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Patricia Saavedra. Médico Ginecobstetra

Patricia es una mujer intensa y apasionada en el ejercicio de su profesión, uno de sus grandes amores; el otro, su rol de mamá que le hace brillar los ojos cuando habla de sus dos hijos, Mauricio y Maximiliano. Ellos son “una gran bendición, un regalo de Dios”, dice con alegría, una de las tantas emociones que surgieron a través de una agradable y relajada conversación.

Penquista de nacimiento y chillaneja de corazón, Patricia supo, desde que tenía 3 años, que lo suyo era ayudar a los demás, entre risas recuerda que se hizo cargo del botiquín del curso… ¿un presagio?, tal vez, ya que años más tarde entró a estudiar medicina en la Universidad de Concepción, iniciando una carrera que la ha llevado a descubrir en la ginecobstetricia la especialidad ideal para plasmar su vocación. Por ello, no ha parado de estudiar y perfeccionarse, tanto en Chile como en el extranjero.

¿Quiénes componen tu familia?

Soy la mayor de cinco hermanos, tres mujeres y dos hombres. Recuerdo que en mi hogar había un matriarcado, ya que mi mamá era muy estricta, rigurosa, ella colocaba las normas del hogar; era una época donde como hijo (a) o se era desordenado (a) (como algunos hermanos) u obediente (como yo), jajaja. Eso me marcó mucho en el sentido de la responsabilidad. Mi madre siempre me decía que la mejor herencia que los padres podían dejar eran los estudios y que nosotros debíamos forjarnos nuestro propio camino de vida. En cuanto a mi papá, yo era su regalona, él me consentía mucho y por eso mi mamá lo retaba (risas). De él heredé la paciencia y la tolerancia.

Posteriormente me casé y tuve a mis dos hijos, Mauricio (25 años, recién egresado de medicina) y Maximiliano (14 años, enseñanza media), mis regalos de Dios que nacieron el mismo día, un 21 de agosto; y aun cuando la relación de pareja terminó en separación, valoro cada momento y siempre extraigo lo positivo de las vivencias. Reconozco que la vida no ha sido fácil, pero en la suma y la resta he logrado salir adelante de situaciones adversas con más ganas de seguir luchando.

¿Cómo has compatibilizado la diferencia de edad de tus hijos?

Mauricio ha sido muy tranquilo, muy amigo de sus amigos y tremendamente casero. En la universidad se dedicó a estudiar y solo en quinto de medicina comenzó a pololear. Maximiliano igual ha sido un niño ejemplar, es un buen hijo y alumno, y tiene enormes aptitudes para muchas cosas, por ejemplo, la música. Por lo que la diferencia de edad entre ellos no ha sido tema.

¿Qué recuerdos de infancia se te vienen a la memoria?

Lo primero que se me viene a la cabeza es una época donde la vida era más sana. Cómo olvidar los juegos con los chicos del barrio, los cumpleaños, la vida familiar junto a todos los tíos y los primos (¡éramos veinte!), por eso tengo recuerdo de una familia “aclanada”, parecíamos un curso de colegio.

¿Cómo llegaste a estudiar medicina?

Fue la única elección en mi vida; nunca pensé otra cosa. Desde que recuerdo siempre quise operar y ayudar, a pesar de que por motivos familiares tuve que cambiarme desde un colegio a un liceo fiscal (Liceo Experimental de Niñas) y ahí algunos de mis profesores me dijeron que no podía soñar con ser médico, que pensara en algo más realista. De todas maneras, yo insistí y afortunadamente gracias a la docencia entregada y al empeño puesto, logré el objetivo. Entré a medicina en la Universidad de Concepción y quedé dentro de los 30 primeros lugares que ingresó a esa carrera en Chile.

Eras bien “matea”…

Era enferma de estudiosa. Fui la segunda mejor nota del liceo cuando egresé de cuarto medio. En ese entonces el puntaje máximo de matemáticas era 832, yo saqué 813 porque me equivoqué en una. Mis ratos libres los dedicaba a estudiar y leer. Tenía mi norte muy claro.

