Rodrigo Bravo. Un líder positivo para las artes marciales
Este profesor y luchador de jiu jitsu ha forjado su camino en ambos sentidos con pasión, determinación, perseverancia y rectitud. Eso le ha valido levantar su propia academia, certificada ante los organismos competentes, donde imparte clases a una variada gama de personas, destacándose como formador, primero de personas, y luego de ganadores, y además, desarrollar una carrera como deportista en esta especialidad en la mejor liga competitiva del mundo donde ya ha cosechado algunos logros. Su deseo: ser campeón mundial y, para ello, poder contar con el apoyo constante de la empresa privada. Esta es su historia llena de sueños y mística.
¿Cómo surge el interés por este arte marcial?
“Era cercano al 2001, tenía 16 o 17 años y entrenaba otras artes marciales. Un día vi un video de la UFC, un video de 1994 pero yo lo vi en ese año. Y lo que vi fue a una persona en kimono blanco de nombre Royce Gracie -primo de quien es actualmente mi profesor-, de unos 70 kilos, que le ganaba a todo el mundo sin darles un solo golpe, solamente con jiu jitsu. Al verlo, dije yo quiero hacer eso”.
¿Y cómo se fue dando eso?
“Imagínate si hoy en día el jiu jitsu es “desconocido” en Talca o Chile, cómo era en 2001. Así es que tuve que luchar y romper una barrera de estigma, primero, y luego, de desconocimiento. Porque el jiu jitsu -cuya traducción es ‘arte suave’- es otro deporte, no es karate ni taekwondo. Pero me gustó esta disciplina y tuve que vencer varias barreras, comencé a entrenar en Santiago, empecé a avanzar de grado y también a competir, donde afortunadamente, en mi primer torneo de cinturón blanco, salí campeón de Chile en mi categoría. Fue una felicidad inmensa porque nunca había logrado eso y para mí fue algo nuevo. A la fecha he competido más de 50 veces y me dedico a tiempo completo”.
¿Cuándo te das cuenta que esto era lo que querías hacer para el resto de tu vida?
“Cuando comencé a entrenar mucho, me empecé a dar cuenta que tenía capacidad para entregar lo que para mí resultaba muy fácil y así comencé a formar gente que llegó a mi lado y le gustó el jiu jitsu. Pero en 2006 decido irme a Sao Paulo por 40 días a entrenar, con mucho sacrificio, con la plata justa, incluso hasta me engañaron con el dinero allá y pasé hambre, pero lo digo con orgullo. Tenía 22 o 23 años y para mí era la oportunidad de mi vida y estuve esos 40 días, entrené y me encantó, y volví a Chile más encantado aun, competí más, entrené más. Posterior a eso entré a la universidad a estudiar kinesiología, carrera que hice solo hasta la mitad porque me di cuenta de que tenía esta particularidad de saber entregar mis conocimientos de la disciplina y comencé a dar clases arrendando gimnasios en muchos lugares y por mucho tiempo hasta que pude cumplir el sueño de tener mi propio espacio”.
Debes sentir mucha satisfacción con esos logros.
“Hoy digo que me siento afortunado porque me puedo desarrollar de manera exitosa. Me siento exitoso porque me levanto todos los días a las 6 de la mañana, doy clases desde las 7 y hago lo que amo, por eso me siento exitoso de la vida. Hago jiu jitsu, doy jiu jitsu, vivo jiu jitsu, respiro jiu jitsu a diario porque estoy todo el día inserto en este mundo que es mi vida y que más encima me permite mantenerme y darle un futuro a mi hija. Por eso me siento afortunado porque hoy en día me desarrollo en algo en que soy mi propio jefe”.
¿Y cómo te planteaste todo este esquema de comenzar a enseñar jiu jitsu?
“Cuando decidí dejar la universidad fue porque me dije que podía hacer esto y hacerlo de la mejor forma. Entonces me dediqué, saqué iniciación de actividades, pago mis impuestos como instructor de artes marciales y me acredité ante el organismo que controla esta disciplina que es el Ministerio de Defensa frente al cual tuve que presentar, por ejemplo, cursos de primeros auxilios y test psicológicos. Pero formalicé todo, hice mi empresa y creé esto que es la Academia de Jiu Jitsu Rodrigo Bravo, donde doy casi 40 clases a la semana a distintos tipos de personas, de diferentes edades y diversas condiciones porque tengo, por ejemplo, un niño con Asperger y tuve otro no vidente que logré enseñarle y lo hice porque me gusta tanto lo que hago y soy tan apasionado que busque la forma de enseñarle. Además, hace dos años me acredité como cinturón negro en la IBJJF (International Brasilian Jiu Jitsu Federation), que avala mis conocimientos y que constituye un paso histórico porque si ves en la base de datos de la IBJJF, en Chile no hay ninguna persona que esté en la condición en la que estoy yo. Soy el único que ha hecho las cosas bien”.
¿Pero qué hay detrás de todo eso?, ¿qué fue lo que te cautivó del jiu jitsu para planteártelo de esa manera?
