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Consumo, Libertad, Persona

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Esto se produce porque el concepto libertad se ha limitado al consumo, elegir entre producto a o b, el mercado desea obligarnos por medio de las campañas publicitarias, a entender la libertad solo en el ámbito comercial, tienes libertad para elegir vehículos, teléfonos, vestimentas, y hasta, erróneamente, educación, definiendo a todo nuestro entorno solo como productos desechables, prescindibles.

El peligro de caer en este juego es que podemos terminar entendiendo a las relaciones humanas y a las personas como cosas que podemos dejar cuando queramos, con fecha de vencimiento. No me gusta este amigo, lo cambio por otro, no me gusta esta pareja, la cambio por otra, no me gusta esta familia, la sustituyo.

Este fenómeno es inherente al medio en que estamos imbuidos, sin importar el color político y se necesita para hacernos pasar de hombre, mujer, niño, a un simple “consumidor”.

En su raíz latina la etimología de consumidor significa “el que compra, agota, desgasta” (http://etimologias.dechile.net/?consumidor), ¿De verdad queremos entender  al ser humano desde este limitado y antinatural punto de vista?

Somos seres que llegamos a este mundo solo a devorar todo a nuestro paso, y peor aún sin darnos cuenta, con la presuntuosa sensación de sentirnos libres, imbuidos en rutinas y vidas que se satisfacen únicamente al tener más cosas, sin importar las consecuencias ambientales, sociales y hasta espirituales de este comportamiento.

“Persona” en su origen surge de la necesidad del teatro griego de expresar sentimientos por medio de máscaras a toda la audiencia, amor, pena, tristeza, en fin, emociones. Y la palabra “libertad” nace como el concepto para describir a  aquel que es libre política y jurídicamente, habiendo nacido libre o que habiendo sido esclavo consiguió su libertad. Por lo tanto la verdadera libertad no es consumir, sino que sentir, hacernos escuchar, pero no superficialmente sino que desde nuestro interior, tenemos la libertad de elegir qué proteger, a nuestros amigos, familias, hijos, medioambiente, tenemos la libertad de elegir en qué creer, en la vida, en la paz, en el prójimo, tenemos la libertad de elegir el cómo vivir nuestras vidas, en paz mirando al horizonte con ternura.

Alimentarse en forma consciente significa elegir lo que nos hace bien, lo que se ajusta a nuestras reales necesidades físicas y mentales dejando atrás las dependencias o los mitos que nos atan a los malos hábitos altamente rentables  pero que solo nos brindan una pobre sensación de saciedad y momentánea felicidad.

José Daza González

Periodista

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