lo referente a enfermedades cardiovasculares, estas son la principal causa de muerte en los países industrializados y su frecuencia aumenta en las poblaciones en desarrollo. Dentro de esta clasificación se encuentran enfermedades como diabetes, dislipidemia e hipertensión producto de la lesión en arterias y desarrollo de aterosclerosis, hay evidencia que sugiere que la dieta mediterránea posee un efecto beneficioso producto que disminuye los efectos cardiovasculares atribuido a la disminución de colesterol total y colesterol LDL, disminución en casi 2,5 gr de sodio diarios, aumento del consumo de calcio y mayor consumo de fibra dietética.
Por otro lado, estudios han asociado al patrón dietario a una disminución en el riesgo de enfermedad de Alzheimer en Chile, la prevalencia de demencia en los mayores de 60 años es 10,4 % (Encuesta Nacional de Salud 2009-2010), ubicándose dentro de las 10 primeras causas de muerte. Los factores de riesgo asociados se clasifican en modificables y no modificables. Los factores modificables engloban a las enfermedades cardiovasculares como la diabetes mellitus tipo 2, el síndrome metabólico, dislipidemia, hipertensión arterial y la obesidad, esta última relacionada con el sedentarismo, falta de actividad física y una dieta no equilibrada. Los hábitos alimenticios de las personas pueden repercutir de modo importante en la prevención o desarrollo de la enfermedad.
La asociación que se establece con la dieta mediterránea es el rol neuroprotector debido a su efecto antiinflamatorio, la disminución del estrés oxidativo y la protección cardiovascular que genera. Además, en la dieta, se establece la realización de actividad física en forma regular lo que provoca un aumento del flujo sanguíneo, mejora la oxigenación y el aporte de glucosa a nivel cerebral que también tendrían un rol protector frente a la enfermedad de Alzheimer.
Es así como seguir las recomendaciones de la dieta mediterránea puede disminuir el riesgo de enfermedades crónicas y aumentar la sobrevida, no solo siendo un tipo de alimentación con múltiples beneficios, sino que también se hace el llamado a realizar recetas típicas, elaboradas con productos de temporada, compartidas en familia o con amigos, manteniendo las tradiciones.
Michelle Contreras Cueto
Nutricionista Dietista
@mnutro.cl