“Voy a contar una historia, que es la historia del jiu jitsu. En 1910 llegó un japonés a Río de Janeiro, un profesor de jiu jitsu, y allí conoció a la familia Gracie, a dos hermanos, Elio y Carlos, que tenían un circo y aprendieron esta disciplina. Ese fue el punto de partida del jiu jitsu brasilero, que es el que tiene más adherentes en el mundo, una historia de lo que se conoce como Gracie jiu jitsu, proveniente de una familia de luchadores. Esa historia me cautivó y para que veas cómo es el destino tuve la oportunidad de conocer a un nieto de Carlos Gracie, que se llama Rocian, que fue quien me graduó de cinturón negro, entonces podríamos decir que mi línea de jiu jitsu viene de la familia Gracie, que son verdaderos artistas marciales con habilidades tanto físicas como personales y que es lo que me gusta y que deseo eventualmente para mi hija, formarla como artista marcial porque hay un desarrollo de habilidades en general, no tanto físicas, sino que de desarrollo personal, autoconfianza, tolerancia a la frustración. Fíjate que hoy doy clases a niños desde los 4 años y hay un estigma porque mucha gente cree que yo enseño golpes y agresividad, y están completamente errados, porque sería una irresponsabilidad de mi parte enseñar eso. Esto no va por ese lado, yo les enseño a luchar, a defenderse y siempre desde esa vereda, y enseño autocontrol, desarrollo personal, a hablar, a respetar, a que si hacemos una actividad se puede ganar y perder y eso tienen que aceptarlo”.
¿Hay un desarrollo personal en otros ámbitos para quienes practican esta disciplina?
“Yo hago mucho hincapié en el respeto. En las artes marciales eso es importante, hay un tema de respeto, de valores, de grados. Y el respeto no se impone, porque si tú estás en mi academia es porque crees que te puedo enseñar y puedo hacer de ti una mejor persona. En mi academia no se dicen garabatos y las personas se dan cuenta que en su vida cotidiana empiezan a decir menos garabatos. Si vas a poner un sobrenombre en mi academia tiene que ser algo que motive. Esta disciplina ayuda mucho, tienen múltiples beneficios, tengo muchos alumnos que llegan acá por problemas de drogas, alcohol, depresiones, pero no me interesa hacer de mis alumnos perros de pelea, sino que hacer personas que puedan desenvolverse adecuadamente en cualquier situación, sobre todo de conflicto”.
¿Y competir que significa para ti?
“He competido más de 50 veces en muchos torneos en Chile y otros países, pero cuando me acredité como cinturón negro en la IBJJF dije ahora voy a competir en esa liga, en lo mejor del mundo. Desde hace dos años estoy compitiendo y al principio no me fue bien, me caí muchas veces, iba y perdía, pero ahí está mi convicción como artista marcial de que tengo que seguir adelante, que si perdí y me retiro no sirvo para esto, así no funciona. El artista marcial de tomo y lomo tiene que insistir porque en el jiu jitsu nunca pierdes, tú ganas o aprendes, nunca digo que perdí, digo aprendí las cosas que tengo que mejorar. Este año fui a Las Vegas, me tocó un estadounidense muy bueno y aprendí muchas cosas, y bien, ahora tengo más ganas de ir el próximo año y dar la pelea. Después me inscribí en un torneo al que había ido el año pasado y competí en dos categorías, una donde se lucha con kimono y otra sin kimono, obteniendo el tercero y segundo lugar, respectivamente, es decir, gracias a mi persistencia y mi entrenamiento constante, me fue bien. Esto es como un renacimiento, por decirlo de alguna manera, porque he competido en muchos eventos informales ya que en Chile no hay una federación de jiu jitsu como la tiene el judo o el boxeo, y había ganado bajo ese contexto, pero pienso que si ahora estoy en las mejores ligas, quiero hacerlo ahí, entonces fui y gané y por eso estoy contento. Y esto no para acá, porque el 15 y 16 de noviembre voy al Sudamericano de Jiu Jitsu en Sao Paulo, donde el año pasado fui, llegué a octavos de final, pero ahora voy con todo”.
¿Cómo ves a futuro estos dos aspectos, profesor y competidor?
“Mi lado como profesor lo veo bien. Soy alumno de Rocian Gracie, amigo de él, y llevo a cabo una metodología de enseñanza, de entregar el jiu jitsu como él lo desarrolla a nivel internacional y que me ha funcionado muy bien. Siento que mi lado como profesor está bien desarrollado y a diferencia del resto de las personas, mientras más viejo sea, me pongo más sabio y con más experiencia. El profesor de artes marciales nunca jubila, al contrario siempre tiene más experiencia. Y en mi lado como luchador, hoy tengo como objetivo ser una persona con mucha más experiencia. Siento que me quedan 15 a 17 años de competencia que los voy a hacer porque me siento bien y en forma, y mi objetivo es sacar medalla de oro en torneo IBJJF y ganar un campeonato mundial. Cada vez me siento mejor, más técnico, con más templanza, con mis convicciones como una roca, porque se dónde quiero ir, se dónde no quiero estar y se con quién me quiero juntar”.
¿Qué es lo más lindo de esta disciplina y qué te gustaría a futuro?
“Lo más lindo de esta disciplina es que me hace desarrollarme como persona, me hace formar gente de todo tipo porque lo único que hago es enseñar lo que me gusta. Y con este deporte he tenido la posibilidad de conocer otros países, cosa que nunca pensé que podría hacer. Y lo que me gustaría es conseguir apoyos de empresas para poder competir, pero no una vez sino en forma constante. Hoy tengo dos empresas que están conmigo en Chile que son Bear Berry de Alamiro Garrido, que es una persona que se ha portado muy bien y a la cual tengo que agradecer, y Puro Pellet, a través de Ramiro Plaza. Esas dos empresas están conmigo en la parte competitiva, pero competir tiene un costo y es ingrato porque gastas mucho y no recibes nada, entonces me gustaría conseguir que cinco empresas, con lo justo y necesario, lo que creo que merezco, me pudieran ayudar con las competencias del año y no tener que preocuparme de los gastos asociados. Eso lo adoraría, porque así no tendría que endeudarme para poder competir. Ese sería mi sueño, que me dijeran Rodrigo, tú solamente compite que nosotros nos preocupamos. No son cifras de futbolista, es poco pero sería de gran ayuda”.