¿Por qué te especializaste en el área de la ginecología?

Como siempre decía que quería ser médico de los que operan, comencé a ir, a partir del cuarto año de carrera, a turnos voluntarios de cirugía en el Hospital Las Higueras. Estuve con turnos permanentes los días viernes y entraba a 5 o 6 cirugías semanales. En 5º año ya operaba apendicitis aguda; en 6º año operaba hernias y en 7º año, vesículas. Cuando egresé obtuve la Beca de Especialización de Cirugía Infantil en Santiago y como era tremendamente dependiente de mi familia, renuncié a la beca y opté por ser médico general de zona para pensar qué quería hacer. Ahí me fui a Coelemu donde comencé mi trayectoria laboral; recuerdo que aprendí a operar cesáreas y fue el Dr. Alfonso Lepez quien me motivó a especializarme como ginecóloga adulto-infantil.

¿Cuánto valoras la amistad?

Muchísimo, las buenas amistades son siempre esenciales. En mi caso es muy importante tener muy buenas amigas (os), gente incondicional que ha estado en los momentos difíciles. Tengo pocas de la infancia y de la universidad, pero es en Chillán donde he forjado las amistades más fuertes. Somos un grupo de chiquillas muy cómplices, con ellas río, lloro, nos apoyamos… ellas son parte de mi familia emocional.

¿Cuáles son tus pasatiempos?

Cosas simples, leer un buen libro de historias noveladas, por ejemplo, saber cómo fue la vida en la Antigua Grecia, en Roma y en la Época Medieval. Cada vez que salgo fuera de Chile me gusta conocer parte de esas ciudades, ir a museos, ver rostros, recorrer lugares históricos y sumergirme en otras realidades.

Además de la lectura, ¿qué escuchas y qué ves?

Me encanta el Jazz y Simply Red, me gusta mucho Pat Metheny y el tema “Are you going with me?”, lo escucho y me vuelo, me voy a otra dimensión. En relación a lo que veo, me gustan las películas de Disney, sigo soñando con el cuento de hadas, jajaja. También, por mis hijos, las sagas de Marvel y Star Wars, y particularmente me entretengo mucho con la película de Ricky Ricón (que le gustaba mucho a Mauricio). En general, me agrada todo tipo de cine, excepto el de terror, ¡me da pesadillas!

¿Practicas algún deporte?

Antes corría 100 metros planos y 100 metros con vallas, la posta 4×4 de 400 metros y los 5 mil metros. ¡Hoy corro en los pasillos!, jajaja, porque al gimnasio no voy, solo mantengo una alimentación sana. Además, duermo poco porque soy muy insomne, unas 4 a 5 horas. Si necesito dormir un poco más, casi siempre es la noche del sábado, ya que me quedo leyendo un libro y me levanto a mediodía del domingo.

¿Cuáles son tus virtudes y tus defectos?

¡Qué difícil!, entre mis virtudes diría que soy honesta, responsable, comprometida, perfeccionista y me gusta ayudar desde el corazón. De los defectos, soy un poco mañosa aunque no lo parezca, además soy cuadrada e hiperactiva.

¿Qué frase te representa?

“Dios me quiere”, ese lema ha sido mi frase toda la vida, y con el tiempo le he agregado “Compruebo que Dios me quiere”, ya que tuve un accidente muy grave hace unos años atrás (me caí y choqué la cabeza con un muro de concreto), que me ocasionó un traumatismo de cráneo, se me rompió una arteria cerebral que se coaguló y se abrió. Normalmente en un 99% es una lesión mortal y en el 1% restante puede dejar consecuencias neurológicas severas. Recuerdo cuando me dieron el diagnóstico, quedé bloqueada porque sabía todo eso. Fue ahí cuando le pedí a Dios que me dejara viva sana o que me llevara con él en ese preciso instante, porque en estado vegetal o en silla de ruedas no le iba a servir a mis hijos. Y él me demostró como siempre su amor.

