El llamado más simple y fácil de efectuar, es compartir
Es complicado hablar en estos días donde la situación país ha estado muy compleja y violenta, donde hay un ambiente muy alterado y de poca tolerancia.
En lo personal, creo que la gran mayoría de las demandas sociales son justas y el estallido social es fruto de años de rabia y decepción acumulada. Lo que no comparto, son las acciones violentas que se han hecho por la causa. Pero más allá de esto, creo que se ha vuelto a generar una gran división país, incluso dentro las familias, grupos de trabajo y de amistades, donde se ha ido perdiendo la tolerancia y el buen ánimo.
Por lo anterior creo que es difícil hablar de feliz navidad y próspero año nuevo, como por lo general se hace en esta época. Sin embargo, quizás estas fechas sean una oportunidad de reencuentro y sobre todo de aceptar que el otro piensa distinto y que a pesar de eso sigue siendo parte de mi familia o grupo de amigos, que en este país no hay dos bandos enfrentados a muerte, que no se pueden mirar o conversar civilizadamente.
Tampoco creo que es necesario caer en frases cliché como llamados de austeridad o de no celebrar la navidad o dar todo hasta que duela, digo esto porque es muy fácil decir esas frases o llamados, pero muy irreal llevarlos a la práctica, porque como sociedad y comunidad somos poco empáticos y porque la verdad en Chile ha existido un solo Padre Hurtado, a lo más algunos siguen su ejemplo un tiempo.
Creo que el mejor llamado y quizás más sencillo, es el hecho de compartir. Esto en acciones tan simples como enseñarles a nuestros hijos a que sus regalos de navidad no son trofeos, sino juguetes que se disfrutan más en compañía de otros niños.
Quizás algunos critiquen al que le compró la mejor bicicleta, la consola de moda o la pelota de la liga más famosa. Yo más bien, me enfocaría en que podamos compartir, inculcarles a nuestros hijos que si tienen una bicicleta la compartan con el que no tiene, jugando a “una vuelta cada uno” o al que tiene la mejor pelota la ponga en medio de la cancha o la calle, para que sus familiares y/o sus vecinos puedan jugar. El punto es compartir con el más próximo, es estrechar lazos en torno a una actividad lúdica que muchas veces distrae y calma los corazones.
Sebastián Fritzer, concejal comuna de Pinto