En este artículo revisaremos brevemente los fundamentos del movimiento humano y su importancia como base para el desarrollo de habilidades psicomotrices durante la primera infancia.
La primera interrogante que surge a partir del tema planteado es ¿Qué es el movimiento o motricidad?, existen múltiples definiciones o formas de abordar este concepto, pero en términos simples, corresponde a la capacidad que posee nuestro sistema nervioso de provocar la contracción de los diversos músculos de nuestro cuerpo, lo que finalmente nos permite desplazarnos de un lugar a otro. Esto surge de una interacción compleja entre diferentes estructuras de nuestro sistema, pero inicialmente, se requiere de la entrada de Información Sensorial la cual es captada por receptores especializados, ubicados en diferentes zonas, por ejemplo, piel, músculos, articulaciones, oído interno, entre otros, lo cual nos provee de las sensaciones de tacto, presión, sentido de movimiento, sensación de carga de peso, etc. Complementado con la información que ingresa por nuestro sistema visual y auditivo, estas sensaciones viajan hacia nuestro cerebro y se comienzan a organizar a través de un proceso neurológico denominado “Integración Sensorial”, dándole finalmente una interpretación o significado a estas sensaciones, es aquí donde se transforman en una percepción, a partir de esto, el Sistema Nervioso elabora una respuesta compleja para llegar finalmente a producir el movimiento, comenta el kinesiólogo Fernando Pradenas.
Aparece entonces una segunda interrogante; ¿Qué es el desarrollo psicomotor?, también existen diferentes autores que lo definen, pero en términos generales corresponde a un proceso continuo de adquisición de habilidades que involucra las áreas cognitiva, motora, lenguaje y socio-emocional, que si bien tiene una secuencia determinada, cada sujeto la expresa con variaciones individuales y depende a su vez de la interacción adecuada con el entorno.
Por otro lado, para entender la importancia del movimiento en el desarrollo psicomotor debemos comprender la secuencia de este último, comenzando desde la Etapa Gestacional, se debe considerar además, que el Sistema Nervioso se desarrolla tempranamente incluyendo los sentidos como el tacto, esto permite al bebé dentro del vientre materno captar sus primeras sensaciones las que se traducen en los llamados “Movimientos Generales”, que corresponden a aquellos movimientos espontáneos generados en un estado de ingravidez (sin acción de la gravedad), los cuales han sido estudiados y descritos ampliamente; esta sería la primera manifestación de movimiento que viene determinada genéticamente. Posteriormente cuando el bebé nace se expone a la acción de la Fuerza de Gravedad, eso sumado a un Sistema Nervioso aún inmaduro, lo que solo, le permite generar movimientos groseros y torpes, además de responder a través de una serie de Reflejos Primitivos que le permiten sobrevivir en este nuevo ambiente “hostil”, después comienza una interacción progresiva con su entorno, en la cual recibe una variedad de estímulos sensoriales, que se traducen en una serie de experiencias sensorio-motoras, configurando en el cerebro lo que llamamos “Engramas Neuromotores”; esto corresponde a una serie de “Recuerdos Motores o de movimientos”, por llamarlos de alguna forma, que se almacenan en el cerebro, de esta forma el niño establece una base de movimientos, que se van complejizando a través de un proceso de Ensayo-Error.
En el primer trimestre de desarrollo, el niño logra controlar su cabeza, eso le permite comenzar a organizarse en el espacio e incorporar el uso de las manos en la línea media, esto a su vez, favorece a nivel cerebral las interconexiones entre ambos hemisferios, en esta etapa percibe sensaciones estando acostado de espalda y de guatita, donde paso a paso aumenta el control de su musculatura de cuello y tronco, en el segundo trimestre comienza con los giros, aquí se le abre un mundo nuevo, ya que es capaz de desplazarse para alcanzar objetos más lejanos, de esta forma su control de movimiento se hace cada vez más complejo y refinado; en el tercer trimestre ya es capaz de sentarse de forma independiente lo que le permite liberar sus manos para manipular y explorar objetos, comienza con desplazamientos como el gateo, es aquí donde aparece otra interrogante ¿todos los niños gatean?, en realidad si vemos la variabilidad del desarrollo algunos niños gatean y otros no, o incluso algunos logran la marcha y después gatean, lo que realmente importa es la adquisición del patrón de movimiento cruzado y alternado de las extremidades, el cual se comienza a manifestar al partir del giro y se expresa completamente durante la marcha independiente alrededor del año de vida; ahora si analizamos el gateo como actividad neuromotriz, nos contribuye al desarrollo visual, a la conexión entre ambos hemisferios cerebrales, a la estabilidad de la columna, el tronco y nos permite a su vez el desarrollo del equilibrio y esquema corporal, este último, es la base para el desarrollo de aprendizajes más complejos como la orientación espacio-temporal, lateralidad y el desarrollo de las habilidades previas de lectoescritura, entre otras, asevera el profesional.
Como hemos visto esta motricidad se expresa en el niño desde movimientos gruesos y bruscos hasta otros mucho más complejos y refinados, como son la marcha independiente, las habilidades de manipulación, el correr o saltar; esto va dejando una “Huella en el Cerebro” y se traduce en la adquisición progresiva de una serie de habilidades psicomotrices, pero es aquí donde se debe hacer hincapié, ya que esas experiencias deben ser significativas para el niño y surgir de la interacción con otros, a través del ensayo-error, imitando y repitiendo esos movimientos, en un contexto determinado, considerando actividades de juego acorde a su edad y a lo cual se les agrega el componente socioemocional, desarrollo de una seguridad básica (apego seguro), lo que finalmente nos contribuye a que esos aprendizajes sean realmente significativos.
Si consideramos el contexto de pandemia producida por el Covid-19, en el cual nos encontramos actualmente, en donde muchos padres deben trabajar desde su casa, aumentando el nivel de estrés provocado por el encierro de las cuarentenas y otros factores externos, la pregunta que surge finalmente es:
¿Estamos favoreciendo experiencias sensorio-motrices significativas a nuestros hijos en la primera infancia, para que logren un desarrollo psicomotor adecuado?
Esta es una reflexión que debe realizar cada familia de acuerdo a su contexto particular.
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