Fonoaudiología y alteraciones del neurodesarrollo: Un niño en situación de riesgo no puede esperar
El desarrollo infantil es un proceso dinámico y único de cada niño, el cual se sustenta en su base biológica, psicológica y social. Es de saber que los primeros años de vida constituyen una etapa importante en el desarrollo del niño, pues se van configurando las habilidades perceptivas, motrices, cognitivas, lingüísticas y sociales que posibilitarán una equilibrada interacción con su entorno social. Es de suma importancia no solo considerar la herencia genética sino también las influencias del entorno en el que vive el niño.
Cuando los niños nacen, se realizan una serie de evaluaciones en los centros de salud pública, que permiten monitorear el desarrollo de las diferentes habilidades mencionadas anteriormente, permitiendo dar alertas cuando presentan resultados riesgosos. Ahí es cuando, dar importancia al trabajo interdisciplinar, ya que se debería derivar de forma inmediata a los profesionales idóneos para comenzar un programa de atención temprana.
Desde el concepto de la neuroplasticidad (capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar como resultado de la conducta y la experiencia) existe un periodo crítico para desarrollar ciertas destrezas o habilidades, los primeros ocho años en el caso del lenguaje. En este breve estadio, la ausencia de experiencias sensoriales puede tener serias consecuencias funcionales. Este periodo se considera fundacional, ya que se crean todas las redes cerebrales neuronales que van a ser la base de lo que va a ocurrir después. Por ello es primordial apenas tengamos sospechas de retrasos en el lenguaje acudir inmediatamente al fonoaudiólogo y no realizar la clásica espera, diciendo “espera que madure” llegando a consultar en edades ya muy tardías.
Actualmente, los nuevos modelos de intervención en atención temprana no solo se enfocan en los déficit del niño sino también en intervenir a la familia y su comunidad. Desde el punto de vista familiar se pasa de atender a los padres a trabajar con los padres consiguiendo corresponsabilizar a los cuidadores en las decisiones adoptadas y convertirlos en verdaderos agentes de cambio; no se trata de convertirlos en coterapeutas o terapeutas (como ocurre en otros modelos), sino de desarrollar sus competencias para que sepan aprovechar las oportunidades de aprendizaje existentes en el entorno natural del niño. Pues es en el entorno natural donde el aprendizaje será más productivo, dada la existencia de una serie de factores entre ellos el más importante, la motivación.
Las acciones terapéuticas ante estos tipos de trastornos requieren una alta cualificación técnica de los profesionales de atención temprana, a la que hay que añadir competencias profesionales específicas y principalmente la empatía necesaria para sintonizar con el niño y la familia.
Magíster (c) en Neurorehabilitación
Diplomado en Trastornos de la deglución y alimentación.
Diplomado en Neurociencia aplicada y clínica neurológica.
Fonoaudióloga en Clínica Chillan y Docente clínico de Universidad del Bío-Bío.
Instagram: Fonoaudiologa.gabrielamora
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