Bienestar y Salud

Cuidados en invierno. ¡Nuestra piel nos habla!

La piel es el órgano más extenso del cuerpo humano, es nuestra principal barrera con el medio externo (el medioambiente) y cumple importantes funciones necesarias para la vida, entre las que destacan la regulación de la temperatura (termorregulación), la protección contra el ataque de gérmenes y evitar la pérdida de agua. Al estar expuesta directamente al ambiente, frecuentemente se ve afectada por las condiciones climáticas, humedad, temperatura, contaminantes, alérgenos, etc. Por eso te presentamos las mejores recomendaciones para que la cuides en estos meses fríos y húmedos.

Javier Larraín, dermatólogo
Javier Larraín, dermatólogo

El otoño e invierno son estaciones caracterizadas por bajas temperaturas, viento frío y humedad. Exponemos nuestra piel a cambios bruscos de temperatura, pasando de ambientes fríos y húmedos, a ambientes cálidos y secos productos de la calefacción y aires acondicionados. Al mismo tiempo, nos abrigarnos más, muchas veces con telas sintéticas, que son más eficientes como aislantes térmicos, pero no siempre muy “amigables” con la piel. Por todos estos motivos, el dermatólogo Javier Larraín nos indicó algunos cuidados básicos que debemos tener para mantener nuestra piel saludable y permitir el cumplimiento de sus funciones.

  1. Evita grandes contrastes de temperatura. La piel, al exponerla a ambientes fríos, responde con vasoconstricción (se cierran los vasos sanguíneos), para así mantener la temperatura corporal, observándose palidez y piel seca, principalmente en áreas expuestas como cara, cuello y manos; luego al ingresar a un lugar calefaccionado, los vasos sanguíneos cutáneos se dilatan, fenómeno llamado vasodilatación, tornándose la piel roja y caliente, lo que exacerba aún más la resequedad de la piel. Esta situación es muy evidente en personas que presentan piel sensible o reactiva, más aun si sufren de rosácea. En manos es muy frecuente observar la piel muy seca y agrietada por este mismo fenómeno, incluso algunas personas presentan sangramiento de las zonas más afectadas, producto de las fisuras que se producen.
  2. Consume abundante agua y alimentos saludables. Tan importante como lo que nos aplicamos externamente es lo que comemos y tomamos. “Eres lo que comes”, es un antiguo dicho que aplica perfectamente para nuestra piel. Esta necesita agua y antioxidantes, presentes principalmente en jugos de frutas naturales, como berries, cítricos y manzanas; en verduras como zanahorias, apios, acelgas, espinacas, rúcula, alcachofas. Muy beneficioso para la piel también es la palta y frutos secos, pero con estos últimos hay que tener cuidados en las pieles muy grasas o con tendencia al acné.
  3. Evita las duchas muy calientes. El exponer nuestra piel al agua por períodos prolongados genera resequedad. Esto se exacerba aún más al exponerla al agua caliente, puesto que elimina la capa de grasa normal que debe tener la piel para mantenerse bien humectada. La temperatura ideal del agua en la ducha es entre 35 y 38ºC. Si usamos un jabón “agresivo”, exfoliante o astringente, es aún peor. Al salir de la ducha debemos secarnos muy bien y aplicar algún humectante corporal, especialmente en las extremidades.
  4. No descuidar la rutina de limpieza y humectación facial. Como se mencionó anteriormente, la cara es probablemente la zona que más sufre en invierno. La correcta rutina de aseo con limpiadores suaves, gel, leche o lociones de limpieza, o bien aguas micelares, debe continuar realizándose todo el año. Posterior a la limpieza, debe utilizarse cremas hidratantes o humectantes. En la noche utilizar cremas más reparadoras, en general son humectantes más densas. En las mañanas utilizar siempre alguna crema hidratante y protector solar. Existen formulaciones que cumplen ambas funciones y así simplificamos la rutina por las mañanas, que es cuando disponemos de menos tiempo.

No debemos olvidar los labios. Estos son particularmente sensibles a los agresores ambientales, principalmente el frío y viento. Existe una enorme gama de bálsamos labiales, muchos de ellos con protección solar. Debemos utilizarlos de rutina varias veces al día.

  1. Préstale atención al cuidado de las manos. Después de la cara, la piel de las manos es la que más sufre en invierno. La vasoconstricción que experimenta la piel frente al frío, hace que se seque y agriete. Por este motivo debemos proteger nuestras manos con guantes y mucha humectación, para esto existe una numerosa oferta de cremas de manos, idealmente utilizar cremas sin perfume. Debemos evitar el lavado de manos muy frecuente y el exceso de jabón. Idealmente utilizar agua tibia.

Cada invierno llegan a las consultas médicas personas con perniosis, más conocidos como “sabañones”, condición que hace unos años era muy habitual, y que hoy, gracias a la mejora de condiciones de vida, se observa menos. Esta enfermedad se caracteriza por presentar lesiones inflamatorias, rojas o violáceas, que duelen o pican, ubicadas principalmente en manos, pies y orejas. La causa es la exposición al frío y humedad, por lo que la principal medida de prevención es mantener dichas zonas abrigadas.

“La humectación, protección solar y uso de cremas reparadoras debe reforzarse si se practican deportes de invierno. Las bajas temperaturas, el viento y la baja humedad son condiciones habituales en la nieve, sumado a la altísima radiación ultravioleta, dada por la altitud de los centros invernales y el reflejo en la nieve (mayor al 90 %), condicionan un ambiente extremadamente agresivo para nuestra piel, labios y ojos.

Por otro lado, el otoño e invierno nos ofrecen la oportunidad de realizar procedimientos dermatológicos y estéticos con mayor seguridad. Es la mejor época para realizar tratamientos despigmentantes, láser, exfoliaciones más profundas, peelings, microdermoabrasión, etc. Así el periodo invernal nos invita a cuidar nuestra piel, protegerla y repararla, para lograr dejarla luminosa, lozana, uniforme y radiante para recibir la primavera y el verano”, aseguró el Dr. Larraín.

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