¿Cambiarías algo de tu vida?

Creo que todos queremos cambiar algo, por ejemplo, cuando me gané mi primera beca de especialización, quizás no la habría desechado. Eso fue por no tener un carácter más fuerte para enfrentar la vida sola, lejos de la familia. Creo que me faltó valentía.

¿Qué te emociona?

Me encanta cuando recibo al bebé de una mamita que da a luz. Me encanta tener esa conexión con ambos, es un momento muy especial y gratificante para mí.

¿Qué te enfurece?

Cuando presencio maltrato hacia personas humildes y hacia ancianos. Sobre todo si proviene de personas que han recibido educación, por lo mismo, valoro mucho la consecuencia en todo aspecto de vida.

¿A quién admiras?

Una profesora amiga de México, Lidia Álvarez, es muy humana, estudiosa y ha sido madre de cada alumno que ha tenido. Siempre con mucha entrega y aporte de conocimiento.

¿A qué le temes?

Tengo dos temores, que mis hijos me digan que fui mala madre, que no estuve a la altura y lo otro es tener alguna enfermedad que me impida hacer mi vida normalmente.

¿Qué se ama cuando se ama?

Cosas tan simples como poder levantarme cada mañana y ser capaz de abrir mis ojos. Lo que sucede es que muchas veces no somos conscientes del regalo que significa la vida. En mi caso, escuchar y abrazar a mis hijos es mi principal forma de amar.

¿Amor pasional o racional?

Soy cuadrada… soy muy de pensar las cosas. Después de que me separé hubo un gran amor en mi vida pero no resultó, aunque sigue siendo una persona a la cual respeto mucho. Posteriormente he tenido otros buenos vínculos afectivos de pareja, pero la verdad el hombre que esté a mi lado tiene que aprender a aguantarme… porque soy muy trabajólica… 90% profesional, 9,9% mamá y 0,1% pareja… Para que salga de este cuadrado y me transforme en un círculo más flexible hace falta que aparezca alguien que dé un remezón a mi vida.

¿Fuiste muy polola?

Nada… tuve pololeos contados con los dedos de la mano y me sobran… ¡jajajaja!

¿Qué te conquista?

El cerebro de otra persona… tiene que ser un hombre muy inteligente, alguien que tenga mucha cultura, que sea entretenido y me muestre temas que desconozca…

¿Cómo conquistas?

No ando tratando de conquistar a nadie, no tengo el tiempo… tiene que ser alguien que me conquiste y asuma ese 0,1%…

¿Con cuál de los 7 pecados capitales te identificas?

Tal vez la vanidad, pero en el buen sentido de la palabra…

¿Cuáles son tus vacaciones más recordadas?

Nuestras vacaciones (con mis hijos) siempre son planificadas, tours, museos, entretención, etc. Por ejemplo, recuerdo cuando fuimos a Nueva York, caminamos cerca de 15 km por día. Casi todas las vacaciones las hacemos con mi amiga Mónica y sus hijos Francisco y Felipe, ya que Felipe y Mauricio fueron compañeros de colegio desde pequeños. Normalmente hacemos una salida al año los seis.

¿Qué fue lo mejor del 2017?

Los logros académicos que hemos tenido Maximiliano, Mauricio y yo. Todo con base en el esfuerzo y la dedicación. Por eso estoy muy feliz.

¿Cuál es tu meta en la vida?

No dejar de aprender nunca en todo sentido de la palabra. Siempre trato de aprender de toda las personas.

¿Te imaginas el día cuando tus hijos se vayan de la casa?

No, me da susto… cuando ellos no estén mi alternativa va a ser trabajar full de lunes a jueves, así ese mismo día en la noche me voy a Santiago (sobre todo porque Maxi quiere estudiar Ingeniería Comercial en la Pontificia Universidad Católica de Chile)… confieso que me cuesta cortar el cordón umbilical… por eso espero que de aquí a esa fecha aparezca alguien que me saque de mi cuadrado y me presente ese círculo del que hablé… ¡jajajaja!

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