Hay dos cosas que diferencian a los seres humanos del resto de las especies animales: el lenguaje y la tecnología. Es decir, por un lado, nuestra capacidad de comunicarnos, compartir conocimiento y coordinarnos. Y por otro, nuestra capacidad de aumentar nuestras capacidades, de ser más productivos y resolver problemas complejos.
Desde un tiempo a la actualidad la tecnología ha llegado para quedarse. Estas han cambiado radicalmente nuestra sociedad y con ello el concepto de la infancia. La tecnología, si en alguna habilidad social ha sido disruptiva, ha sido en el ámbito de la comunicación y la interacción entre iguales. Nuestros/as niños/as han nacido en la era digital, lo que no significa que sepan hacer un buen uso de estas, por ello, es responsabilidad de padres y educadores facilitar el que hagan una incorporación positiva de la tecnología y su buen uso. Es responsabilidad de todos nosotros favorecer el crecimiento saludable y pleno de los/as niños/as, ya que ellos serán los padres y educadores del futuro.
Como institución educativa, nos compete preocuparnos y ocuparnos del uso que niños/as y adolescentes hacen de las tecnologías digitales, pero también de su potencial para el correcto desarrollo intelectual y social.
Estudios han demostrado el impacto de lo digital en la comunicación y sobre cómo Internet influye en una etapa primordial del desarrollo del ser humano: la infancia y la adolescencia. Las pantallas ofrecen un material extraordinariamente atractivo desde todo punto de vista, elevan la liberación de una molécula llamada dopamina, que provoca goce, expectación, interés, curiosidad y sirven de antídoto contra el tedio, la soledad, la pena.
Los/as niños/as, a partir de los dos años, ya acceden de forma habitual a los móviles de sus padres manejando diversas aplicaciones, principalmente juegos para pintar o colorear y aplicaciones que ofrecen series infantiles, o “saltando” de video en video en YouTube. Entender la vinculación de los menores con el mundo digital es imprescindible para mediar y asegurar que ellos hagan un buen uso de las herramientas tecnológicas que tienen a su alcance.
Hacer un uso adecuado de las tecnologías en casa implica no utilizarlas solo como niñera para tener a los niños entretenidos, sino en tener una actitud proactiva de cómo y qué manera las podemos utilizar. Jugar, aprender, expresarse, comunicar y crear son las potencialidades de estos recursos.
Camila Espinoza, fonoaudióloga
Colegio Veinte de Agosto
